Un año en repecho

Durante esta semana que hoy concluye vieron la luz dos informes de perspectivas para este 2024, uno del Banco Mundial, acerca del desempeño esperado de la economía global, y otro de la Organización Internacional del Trabajo, acerca del empleo. Ambos son poco optimistas respecto al desempeño de sus áreas de estudio durante este almanaque, ya que se prevé que la tasa de desempleo mundial aumente, con un crecimiento además en las desigualdades sociales. Por otra parte se espera que el crecimiento económico continúe desacelerándose.

El 9 de enero el Banco Mundial publicó su informe “Perspectivas económicas mundiales” y en el artículo con que lo presenta en su página en español resume que “a medida que el mundo se acerca al punto medio de lo que se esperaba que fuera una década transformadora para el desarrollo, la economía mundial está próxima a batir un lamentable récord a fines de 2024: los cinco años con el menor crecimiento del producto bruto interno de las últimas tres décadas”. Matiza, no obstante, que de acuerdo a un “posible criterio”, la economía mundial está mejor que un año atrás, considerando que “el riesgo de una recesión mundial ha disminuido, en gran parte debido a la fortaleza de la economía de Estados Unidos”. Pero atribuye la existencia de posibles “nuevos peligros a corto plazo para la economía mundial” en las crecientes tensiones geopolíticas y en que “al mismo tiempo, las perspectivas a mediano plazo de muchas economías en desarrollo se han ensombrecido”, situación que atribuye a “la desaceleración del crecimiento en la mayoría de las principales economías, la lentitud del comercio mundial y las condiciones financieras más restrictivas de las últimas décadas”. Se estima, en función de este escenario, que “en 2024 el crecimiento del comercio mundial será solo la mitad del promedio registrado en la década anterior a la pandemia”. También señala que posiblemente los costos de endeudamiento para las economías en desarrollo –en especial las que tienen malas calificaciones crediticias, que no es el caso de Uruguay, por cierto– sigan siendo elevados, “debido a que puesto las tasas de interés mundiales se estancaron en niveles máximos de cuatro décadas, en términos ajustados por inflación”. Así las cosas la previsión es que “el crecimiento mundial se desacelerará por tercer año consecutivo, y pasará del 2,6% registrado el año pasado al 2,4% en 2024, esto es, casi tres cuartos de punto porcentual por debajo del promedio de la década de 2010”. Las proyecciones hablan, para las economías en desarrollo, de un crecimiento de “solo un 3,9%”, mientras que los países de ingreso bajo “crecerán un 5,5%”, también, menos de lo esperado. En conclusión, al concluir el año, si se cumplen estas proyecciones, “la población de aproximadamente uno de cada cuatro países en desarrollo y alrededor del 40% de los países de ingreso bajo seguirá siendo más pobre de lo que era antes de la pandemia de COVID-19”.

Por su lado, la OIT publicó el 10 de enero el informe “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2024”, en el que se plantea que “el desempleo y la brecha de empleo han caído por debajo de los niveles anteriores a la pandemia”, pero que durante este año el desempleo mundial sufrirá un aumento, a la vez que crecerá la desigualdad y habrá un estancamiento de la productividad. El informe destaca que los mercados laborales han mostrado “una sorprendente resiliencia” ante el deterioro de las condiciones económicas durante la pandemia de COVID-19, pero advierte, no obstante, que la recuperación “sigue siendo desigual ya que las nuevas vulnerabilidades y las múltiples crisis están erosionando las perspectivas de una mayor justicia social”.
De acuerdo con el informe “tanto la tasa de desempleo como la tasa de brecha de empleo” –personas sin empleo que están buscando uno– se miden en niveles interiores a los previos a 2020. Pero las previsiones para este año muestran fragilidad y se espera un empeoramiento tanto las perspectivas del mercado laboral como del desempleo mundial. Se espera la tasa de desempleo mundial crezca del 5,1% en 2023 al 5,2%, fruto de que los ingresos disponibles “han disminuido en la mayoría de los países del G20”. Señala asimismo una importante diferencia en la brecha de empleo entre los países de renta alta y baja. Entre los primeros fue en 2023 del 8,2%, en los de renta baja se situaba en el 20,5%.

Del mismo modo, mientras la tasa de desempleo en 2023 se mantuvo en el 4,5% en los países de renta alta, fue del 5,7% en los países de renta baja. La desigualdad de ingresos también ha aumentado, advierte el estudio, y añade que la erosión de la renta real disponible “es un mal presagio para la demanda agregada y una recuperación económica más sostenida”, plantea la publicación. También refiere que, a ojos del director general de la OIT, Gilbert F. Houngbo, los desequilibrios “no son simplemente parte de la recuperación pandémica, sino estructurales”. El jerarca advirtió además que “los problemas de mano de obra detectados suponen una amenaza tanto para los medios de vida individuales como para las empresas”, y se requiere un abordaje “con eficacia y rapidez”. Sostiene también que “el descenso del nivel de vida y la escasa productividad, combinados con una inflación persistente, crean las condiciones para una mayor desigualdad y socavan los esfuerzos por alcanzar la justicia social”.

En este punto es conveniente citar al economista en jefe y vicepresidente senior del Grupo Banco Mundial, Indermit Gill, quien al respecto del informe de perspectivas advirtió que estos años 20 del siglo XXI “podrían pasar a la historia como una década de oportunidades desperdiciadas”, de no mediar una corrección importante del rumbo.