Como la orquesta del Titanic
A propósito de la convocatoria a las elecciones nacionales del domingo pasado en la Argentina, en el editorial inmediatamente previo en el que analizamos el escenario mencionábamos como un elemento sustancial que “hay un dato a tener en cuenta, que sería decisivo en una convocatoria electoral en otros países, incluido el Uruguay, y es el hecho de que en la parte oratoria, de manejo habilidoso de las audiencias, de las pausas y los tonos, la retorsión y esquive de los temas para poner las cosas a su favor, la ventaja es precisamente de Massa, que se las ha ingeniado para hacer volteretas y tratar de desligarse de su responsabilidad en el desastre de este y los otros gobiernos kirchneristas”.
Y las alternativas del desenlace electoral en esa jornada nos dieron la razón en esta apreciación, como uno de los factores que indudablemente han incidido para que la candidatura de Massa se constituyera en la minoría mayor, pero que a la vez se perfile con cierto favoritismo para el balotaje; aunque en Argentina nunca se puede dar todo por sentado, con el antecedente inmediato de que aunque históricamente el resultado de las PASO se reeditaba en la elección siguiente, en este caso no se dio y el tercero –Sergio Massa– resultó el más votado.
Bueno, como señalábamos en el editorial de EL TELEGRAFO, es innegable su capacidad para desenvolverse en el terreno político, con el respaldo del enorme aparato peronista – kirchnerista, la habilidad para resistir el archivo de su trayectoria, en un mar de volteretas y de contradicciones, incluyendo ser el responsable de la política económica de este último tramo del gobierno kirchnerista de Alberto Fernández.
Sin embargo, todo indica que ante una buena parte del electorado logró exitosamente despegarse de gran parte de la culpa y responsabilidad por una inflación del 140 por ciento anual y una pobreza estimada en el 40 por ciento, lo que se ha conjugado con la idiosincrasia del votante promedio en el vecino país, donde se dan 70 años de cultura peronista. Ello da la pauta de por dónde han corrido las aguas para colocar al candidato oficialista al tope de los votos, con poco más de un 36 por ciento que lo pone cerca de ganar el balotaje del próximo mes.
Es obvio que como político tradicional y profesional, Massa aventaja en carisma y discurso envolvente a Javier Milei, que es un tómelo o déjelo tal como es, con una propuesta dudosa, por decir lo menos, en tanto del lado de la excandidata de la oposición de JxC Patricia Bullrich su incapacidad de traducir en palabras coherentes alguna idea cautivante para el electorado, su falta de carisma, le jugaron una mala pasada que se tradujo en un desparramo de votos hacia los otros contendientes, especialmente hacia el candidato kirchnerista.
Porque quiérase o no –sobre todo él es quien no quiere exponerlo– Massa es representante del kirchnerismo puro, desde donde procede el 90 por ciento de su respaldo, y no es porque sí que durante toda la campaña la estrategia ha sido mantener “escondida” a la vicepresidenta Cristina Fernández, al igual que a Máximo Kirchner, a La Cámpora, a todo el pasado de los bolsos de López y actos de corrupción que pesan sobre el kirchnerismo, y que sin embargo han quedado a segundo plano para gran parte del electorado en la convocatoria popular.
Además, no puede olvidarse que Massa fue elegido por Cristina Fernández de Kirchner como candidato, cuando la otra opción era Waldo de Pedro, de rancia vertiente kirchnerista quien va a presidir el Senado en el próximo gobierno, mientras Axel Kicillof, ante la debacle de Juntos por el Cambio ha sido reelecto gobernador de la provincia de Buenos Aires, y es mencionado como el siguiente aspirante a la presidencia por el kirchnerismo.
Estas consideraciones vienen a cuento como intento de explicación muy parcial e incompleta sobre los resultados de la instancia electoral que han vivido los argentinos y la que se plantea para el balotaje no es menos intrigante, porque estamos ante un abanico de solo dos opciones en el balotaje, cual de ellos peor que el otro.
Pero un factor que no debe desestimarse fue la tan grotesca como efectiva medida para gran parte del electorado que constituyó el denominado Plan Platita instrumentado por Massa, el programa de Fortalecimiento de la Actividad Económica y del Ingreso, mejor conocido como “plan platita”, el cual fue calificado por economistas argentinos como “desesperación por el balotaje” y caracterizado por otros por su “inconsistencia, improvisación y falta de fondos para financiarlo”. Es que simplemente de lo que se trata es de gastar plata –en realidad, papel con cada vez menos valor– para mejorar efímeramente la calidad de vida de parte de la población, a través de más emisión de dinero, con la maquinita de imprimir billetes, y por lo tanto arrojando más leña a la inflación.
La iniciativa nació luego de que la coalición de Massa, Unión por la Patria, obtuviera un decepcionante tercer puesto en las elecciones primarias de agosto. Así en medio de la desesperación y la urgencia de la ciudadanía y, según sus adversarios, con el objetivo de volver a la competencia, el ministro de Economía lanzó múltiples y diversos anuncios con nuevas mejoras económicas. Son 15 en total las medidas que conforman el “plan platita”. Bonos para jubilados y desocupados, suma fija para trabajadores, alivio fiscal para monotributistas y Pymes, entre otras. Esto implica un gasto total de alrededor de 2,5 billones de pesos argentinos para el Estado, es decir un 1,3% del PBI del país vecino. Una de las medidas del candidato de Unión por la Patria fue impulsar bonos para desempleados y el aumento del refuerzo manual para jubilados, lo que según indicó Massa, lleva a que la jubilación mínima alcance un 147% de incremento anual. Además se anunció que por compras en el comercio con tarjeta de débito, los jubilados recibirían la devolución de hasta $a18.000 (U$S 51 aproximadamente) correspondientes al IVA. Otra medida fue la del aumento del límite de la tarjeta Alimentar, la que recibe un incremento adicional de hasta $a23.000 (U$S 65 aproximadamente). Además terminado este refuerzo, la tarjeta aumenta un 30%.
Por lo tanto, una vez más aplica medidas populistas sin sustentabilidad que implican muchos más problemas para el gobierno que venga, por si hiciera falta y por lo tanto, si se tratara del propio Massa, es pegarse un tiro en el pie con tal de ganar y de no ser así, que se las arregle el que venga, total…
Es decir, los músicos del Titanic a toda orquesta, lamentablemente, en una competencia de egos, cortoplacismos e intereses, que dan poco margen para el optimismo, para ser benignos con la apreciación sobre el futuro de Argentina, en este mar de irracionalidad y delirio. → Leer más