Otra testigo del “caso Puerto” dijo que a los niños “les escondían la comida”

Tras el informe realizado por EL TELEGRAFO, el caso de presunto encierro y abusos físicos que vivieron durante varios años tres menores de edad por parte de su padrastro acaparó las portadas de medios de la capital del país y llamó la atención de autoridades vinculadas a la niñez, entre otros. Debido a la repercusión, el ahora denominado “caso Puerto” fue además informado por Jefatura de Policía, aunque aclararon que aún se encuentra en etapa de investigación judicial.
En tanto, en la víspera, nuestro medio periodístico tomó contacto con un nuevo testigo que indicó haber visto las situaciones de violencia en 2018 cuando vivió circunstancialmente en la misma cuadra y esta persona hasta fue recibida unos días en la casa donde se suscitaban los hechos.
“Me mudé para Paysandú en 2018 y me instalé en una casa en la misma cuadra de la pareja y los tres hijos de ella. Al no poder pagar el alquiler, me ofrecieron irme unos días a su casa donde estuve poco más de una semana, que me bastaron para darme cuenta de algunas cosas que sucedían con los chiquilines; y en ese entonces la mayor tenía 10 años y la más chiquita cuatro más o menos. Me di cuenta que estaban en estado de desnutrición, físicamente se les notaba, y los tenían en un cuarto donde tenían las cuchetas, entrando a la casa a mano izquierda, donde no tenían luz y les ponían candado para dejarlos encerrados”.

“Yo estaba acostumbrada a comer al mediodía y de noche, mis hijos pasaban comiendo, y esos días que estuve conviviendo con ellos me pasaba de cocinar de noche y cuando les iba a servir, porque miraban como con ganas, la madre y el padrastro me decían que no comían, que nos le podía dar”, relató Andrea.
Y señaló que una vez a la nena más chica “se le cayó un vaso de leche, gritaba y lloraba con desesperación. El padrastro estaba trabajando en el puerto y la madre había ido a la escuela, y le hice otro antes que vinieran y ella miraba con nervios para la puerta. Se tomó el vaso rápido y el pedazo de pan se lo metía de apuro. Pobrecita, tenía hambre y sed. Tenía la pancita como los nenes desnutridos, que tomaba algo poquito y se le inflaba”.
“Recibían maltrato, les escondían la comida, les pegaba con un cinto, si no pregúntenle al nene qué pasó un día que se escapó del cuarto para agarrar de la heladera dulce de leche: lo lastimaron todo, pobrecito. Tenía marcas en el cuerpo y la madre estaba ahí. Yo incluso le dije varias veces que no permitiera que por tener un marido a los nenes les pasaran esas cosas, y ella me miraba a los ojos y se ponía a llorar. La nena grande, que en ese entonces tenía 10, era tímida, asustadiza y hasta su cuerpito estaba como cambiado. Una vez le pregunté si él le hacía algo, la tocaba o qué le pasaba, le dije que confiara que la iba a ayudar, pero no se animaba, tenía vergüenza”, comentó. En 2019, después de la inundación, “hice denuncia en la Línea Azul, pero no pasó nada. Yo incluso iba a la vereda de ellos y les gritaba que los dejaran salir pero no, parece que eso era peor”. Cuando me mudé para una casa pegado a ellos, se asomaban y me pedían comida todos los días, yo les daba pero cuando el padrastro se daba cuenta los encerraba como por castigo”, agregó.

Los niños volvían de la escuela “y tenían que ir al cuarto oscuro, no les daban de comer, se acostaban a veces con un vaso de leche y nada más. Y no era porque no tuvieran para comer, porque a él (por el padrastro) nunca le faltaba su carne, su pollo, su vino, sus cosas para comer. Ella siempre iba al almacén a comprar las cosas, solo que nos les daban nada, ni un paquete de galletitas”.
“Son unos verdugos, porque disfrutaban de hacerles eso. Yo fui maltratada de niña y se bien cómo la persona que lo hace lo disfruta, porque a mí me pasó con mi madrastra, que me pegaba y le hacía submarino a mi hermana. Entonces uno sé da cuenta de cómo son las cosas”, dijo Andrea.
Por su parte, dijo que “me encantaría ser testigo y estar frente a un juez para poder decirle todo lo que sé, vi y vivieron esos niños que no fueron cuidados por nadie, porque para eso somos madres, no para preferir a un marido antes que a los hijos, y si tengo que decirle frente a ellos, lo haré sin problemas”.