Abstenerse de comer carne el Viernes Santo “es una tradición”, dijo el padre Avellaneda

El padre Avellaneda durante la bendición del Domingo de Ramos.

Respecto a comer o no carne el Viernes Santo, la Biblia no tiene un versículo en específico que prohíba el consumo de carnes en este tiempo. Sin embargo, el no comer carne es una tradición que ha pasado de generaciones a generaciones por mucho tiempo.

Al respecto, el padre Ruben Avellaneda explicó a EL TELEGRAFO que “hay algo muy simbólico, que es simplemente tradición, que obviamente tiene su valor; inspirado en primer lugar en que Cristo entregó su propio cuerpo, su carne, de alguna manera es por eso que nos abstenemos de comer carne, no solamente el Viernes Santo sino todos los viernes de los cuarenta días anteriores a la Pascua, (período denominado Cuaresma). La costumbre de no comer carne es una práctica que asumimos por tradición, no porque sea un mandato divino ni bíblico”.

El ayuno y la abstinencia marcan la Cuaresma, y esa privación de algunos alimentos en algún tiempo sí fue algo muy importante, pero según dijo el párroco “hoy en día en las prácticas religiosas es más un “acercarse a vivir como vivió Jesús” e intentar poner en práctica el mandamiento fundamental que es “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo”. Por lo tanto, las prácticas como el ayuno (de alimento) y de abstinencia de carne están bien, “en especial si para un cristiano le ayuda a crecer interiormente en espiritualidad, en fé, en amor, bienvenidas sean, pero no es fundamental, sin desmerecer la práctica”, aclaró.

“El Viernes Santo para todos los cristianos es el día que hacemos memoria de la muerte de Jesús en la cruz. Jesús fue condenado por las autoridades judías de entonces, con la anuencia del Imperio Romano que estaba en lo que hoy es Jerusalem, Israel. Cada Viernes Santo, todos los cristianos hacemos memoria de esta muerte y recordamos que la cruz es el fin de una vida de entrega, hubo sacrificio, hubo dolor, soledad, desesperación después de toda la pasión del vía crucis; y cuando hacemos memoria y miramos la cruz, también vemos todas las cruces del hoy, las del presente, las cruces actuales que los seres humanos cargamos, vivimos y padecemos”.

“Sabemos que la cruz es el camino, y después de la cruz viene la muerte y después la resurrección. Creemos que Cristo (Dios en su hijo Jesucristo) ha vencido a la muerte, y el regalo es la vida nueva (la resurrección), por lo tanto Jesús en la resurrección venció a la muerte y todas las pequeñas muertes, el mal y todos los males en una cruz, resucitando. La cruz siempre nos recuerda el camino, la entrega de Jesucristo”.

Para finalizar, Avellaneda resaltó que “el centro es el seguimiento de Cristo, intentar vivir el Evangelio, ese es el centro de los cristianos, y vivir el evangelio significa vivir como vivió Cristo, amar como amó Cristo, esperar como esperó Cristo”.

Otras miradas y la vigencia del bacalao

La explicación al por qué no se come carne en Semana Santa y Cuaresma tiene diferentes vertientes. Una de ellas es el de la penitencia, ya que el ayuno es un acto de purificación para los cristianos. También es una acción que simboliza el sacrificio de Cristo. En algunos textos bíblicos se encuentra el pescado como protagonista, haciendo una especial mención en el pasaje del milagro de los panes y los peces. Es por ello que en esta época, los cristianos se deben decantar por la ingesta del pescado. Finalmente en otros textos bíblicos se interpreta la carne como la representación del cuerpo de Jesucristo en el día de su crucifixión. Debido a esta interpretación, se considera una falta de respeto que se coma carne roja.

En el siglo XVIII, la abstinencia se extendió a todo alimento procedente de la propia carne como la leche, el queso, los huevos. En la actualidad, el Código de Derecho Canónico, del 25 de enero de 1983, apunta en los artículos 1249 – 1253 a la obligación de abstenerse a determinados alimentos y de ayunar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

Con la llegada de los europeos (italianos, españoles), llegó esa costumbre y se continuó a través de las generaciones. El bacalao, típico de Europa, no existía en Uruguay, se sustituía por pescado de río, el que hubiera; luego se agregaron frutos del mar y el bacalao importado. Hasta no hace mucho, días antes del Viernes Santo, el olor característico de este pescado lo encontrábamos al pasar por cualquier casa, almacén, vendedores ambulantes; hoy día, según los comercios consultados por EL TELEGRAFO, ya no es un ingrediente tan solicitado, se ha ido sustituyendo por las empanadas gallegas, tartas de atún y otras variedades culinarias. Algo típico es que las instituciones preparen gigantescas paellas para ser vendidas en porciones.