Un paso adelante

Mucho de lo que ocurre durante el verano pareciera tener una relevancia menor en la consideración general, acaso por aquella falaz hipérbole de que el país empieza a funcionar cuando el último ciclista cruza la meta y se termina la Vuelta Ciclista. Además de no condecirse con los dinámicos tiempos actuales, cuando cada segundo cuenta, mucho menos esto es así en un año signado por el comienzo del proceso electoral, lo que se suma a otras cosas que nos van a tener entretenidos, como la Copa América, el preolímpico de fútbol ahora nomás, los Juegos Olímpicos de París a mitad de año, en fin, que va a ser un año que se va a pasar rápido, posiblemente.
Pero en este verano ha pasado muy bajo el radar un paso que puede ser sumamente trascendente para la cultura uruguaya, más concretamente para su profesionalización e internacionalización. Hablamos de la firma del acta constitutiva de la Fundación Uruguay Cultura, organización que tiene por objetivos sustentar y promover la marca cultural de nuestro país, que tuvo lugar el pasado 10 de enero en el Ministerio de Educación y Cultura.
La Fundación se creó al amparo del Artículo 336 de la Ley de Rendición de Cuentas, aprobado por unanimidad en el Parlamento, lo que constituye un respaldo nada menor al ser un instrumento que nace con el respaldo de todos los sectores políticos que cuentan con representación. La premisa con la que se crea es la de promover la articulación entre los sectores “público, privado y no gubernamental, tanto local como del exterior”, a efectos de “potenciar la internacionalización de los bienes y servicios del sector cultural”, así como captar fondos destinados a complementar y potenciar esta tarea. En su conformación estarán representados institutos y departamentos de la Dirección Nacional de Cultura: Instituto Nacional de Letras, de Artes Visuales, de Música, de Artes Escénicas, área de Economía Creativa y el departamento de Internacionalización de la Cultura Uruguaya, y será presidida por la Directora Nacional de Cultura, Mariana Wainstein, firmante del acta en representación del Ministerio.
Una publicación al respecto en la web de la cartera enumera los cometidos que tendrá la Fundación Uruguay Cultura, entre los que destacan: Realizar acuerdos con entes públicos no estatales, empresas y organizaciones no gubernamentales para promover la internacionalización del sector cultural del Uruguay; Desarrollar acciones de captación de fondos del sector privado local y del exterior para incrementar el financiamiento de la acción cultural exterior desplegada desde la Dirección Nacional de Cultura (DNC-MEC); Representar y comercializar en el exterior los bienes, servicios y derechos sobre bienes culturales producidos por el Ministerio de Educación y Cultura; Canalizar la gestión en el exterior para la participación del sector cultural en bienales, ferias, mercados de arte, exposiciones, etcétera, y Prestar servicios en el ámbito de su competencia.
Agrega el artículo que, en la práctica, esta fundación asume competencias que estaba ejerciendo desde su creación, el departamento de Internacionalización de la Cultura Uruguaya de la Dirección Nacional de Cultura. Sin embargo hay un cambio sumamente trascendente en la creación de esta nueva institucionalidad por fuera del esquema de funcionamiento del Ministerio, que facilitará la interacción con organismos, empresas, oenegés y personas físicas. Pero especialmente se enfatiza en “la ejecutividad necesaria de entidades similares en el extranjero, empresas internacionales, patrocinadores y organizaciones internacionales no gubernamentales, incluyendo plataformas virtuales”.
Y no es que se trate de un invento uruguayo, por el contrario, es un mecanismo de funcionamiento que se ha mostrado exitoso en otros países anteriormente el de contar con una marca que oficie de paraguas para mostrar la producción fuera de las fronteras propias. “Los países más activos en la difusión exterior de su cultura han optado por formas jurídicas que privilegian la articulación público-privada, por tres razones fundamentales: la flexibilidad para generar alianzas dentro del propio país y en el exterior; para poder captar fondos mediante patrocinios de empresas nacionales y extranjeras; y, para gestionar la comercialización externa e intercambio de contenidos y la prestación de servicios culturales”, fundamenta. Así aparecen instituciones que son a la vez una suerte de marca bajo la que se reúnen “productos” culturales –las comillas son para salvar el contrasentido– así aparecen el alemán Instituto Goethe, el Instituto Francés, la Japan Foundation, el Instituto Confucio de China, la Hellenic Foundation for the Arts, de Grecia, y el Instituto Mexicano de Cultura, entre otros tantos.
Que Uruguay dé este paso no puede ser otra cosa que una buena noticia. Claro, una cosa es crear el instrumento y otra muy diferente es ver después, como se ejecuta. Y los temores que aparecen son los de siempre, por ejemplo que el alcance sea realmente nacional y no se extinga su acción solamente en la Capital del país, lógica y comprensiblemente más “rica” en material cultural, y si bien de un tiempo a esta parte el Ministerio de Educación y Cultura ha dado sobradas muestras de vocación descentralizadora y de considerar en sus planes al interior del país y sus artistas, no viene mal tenerlo presente cuando se pone en marcha esta fundación. Lo otro a tener en cuenta es que al existir una herramienta de este tipo se puede “canalizar” al acceso a algunos recursos disponibles en el extranjero. Es importante que se tomen los recaudos para que no haya quienes queden fuera de estos canales por razones de simpatía, sea esta política, religiosa o del tipo que fuere. De quienes toman el mando en esta primera etapa dependerá.