Cuando el corazón deja de latir

La Semana del Corazón finalizó con variadas actividades de promoción de hábitos saludables, organizadas por las comunidades y los técnicos de la salud, tanto en la ciudad de Paysandú como en el Interior del departamento. No obstante, también concluyó con algunos datos preocupantes en torno a los registros de las enfermedades cardiovasculares y el comportamiento de la población.

El año pasado, las muertes por enfermedades cardiovasculares se incrementaron frente al 2021 y acumulan cinco aumentos consecutivos. Sin embargo, a nivel médico surgen dudas en cuanto a la calidad de los datos. Por eso, proponen la instrumentación de un Plan Nacional de Paro Cardíaco que permita ingresar a cada paciente en un registro nacional obligatorio con el fin de documentar las características de cada persona y cotejarlo con la historia clínica. Durante la presentación de la información en el Parlamento, la Comisión Honoraria de Salud Cardiovascular expuso que el 64% de los casos ocurren dentro de los domicilios. Por lo tanto, se desconocen las causas.

Ese dato se refleja también a nivel departamental, donde los cardiólogos constatan un aumento de las patologías cardíacas en los consultorios o los paros como causa de muerte. Es que en los certificados de defunción, a nivel nacional los médicos señalan que un paciente falleció por esa causa. El formulario completado por el profesional no está alejado de la realidad, porque en última instancia, el corazón deja de latir. Lo que se desonoce son los casos e implicancias en particular.

En Uruguay, la instrumentación de un programa nacional ya se realiza para las enfermedades renales y con los años se extendió a los sistemas de asistencia públicos y privados. Allí se incluyen los datos de la situación inicial, así como la evolución de su salud. En la práctica, el programa alcanzó avances muy relevantes para el cuidado de los pacientes renales.

En cuanto a la salud cardiovascular, las enfermedades cerebrovasculares registran una tasa de mortalidad de 62.2 cada 100.000 habitantes, le siguen de cerca (59.2) las isquémicas y los paros cardíacos con una tasa de 31.7. La evolución de las muertes por esta causa se registra desde hace cinco años y no detuvo su crecimiento ni en lo más severo de la pandemia de COVID-19, cuando otros indicadores desaceleraron sus registros.

Por lo tanto, las enfermedades cardiovasculares continúan como la primera causa de muerte en Uruguay. Están por encima de las enfermedades oncológicas y respiratorias. No obstante, este dato causa aún mayor preocupación porque los registros atraviesan todos los tramos etarios, aunque se elevan en la población mayor.

Si se desglosara entre hombres y mujeres, se observa que las enfermedades cerebrovasculares se presentan en mayor proporción en la población femenina (68.7 cada 100.000 habitantes). En los hombres, se dan las isquémicas del corazón, como los infartos.

Este análisis fue mucho más allá al calificar de “muertes evitable” a las “prevenibles” que fueron el 40,6% de los casos, con la toma de decisiones antes de que aparezca la enfermedad. Así como el 20,7% de las muertes “tratables” que corresponden a acciones para bajar la fatalidad del paciente.
Pero al corazón hay que ponerle razones para que enferme. Es un problema de salud pública porque afecta al emntorno de cada paciente, al sistema en general y es una causa importante de discapacidad permanente.

La población uruguaya tiene un combo en sus manos que acelera el padecimiento de enfermedades cardiovasculares. Es una lista transversal a las generaciones: sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, sedentarismo, tabaquismo, consumo de alcohol, azúcares, grasas trans y poca memoria para retener cada una de estas causas.

No hay que esperar a la Semana del Corazón para comprender que atrevsamos por un problema crónico de salud y no transmisible. Es fundamental que el usuario conozca cada uno de los factores para incidir en los cambios y prevenir el 80% de los casos, según estima la Federación Mundial del Corazón.

Las dietas balanceadas no cuestan más dinero. Es posible hacer actividad fisica sin mayores desembolsos, quitar la sal de las comidas, evitar las comidas ultraprocesadas, el cigarrillo y no consumir alcohol en exceso.

Uruguay es un país donde los usuarios reclaman por las demoras en la atención de especialistas y probablemente la salud mental adquirió una mayor visibilidad en los últimos tiempos, dado el énfasis puesto por el Poder Ejecutivo en el destino de los recursos de la última Rendición de Cuentas, aún en el ámbito parlamentario.

No obstante, como usuarios debemos tener en cuenta que lo que le hace bien al corazón, también le hace bien al cerebro, tal como lo repiten los equipos técnicos. Por lo tanto, la socialización y el ejercicio físico son efectos que conjugan en ambos campos de la salud. Evitar el aislamiento y el sedentarismo, también ayudará al corazón y a la cabeza. Porque hay que tomar en cuenta las alertas antes de que el corazón deje de latir. Todo lo que ocurre después forma parte de una estadística que persiste con el paso de los años.

Y otro aspecto que confirma el documento es que las generaciones cambian, pero sus comportamientos persisten. Los hábitos pueden cambiarse y nunca es tarde, mientras late.