Escribe Danilo Arbilla: ¡Otro más!

¡Otro quilombo más!, como diría Sergio Massa el ministro, presidente de facto y candidato presidencial argentino en carrera.
Allá y aquí.
Sobre aquí unas primeras reflexiones al vuelo, en base a lo visto a lo largo de los años: a) no hay enemigo chico (ver casos Penadés y en Cancillería); b) la soberbia es mala consejera y peor compañera. “Dadme enemigos soberbios”, decía no sé quién (mirar hacia la “Torre”) y c) repito: cuando los amigos son tuertos se les mira de perfil, pero no hay que ignorar que les falta un ojo (sobre todo si se los va a “designar”).
Para esta columna no tengo mucho más. Todavía está todo muy embarullado, mucha demagogia, mucho oportunismo, y además unas cuantas “cosas curiosas” que faltan desentrañar o precisar bien. Mucho de campaña electorera y muchos operadores, también. No apurarse, piano piano.
La mayor curiosidad es ¿qué va a hacer el presidente? Recién llegado, reunión con asesores, vice y con líderes de la coalición, todo ello después o simultáneo con el momento de escribir esta columna. (Cualquier cosa que escriba aquí puede resultar viejo o transformarse en payada). El presidente en situaciones difíciles es donde mejor se desempeña. Habrá que “ir hasta el hueso” como dijo Mieres, impecable.
Lo positivo –muy positivo– es que el público recibe abundante y variada información. Medios y periodistas desarrollan su tarea sin trabas. Es la mejor forma de defender la institucionalidad y esto es así y lo tendrían que tener muy claro hombres públicos y funcionarios que se quejan de “acoso mediático” cuando la prensa “se mete” en sus cosas e informa sobre ellos y lo que hacen y cómo lo hacen.
Crucemos el río. Si yo fuera argentino no sabría qué votar. Milei me asusta y Macri, su moderador, también. A ambos la soberbia les desborda; y la ambición ídem. Y de Massa qué se puede decir: tantas cosas: muchas malas y muy pocas buenas: habla bien, tiene pinta y resaltables dotes histriónicas. Es a la vez un cachafaz de campeonato, un demagogo superlativo y mentiroso a rajatabla. Se burla de los argentinos y de la razón: habla del gobierno anterior refiriéndose al de Alberto Fernández. Dice que no es kirchnerista y que nada tiene que ver con los Kirchner. ¡Habrase visto! La última: dijo que si sale electo presidente la transición con el actual gobierno (?) será sin problemas. Mayor cinismo imposible; los “cacha”, como los está cachando con los adelantos, bonos, quita de impuestos, y todas esas cosas que financia con más emisión e inflación.
Cualquiera sea el resultado, será malo para los argentinos. Es imposible que no nos salpique. Teóricamente lo mejor sería que el nuevo gobierno haga un ajuste grande y que los argentinos, pueblo y dirigentes políticos, lo acepten, en particular estos últimos.
Si gana Milei deberá ajustar, tendrá que devaluar, recortar algunos subsidios; difícil que le den tiempo. Con Cristina a la cabeza y tras ella la CGT, la Provincia de Buenos Aires al mando de Kicillof, la Cámpora, los congresistas peronistas (todos), Grabois, los planeros, los piqueteros, lo van a reventar a pedradas. Las derivaciones son imprevisibles e indeseables, sin duda.
Y si gana Massa, la bomba, cuya mecha él encendió, le reventará en la cara. ¿Cómo arregla? Con el FMI, no. No le creen nada. Es tal su ambición que entregará el país a quien sea, con tal de seguir. Y ahí esperan los chinos, Putin e Irán.
Será Venezuela, y peor aún.