ANCAP: ¡bienvenidas las inversiones!

Es muy difícil que durante la jornada del pasado jueves 8 de junio el tema de conversación de la mayoría de los sanduceros no estuviera centrado en el anuncio formulado por autoridades nacionales y departamentales sobre la realización de una inversión sin precedentes en la historia de nuestra comunidad.

Tal como informara nuestro diario, “El presidente Lacalle Pou confirmó que en Paysandú se concretará una inversión de 4.000 millones de dólares, la mayor realizada en Uruguay en el área de defensa ambiental. Se trata de la construcción de una planta de hidrógeno verde (la producción de hidrógeno generada por energías renovables bajas en emisiones), con una inversión de 2.000 millones de dólares. Las obras ocuparán a 1.500 personas y en su momento de mayor productividad alcanzará los 3.200 puestos de trabajo. La edificación comenzará en la parte final de este año y una vez culminada, trabajarán unos 300 operarios. Otros 2.000 millones se invertirán en proyectos de energías renovables”. Para el mandatario “en esa transformación energética que está viviendo el mundo, Uruguay ha hecho los deberes. Paysandú tiene instalaciones de primer nivel, quizás ociosas o no del todo utilizadas”. Por su parte, Paganini explicó que “esto es energía renovable que se transforma en hidrógeno, que se combina con anhídrido carbónico que sale de ALUR y con eso se hacen estos nuevos combustibles, que reemplazan exactamente a la gasolina actual”, aseveró. El ministro agregó que esta gasolina “verde” será exportada y su traslado inicial será por el río Uruguay. En tanto, Stipanicic subrayó que “será el primer proyecto en el país que se dedicará a la producción de electrocombustible o combustible sintético. Pone a Uruguay a la vanguardia de los países en este tipo de producción”, indicó. “Se trata de una muestra de confianza muy grande en el país y una apuesta muy grande al prestigio que ha generado Ancap en ámbitos internacionales en lo que hace a la transición energética”, puntualizó”.

De acuerdo con lo informado a la prensa, se trata de “una inversión global cercana a los 4.000 millones de dólares y la creación de unos 300 empleos permanentes en Paysandú. (…) El proyecto en Paysandú prevé la producción de 180.000 toneladas por año de e-gasolina a partir de la captura de 710.000 toneladas por año de CO2 proveniente de la combustión de biomasa y destilación de alcohol de cereales y de la producción de 100.000 toneladas de hidrógeno verde por año. Para ello, se prevé instalar un electrolizador alcalino de 1 gigawatt de potencia y la instalación de 2 gigawatt de generación eléctrica renovable adicionales en el país, a partir de fuentes solares fotovoltaicas y eólicas. El proyecto requerirá una inversión cercana a los 1.985 millones de dólares en la captura de CO2, producción de metanol y terminación de gasolina sintética, junto con otros 2.000 millones de dólares en la instalación de parques de aerogeneradores, granjas fotovoltaicas y líneas de transmisión en un radio de hasta 180 kilómetros de la ciudad de Paysandú. Se prevé ocupar a casi 1.600 empleados a tiempo completo durante la etapa de construcción (alrededor de 30 meses), con picos con más de 3.200 y dará trabajo a 300 personas a tiempo completo en forma permanente para la operación. Además, se compromete una inversión de 1,2 millones de dólares en iniciativas de investigación, desarrollo e innovación”. Sin dudas se trata de una inversión que sumará tecnología y empleo a largo plazo a nuestro departamento y que lo colocará en el mapa de este tipo de emprendimientos. Por otra parte se aprovecharán cientos de miles de toneladas de dióxido de carbono que hasta ahora van a la atmósfera incrementando el efecto invernadero y por lo tanto acelerando el cambio climático.

A pesar de que esta noticia debería ser buena para todos quienes vivimos y trabajamos en este departamento, no todos están contentos de escuchar estos importantes anuncios. Algunos convencidos ciegamente por una visión ecológica extremista, la misma por la que nada puede hacerse porque de una u otra forma afecta el ambiente o algún recurso, y la opción es volver a los taparrabos. Pero otros, no hay que pensar mucho para darnos cuenta de quiénes son y qué intereses defienden: los suyos y los de nadie más. Son los mismos que miraron para otro lado cuando se supo todo lo relativo al horno para la planta de cemento de Nuevo Paysandú que compró hace casi una década el expresidente del organismo bajo la presidencia de Raúl Sendic “y que nunca se instaló, al resolver el Directorio sacar el horno tres del pliego de licitación de la asociación en portland, ante la falta de interés empresarial. Este tercer horno de cemento que la estatal compró en 2014 para la planta de Paysandú, en ese entonces bajo la administración de Raúl Sendic, permanece embalado en contenedores, nunca llegó a ser instalado y –según se ha podido confirmar– algunas de sus partes han sido utilizadas como repuesto para las plantas de cemento que están en funcionamiento. (…) Mientras tanto, el gremio de Fancap reafirmó que la postura de Fancap ha sido desde siempre la defensa de la compra del horno tres y en los últimos años han advertido que no instalar el horno implicaría echar a perder una inversión importante para la industria nacional.

Esta postura ha sido acompañada también por Sendic, quien en los últimos intentos de venta del horno, se ha manifestado en contra. Sin embargo, tanto en la administración de la expresidenta de Ancap, Marta Jara, durante el gobierno del Frente Amplio, como en el actual directorio, afirman que la instalación del horno tendría un costo elevado para la estatal (alrededor de unos U$S 100 millones) y un mínimo retorno de la inversión”. Un lapidario informe del comité de ética del Frente Amplio señaló posteriormente que Sendic tuvo un “proceder inaceptable en la utilización de dineros públicos” y que su actuación “compromete su responsabilidad ética y política, con incumplimiento reiterado de normas de control”. Sin embargo, en esa época quienes hoy se indignan y llaman “mentiroso” al presidente se mantuvieron callados y a la espera de que se respetaran sus cuotas de poder porque formaban parte (y forman parte hasta el día de hoy) de la “oligarquía sindical”, la que vive sin trabajar gracias a la famosa licencia sindical. Lo que está claro finalmente es que ahora se muestran como lo que realmente son: grupos de presión que defienden intereses corporativos propios y que para lograr sus objetivos repiten la fórmula de siempre, que es hacer de su causa una supuesta defensa del interés nacional, cuando es claro que por el contrario lo único que les importa es seguir mamando cómodamente del Estado y mantener su cuota de poder. Por supuesto que viven en campaña político-partidaria los 365 días el año y por ello cuanto peor le vaya al país, mejor para ellos porque tratarán de sacar ventaja generando descontento popular ante una situación social y económicamente adversa. Su accionar y su conducta “es más viejo que el agujero del mate”, pero también lo es la voluntad de quienes creen que el trabajo dignifica y que se levantan todas las mañanas para buscar el peso en “changas” que apenas alcanzan para vivir en un departamento golpeado por el desempleo y la recesión económica. Por eso no quieren que lleguen inversiones y se genere empleo, y menos si la fuente de trabajo no es el Estado paternalista: porque se les termina el “curro” de dar manija y tratar de generar descontento y si se puede, algún incidente en la vía pública para victimizarse. No cambian más. Es hora de que aflojen con la manija y pensar un poco que no todos los uruguayos tienen el privilegio de comprar la nafta a 20 pesos en Colón, a pesar de cobrar sus buenos –y seguros– sueldos en Ancap.