Escribe Ernesto Kreimerman: Gaza, hacia una solución pacificadora

Finalmente, Israel y Hamas están dado cumplimiento a un acuerdo trabajoso, que ha permitido un alivio a las poblaciones, tras la violenta crisis abierta por Hamas la noche del 7 de octubre, cuando asesinaron a más de 1.400 israelíes y secuestraron a unas doscientas y tantas personas, entre niños, jóvenes, madres y abuelos de edad avanzada. La respuesta israelí a la temeridad del ataque terrorista se demoró, pero ha sido intensa.
Qatar, activo
El bienvenido acuerdo fue resultado de unas difíciles negociaciones, y tuvo protagonistas de primer nivel. Quien tuvo un protagonismo destacado fue el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani. Quienes fueron testigos del proceso, han comentado a la prensa internacional que se trata de “un caso de estudio acerca de cómo funciona la mediación diplomática”.
Según han destacado medios estadounidenses y europeos, las vías de canalización de “una operación de inteligencia”, que fue “manejada discretamente por la CIA y el Mossad de Israel”. Pero ha sido Qatar “quien demostró ser un intermediario indispensable”. Ello pese a las críticas de algunos israelíes por dar refugio a terroristas de Hamas. No obstante esa mirada crítica, Israel no cuestionó la participación de “buena fe negociadora” de Qatar, en una muestra de no entorpecer la marcha de las conversaciones.
Las acciones iniciales de Qatar, así como algunos recaudos asumidos a propuesta del mediador, fueron generando un ámbito de “buena fe”, y así tanto Israel como Hamás llegaron a confiar en la credibilidad del mensajero. En Washington, desde la administración Biden ponen énfasis en destacar la buena disposición de Egipto en colaborar para que se viabilizara adecuadamente el acuerdo.
De esa combinación de intenciones y propósitos surge este acuerdo. Pero no hay que desatender las situaciones internas tanto de Israel como de la Franja de Gaza, del gobierno de Gaza y de la gestión autoritaria de Hamás.

El acuerdo

Casi siempre, las dificultades no se presentan ni en la expresión de motivos ni en la búsqueda del mejor resultado sino en los detalles y suele deteriorarse en cuanto se entra en la lógica de la inclusión de salvaguardias de “protección”, que siempre o casi siempre terminan minando el esfuerzo inicial, y en el fondo son expresiones de falta de confianza en la buena fe de los negociadores.
Un viejo proverbio popular enseña que el diablo estaba en los detalles. Según versiones publicadas en la prensa estadounidense, el marco general “a depurar” de este acuerdo se estableció el 25 de octubre, es decir, dos días antes de que Israel comenzara su ofensiva terrestre en Gaza. Y, recordemos, la noche del ataque terrorista fue el 7 de octubre. Las conversaciones continuaron. En esa evolución, ya hace casi dos semanas, en Doha, el primer ministro de Qatar explicaba a los negociadores avanzar en una fórmula de rehenes por prisioneros. Parecía difícil de destrabar, pero la construcción de confianza, el diálogo continuo llevó a que la semana pasada, un funcionario israelí de alto rango de la cancillería, en Tel Aviv, transmitió a sus interlocutores directos, que el “paquete” sería aprobado. Ello sucedió el martes por la noche.
El cumplimiento de las liberaciones comprometidas significó un punto de inflexión en el estado de ánimo general. Sin desatender las dificultades, ya en la segunda jornada se presentaron quejas y retrasos por parte de Hamás, algo que no es ajeno a estas cuestiones, de alta sensibilidad y de muchas presiones.
Sin embargo, al mismo tiempo que se planteaban esas cuestiones, una delegación de alto nivel catarí aterrizaba en Israel para negociar, en terreno, la extensión del acuerdo, para un alto el fuego más consistente, y que vaya más allá de mañana lunes.

Es muy importante la llegada de esta delegación, por la buena relación de Qatar con Hamás. En efecto, Qatar ha alojado la oficina política de Hamas desde hace una década. Además, ha realizado muy significativas inversiones, estimadas en varios cientos de millones de dólares. También Qatar es uno de los pocos de la zona que mantiene buenas relaciones tanto con Estados Unidos como con Irán.

Por ese entramado, precisamente, y sumando más complejidad y lentitud, se debe sumar el compromiso de Hamás de consultar a Irán y a otros grupos gazatíes acerca del progreso de las negociaciones. La seguridad de Yahya Al Sinwar, líder de Hamás, también jugó un papel crucial en el proceso. Al Sinwar, veterano de 61 años del ala militar de Hamás, a veces se desconectaba durante días en protesta por lo que percibía como atrocidades israelíes en Gaza o por razones de seguridad.
La revista Foreign Policy ha destacado que esta guerra entre Israel y Hamas le ha dado al jeque Tamim bin Hamad Al Thani, Emir de Qatar, la oportunidad de ubicarse como un interlocutor de alto nivel y confiabilidad, quizás como ninguno otro del mundo árabe.

“Alberga tanto a grupos militantes islamistas, incluido Hamás, como a una oficina comercial para Israel y miles de tropas estadounidenses en la Base Aérea de Al Udeid, desde donde Estados Unidos lleva a cabo operaciones rutinarias en la región”.

El qatarí Sultan Khlaifa al-Khulaifi, ha afirmado en una publicación de la London School of Economics, que la relación de Qatar con el movimiento Hamas se fundamenta en tres columnas: uno, el apoyo de Qatar a la causa palestina y el propósito de alcanzar una solución basada en la idea de dos Estados. Dos, el papel de Qatar como mediador, que lo ubica como actor de primer orden; y tres, la débil situación humanitaria que vive el pueblo de Gaza, que ha puesto a Qatar en una posición solidaria. Según Al-Khulaifi, se “refutan así cualquier conexión entre Qatar y el financiamiento del terrorismo y ponen en perspectiva la política de Qatar”.

De la intensidad de la solidaridad qatarí para con Gaza, hablan los años en los que contribuyó con 10 millones de dólares mensuales, para apoyar a las 100.000 familias más pobres de la Franja aislada y para pagar a funcionarios públicos, como profesores y médicos. También proporciona financiamiento para suministrar electricidad a la Franja.

¿El fin de la crisis?

No, lamentablemente no es el final de la crisis. Pero sí ha significado un cambio en el estado de la situación. La tremenda situación que atraviesan los secuestrados de Hamás es además de inaceptable, inconducente. Lo importante de este acuerdo de intercambio de presos por rehenes, es que cambia el sentido de lo que venía sucediendo, pero no significa que prontamente se llegue a un acuerdo de paz o a algo similar.

Hay que tener muy presente que el gobierno israelí y la organización Hamás alcanzaron un primer acuerdo que la madrugada del miércoles ha logrado una pausa tras más de seis semanas de fuertes combates.

Sin embargo, el futuro de Gaza sigue incierto y es necesaria una solución pacífica y pacificadora, para todos. Segura y confiable. Quizás estas acciones de relajación de las condiciones contribuyan a algo positivo. Por ejemplo, que este alto el fuego e intercambios de rehenes y prisioneros, abra expectativas y compromisos también de terceros países que actúen como promotores y garantes de una paz necesaria, solidaria, segura y en armonía.