Escuela 20 de Arbolito lleva ahora el nombre de Dionisia Terza Machuca

Con emoción y mucha alegría, la comunidad educativa y vecinos de la Escuela 20 de Arbolito recibieron la noticia de la designación de la misma con el nombre de Dionisia Terza Machuca, quien se desempeñara como docente durante varios años hasta que un ACV truncó su vida a los 49 años, mientras dictaba una clase. El nombre de la maestra surgió precisamente a raíz de una investigación de los integrantes de la escuela, a la que actualmente concurren 17 alumnos que residen en el pueblo y zonas aledañas. Luego de presentarse un informe ante Primaria, fue elevado por el diputado sanducero Juan Carlos Moreno y una vez en la Cámara de Senadores recibió el aval por parte de la Comisión de Educación y Cultura, para luego ser aprobado como proyecto de ley.

Dentro de la exposición de motivos, se precisó que la Escuela 20 de pueblo Arbolito, o también conocido como Montevideo Chico o Totoral, “está ubicada en el límite entre los departamentos de Paysandú y Tacuarembó”. “Es una institución que adquiere un valor y un rol fundamental en el interior profundo formando a los futuros ciudadanos del país, así como también nucleando a la comunidad del pueblo desde hace aproximadamente 100 años.

Actualmente la escuela no posee ningún nombre, por lo que consideramos importante esta denominación para fomentar el sentido de pertenencia de los alumnos, maestras y familias, asimismo proporcionar el reconocimiento a su labor y trayectoria”.

Respecto al nombre propuesto –ahora ya asignado–, se indica que Dionisia Terza Machuca nació el 3 de agosto de 1925. Al recibirse como maestra se radicó en Tiatucurá, donde llevó adelante los primeros años de su profesión. En 1963 comenzó a trabajar en la Escuela 20 de Arbolito y el 11 de agosto de 1974 falleció como consecuencia de un accidente cerebro-vascular mientras estaba dando clase. “La escuela recuerda con mucho afecto el esfuerzo, la dedicación y el cariño que Dionisia tenía por la institución y aún en la actualidad, sus ideas, valores y principios como maestra y persona se encuentran vigentes”, expresa el documento.

UN EJEMPLO DE MAESTRA

María Dolores Alvarez fue alumna de Dionisia, a la que recuerda como una gran maestra que no solo se dedicó a enseñar temas curriculares. “Ella fue maestra mía, yo fui de primero a sexto a esa escuela. Eran cinco maestras y eran clases con muchos alumnos porque en ese entonces iban más de 100 alumnos. Ella tenía quinto y sexto año como maestra y maestra directora. Era muy compañera de las demás maestras, algunas de las cuales aún viven, porque Dionisia falleció muy joven, dándonos clase en un día de mucha lluvia”, recordó.

“Venía todos los días en charret a trabajar a la escuela con frío, lluvia, calor o tormenta, nunca faltó. Lo hacía junto con sus hijos, algunos de los más grandes ya se habían ido a estudiar a Paysandú y los más chicos hacían la escuela con nosotros”, dijo.

Sobre la maestra dijo que “no sólo nos enseñaba la currícula escolar sino que era una maestra integral. Muchas veces se quedaba después de clases a enseñarnos a cocinar, a limpiar, y la ayudábamos a ella y a la auxiliar, para que fuéramos aprendiendo sobre la limpieza de un hogar, a tejer, coser, hacer crochet, y muchas otras cosas. Como compañera de sus colegas fue muy dulce. Era muy querida por toda la comunidad al igual que su esposo y sus hijos”.

“Recuerdo que un día de tormenta nos estaba dando clase de historia, que era de las que más nos gustaba porque nos hacía conocer mirando fotos de diarios lo que era un presidente, un ministro, nos informaba del pasado y del presente de forma muy real, porque no teníamos las formas de comunicación como ahora. Nos hizo conocer algunas ciudades como fue Paysandú, porque ningún niño de Arbolito conocía. Estábamos todos sentados escuchándola en una clase muy linda cuando de repente cayó, tanto los alumnos como los maestros y la auxiliar de cocina la ayudamos a incorporarse y acondicionarla hasta que llegó una ambulancia a buscarla, que en realidad fue un avión, que no podía bajar por la tormenta, y de ahí con ese aneurisma que le dio nunca más volvió a la escuela. Era muy joven al fallecer, pero nos quedamos con esa calidez que tenía para enseñarnos y su sonrisa”, dijo María Dolores Alvarez.