El dolor de Israel es un dolor de todos

Los ataques terroristas perpetrados el fin de semana por el grupo terrorista Hamás contra diversas poblaciones y ciudadanos israelíes no pasarán desapercibidos en la historia de un país que ha sufrido las permanentes agresiones de sus vecinos árabes durante 75 años de existencia. Por la gravedad de las acciones cometidas, así como por la brutalidad empleada y su alta preparación, está claro que no se trata de un ataque más. Lo único que no constituye una novedad y que se repite en Londres, París, Bagdad o Madrid es el odio del islamismo radical contra los occidentales o, mejor dicho, contra todo aquel que no profese esa fe, quien por ese solo hecho será considerado “infiel” y por ende un blanco perfecto, cuya muerte será una forma de construir un mundo ideal en el cual únicamente sus seguidores tengan un lugar bajo el Sol. Esa es la verdadera causa de su violencia: odios religiosos y radicalismo.

Existen diversos grupos terroristas de origen islámico (talibanes, Al Qaeda, Estado Islámico, Boko Haram, Daesh, Hamás, Mártires de Al-Aqsa, Tanzim, Yihad Islámica Palestina y Hezbolá), los cuales son veladamente apoyados por algunos países árabes de la región como por ejemplo Siria, Irán, Afganistán, entre otros. Todos tienen en común el uso de la violencia para conseguir sus objetivos político-religiosos, la idea de imponer una teocracia de origen islámico en todo el mundo y, por otro lado, la necesidad de destruir al Estado de Israel.

Por más lejano que parezcan todos estos movimientos y sus nombres, no debemos olvidar que a pocas horas de Paysandú el terrorismo islámico hizo volar por los aires la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y la sede de la AMIA en 1994, ambas en esa misma ciudad. Tampoco hay olvidar que el iraní Moshen Rabbani, quien entró clandestinamente a Uruguay en los años ‘90, planificó el atentado a la AMIA desde una casa ubicada en la Avenida Rivera 2317, padrón 22.050, de la ciudad de Montevideo, un inmueble propiedad de la Embajada de Irán en nuestro país. El fiscal Alberto Nisman sabía de esta conexión uruguaya y la denunció en su momento, pero ya sabemos qué le sucedió.

Pero el ataque del sábado pasado en particular fue muy diferente a todo lo anterior, y por varios motivos. En primer lugar, por la crueldad y desquicio de un ejército de asesinos sanguinarios que se pudo ver a través de las redes en videos muchas veces difundidos por ellos mismos como propaganda. La horda de salvajes claramente no fue a “liberar Palestina” sino a exterminar a todo aquel que estuviera a su alcance, empezando por jóvenes de entre 20 y 40 años que asistían a una fiesta electrónica a los que torturaron, vejaron y masacraron hasta aburrirse. A las mujeres las violaron hasta destrozarlas, como a la soldado israelí que mostraron en las redes cuando la llevaban caminando con la parte trasera del pantalón ensangrentada por haberle aplicado la “taharrush”, práctica que en este extremo llega a la violación anal en manada por los terroristas. O la joven cantante de 25 años Shani Louk, la cual exhibieron tirada inconsciente en la caja de una camioneta con los miembros fracturados, mientras le escupían la cabeza. Violaron a todas las jóvenes que quisieron y pudieron, para después asesinarlas a sangre fría o tomarlas de rehenes. En estos asesinos no existen los derechos humanos, ni el feminismo, ni empatía, ni piedad.

Masacraron bebés, prendieron fuego vehículos con jóvenes que intentaban huir; se vieron imágenes de los terroristas intentando cortar la cabeza de un hombre con una pala, imágenes aberrantes que ningún diario puede reproducir, pero que sí circulan en abundancia en las redes sociales, muchas de ellas porque los propios terroristas quieren que se difundan.

Mostraron un ejército muy bien entrenado y equipado con armas y misiles de última tecnología en una proporción que por cierto contrasta duramente con la pobreza y la miseria a la que Hamás condena a su propio pueblo palestino. ¿Cómo se financia tanto armamento? ¿Ese es el uso que le da Hamás a la ayuda internacional que recibe para el desarrollo de Palestina?

Para los sanduceros en particular, este ataque de Hamás no puede pasar desapercibido, porque lamentablemente nosotros vivimos en carne propia la tragedia de una acción antisemita que enlutó a todo un departamento y a un país, y que colocó a Paysandú en el triste mapa del odio religioso. Nos referimos al asesinato de David Fremd, un acto de atentado terrorista antisemita perpetrado por un sanducero antisemita convertido al Islam; “un loco” que lo mató a puñaladas en plena avenida España al grito de “Alá es grande”. Tan loco como la horda de asesinos de Hamás. No pasó del otro lado del mundo ni cerca de la Franja de Gaza, sucedió en nuestra ciudad y el asesino (de nombre Carlos Peralta, pero que desde que se convirtió al Islam se hacía llamar Abdullah Omar) fue declarado inimputable en un incomprensible fallo que constituye un peligroso antecedente para otras acciones de esta clase en el futuro.

Frente a los demenciales actos de violencia llevados adelante por Hamás (que incluyó el asesinato de cuarenta bebés, muchos de ellos degollados), Israel hará valer su legítimo derecho a defenderse (acción para la cual los amigos uruguayos de Hamás ya están preparando sendos comunicados atacando al pueblo judío). En lo que respecta a la sociedad sanducera, pongamos cada uno algo para hacer crecer el espíritu de tolerancia y la condena al terrorismo. Para esta tarea ninguna acción es chica: en la calle, en el trabajo, en nuestros hogares, hagámosle ver a quienes nos rodean el horror que impulsa Hamás. Cumplamos con nuestra parte para vencer al terrorismo. Hay una frase que lleva inscrita la “Medalla de los Justos” y que remite al Talmud: “Quien salva una vida, salva al universo entero”. Es por eso que el dolor de Israel es también un dolor de todos, sin importar si somos judíos o no.