Certificación para exportar con otro valor diferencial

La certificación de todo emprendimiento amigable con el medio ambiente ha evolucionado en los últimos años hasta transformarse en un valor diferencial en los mercados, tanto para los productos o bienes que comercializa, como para lo que refiere al origen de las energías que utiliza, acceso a insumos y prioridades a la hora de ingresar a mercados de destino, por lo que se trata de un valor agregado ampliamente compartido en este mundo globalizado.

Estos emprendimientos incluyen lo que puede catalogarse como una “gestión sostenible”, y es de particular importancia para países como Uruguay, que tiene elevados costos de producción pero que a la vez tiene condiciones para obtener esta certificación a partir del origen de los insumos y gestión de muchas de sus empresas, particularmente las dedicadas a la exportación.
Ergo, la responsabilidad social y la sostenibilidad constituyen un valor diferencial para las organizaciones, sobre todo dentro del mundo competitivo corporativo moderno, y de allí la importancia de los criterios ESG en la política interna y la cultura empresarial.

Inversionistas, consumidores y talentos están inclinándose por compañías conscientes de la importancia de los criterios ESG, ya que éstas ayudan a mejorar la reputación de la marca, tomar decisiones informadas, evaluar el desempeño y aumentar la rentabilidad.

Incorporar esta estrategia a las políticas internas y la cultura empresarial supone el acceso a interesantes oportunidades. El nombre ESG surge por las letras iniciales de las palabras inglesas Environmental (ambiental), Social (social) y Governance (gobernanza), aspectos que orientan la cultura y la política interna de organizaciones catalogadas como responsables y sostenibles.
En este sentido, puede definirse que los criterios ESG son factores éticos que rigen el proceder de la empresa, considerando el impacto que las decisiones comerciales tendrán tanto en el ambiente como en la sociedad y no solo en el área financiera.

Tales pautas cubren aspectos esenciales de cada rubro, como Environmental (ambiental), y como criterio de evaluación, este término hace referencia a cómo las acciones (directas e indirectas) de la compañía inciden en el ambiente. El objetivo principal es evitar daños al ecosistema y no únicamente mitigarlos.

El factor ambiental está presente en la gestión eficiente de residuos, la reducción de productos de un solo uso, la utilización de fuentes de energía renovables y la implementación de documentos electrónicos, entre otros procedimientos sostenibles.

El aspecto social, a su vez, alude al impacto de la organización en sus relaciones con la sociedad a la cual pertenece. Esto puede verse reflejado en la cultura empresarial, políticas de inclusión, apoyo a la diversidad, donaciones y voluntariados, al igual que programas de formación continua para empleados, salarios competitivos, respeto por los derechos humanos, promoción de la salud ocupacional y entrega de becas de estudio comunitarias.

Governance (gobernanza) aborda el papel de los directivos en la empresa, la transparencia en la administración de los recursos y la interacción con socios, accionistas, proveedores, clientes, trabajadores y comunidad.

Otros aspectos relacionados con Governance incluyen los valores corporativos, la ética, las estrategias fiscales, el respeto a las leyes, la rentabilidad económica y la gestión de conflictos.
En la actualidad, la importancia de los criterios ESG para las empresas es innegable, dado que se trata de una estrategia que permite alinear a las organizaciones con la responsabilidad social y la sostenibilidad, sin sacrificar el margen de ganancia.

Y al respecto, las prácticas de ahorro energético y desarrollo sostenible promueven la reducción de costos y el aprovechamiento de los recursos disponibles. De la misma forma, la atención a los empleados se traduce en una mayor retención del talento, así como una gestión transparente agiliza la celebración de trámites con instituciones gubernamentales.
Las empresas que aplican los criterios ESG están mejor posicionadas en el mercado y generan más interés entre los inversionistas, ya que se considera que sus metas y objetivos serán sostenibles a largo plazo.

En resumen, la gestión sostenible de las empresas en sentido amplio está valorándose ya como un diferencial cada vez más necesario por empresarios y gobiernos desde que se cumple con los factores medio ambiente, social y de gobernanza, e implica mejores accesos a los mercados, colocándolas por encima de las firmas competidoras que no tengan esta certificación para colocar la producción en el exterior. En nuestro país, precisamente, varios exportadores están recorriendo el camino inicial para validar a escala local las diversas acciones y avances en sostenibilidad, de modo de estar preparados para cuando el cliente lo exija, según destaca la revista Búsqueda.

Precisamente el año pasado la Unidad de Exportación Verde de la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU), y el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) lanzaron un plan piloto con nueve empresas de distintos sectores y tamaños que aplicaron el sello denominado Gestión Sostenible, las que recibieron este sello en el pasado mes de diciembre en el evento de reconocimiento al desempeño exportador que organizó el Banco de la República (BROU).

María Laura Rodríguez, de la UEU, reflexionó a propósito de esta iniciativa que “pensamos en el sello como una herramienta que permita a las empresas internalizar la sostenibilidad, que empiezan a pensar en esa lógica e involucrar a todos con la temática para prepararse para lo que se viene, porque la exigencia de los mercados empezará a ser a toda la cadena de abastecimiento para saber si la compra de insumos o materias primas es a proveedores sostenibles. Y ahí entrarán nuestros exportadores y luego entrarán los proveedores de nuestros exportadores, los tambos, las pymes del Interior, etcétera”.

Y si bien la certificación que la empresa obtiene con este sello es local, los exportadores que tengan el nivel 3 del sello podrán aplicar a una validación internacional en sostenibilidad, habida cuenta de que entre otros aspectos la Unión Europea está desplegando el denominado Pacto Verde (Green Deal) que incluye cambios a las exigencias a los productos desde lo que el bloque importe. Así, a partir de este año el bloque tiene previsto prohibir el ingreso de productos que para su concreción requirieron deforestar una zona, con el fin de contribuir a la lucha contra el cambio climático y detener la pérdida de la biodiversidad.

Así, la nueva norma establece que las empresas que exporten a la UE deberán proporcionar información concluyente y verificable de que sus productos están libres de deforestación, entre otras condiciones. En los papeles no hay razones para que una empresa, del ramo que sea, no se afilie a esta sana cruzada, pero los reparos y los condicionamientos aparecen a la hora de competir con quienes no participan en esta idea, a veces por falta de conciencia pero también porque hay no pocos emprendimientos que están al límite de su subsistencia, por problemas de costos y/o mercados, y la necesidad tiene cara de hereje, dice bien el refrán.

Por lo tanto, se requiere trabajar más en la concientización pero también en la búsqueda de mejores herramientas e incentivos, a través de créditos benignos y financiación adecuadas para facilitar el camino hacia la reconversión a la gestión sustentable, en el entendido además de que se trata de una cadena y que los demás eslabones deberán irse integrando, necesariamente.