Prepararse para lo peor y esperar que no pase

Los casos de dengue están aumentando casi un 300% en las Américas en comparación con el año anterior y Uruguay nuevamente se encuentra con las luces de alerta encendidas ya que el Ministerio de Salud confirmó la circulación de dengue autóctono en el país.

La ministra de Salud, Karina Rando, fue la encargada de difundir tal novedad luego de detectarse un tercer caso de dengue autóctono, en Florida, que se suma a los otros dos anteriormente detectados en Montevideo. La jerarca recordó que un caso autóctono se produce cuando el paciente no se contagió en el exterior, sino en el territorio nacional e informó que el virus de circulación local es de dos serotipos distintos, de los cuatro existentes.
Las autoridades prevén que el número de afectados aumente en el país en las próximas semanas, en tanto que a nivel regional la situación es de crecimiento exponencial de la enfermedad.

De los 1.424.154 casos de dengue reportados en las Américas desde la primera semana de este año, 477.159 casos (33%) fueron confirmados por laboratorio y 1,307 (0,1%) fueron clasificados como dengue grave. Se registraron un total de 285 muertes por dengue en este período.
Por otra parte, durante la séptima semana epidemiológica del año (última del reporte), un total de 11 países habían reportado casos de dengue, registrando en conjunto 231.468 nuevos casos sospechosos hasta ese momento.

La situación regional, en particular en nuestros países vecinos es muy preocupante y el Cono Sur latinoamericano presenta un incremento del 297% en los casos de dengue en comparación con la misma semana del año pasado y un 379% con respecto al promedio de los últimos cinco años.
Según los últimos datos divulgados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el pasado 29 de febrero, y considerando únicamente la referida séptima semana, Brasil lideraba la lista de países afectados por el dengue, con un total de 186.927 casos reportados durante dicha semana. Le sigue Paraguay con 15.266 casos y Argentina con 12.186. Colombia tiene 6.636 casos, Perú 5.781 y Ecuador 1.054. En el Hemisferio Norte el país más afectado es México con 3.582, mientras que Estados Unidos reportó 20 casos en esa semana.

Los casos se dispararon en Argentina, con un aumento del 159% en comparación al promedio de las cuatro semanas epidemiológicas previas, mientras que en Brasil el aumento fue de un 1,5% en el mismo período.

Para las autoridades uruguayas de la salud aún es una “incógnita” cómo se va a comportar el virus en tierras orientales. “Puede ser que nos pase lo que le pasó a Argentina o a Brasil, con un aumento de números exponencial, muy alto”. “Esperamos que no. De repente tenemos un comportamiento un poco más como fue los años anteriores”, especuló la ministra. De todas formas advirtió que “es esperable” el aumento de los casos durante las próximas semanas e hizo un llamado a la población a “estar preparados”.

En la misma línea, el director del Sistema Nacional de Emergencias, Santiago Caramés, informó que fue activado el protocolo general de coordinación en todo el país ante la confirmación de que en Uruguay hay circulación viral del dengue.
Actualmente se transita la primera etapa de ese protocolo, denominada de “incidencia”. “Estamos en la etapa de prevención, mitigación y preparación para la respuesta, que lo venimos haciendo ya hace varios meses”, afirmó.

Resulta bastante lógico pensar que puede acaecer en Uruguay una repercusión espejo de lo ocurrido en Argentina y Brasil. En este sentido, si bien la mortalidad del dengue es baja (aproximadamente dos de cada 10.000 personas fallecen por esta causa) es evidente la necesidad de adoptar las ya muy conocidas –pero no siempre– medidas de prevención eliminando hasta los objetos más insignificantes que puedan ser utilizados como criaderos de mosquitos, recomendándose además el uso de repelentes y mosquiteros. En este tipo de enfermedades transmisibles por vectores para las cuales no hay una vacuna, el comportamiento humano es el principal factor de prevención y mecanismo de lucha para detener su avance. A diferencia de lo ocurrido en la pandemia, son las pequeñas acciones cotidianas como limpiar nuestro jardín, las que permitirán disminuir el impacto de la enfermedad. Para lograrlo hay que cambiar costumbres a veces muy adentradas en nosotros, generar nuevos hábitos y, sobre todo, ser solidarios porque de nada sirve que uno descacharrice su casa si los vecinos no lo hacen.

Ante la circulación del virus del dengue tenemos que actuar rápidamente con la puesta en práctica de la batería de medidas que ya sabemos, puesto que resulta fundamental la eliminación de los criaderos del Aedes aegypti, trasmisor de esta enfermedad y el chikungunya.

Por otra parte, también hay que tener en cuenta que en este contexto cobra especial importancia las actividades de prevención y control ambiental que puedan desarrollar los organismos con competencia a nivel local. Esto involucra no solo al Ministerio de Salud Pública, sino también al Comité Departamental de Emergencias y fundamentalmente al gobierno departamental y los gobiernos locales en lo que respecta a las medidas de información y control epidemiológico, la fumigación en los barrios y espacios públicos y la adecuada disposición final de desechos derivados del manejo y comercialización de algunos objetos, como es el caso de los neumáticos, entre otros.

Ante la situación actual vale la pena repetirlo una vez más: la clave para que el dengue no se dispare en Uruguay somos nosotros mismos. Es parte de nuestra responsabilidad como ciudadanos contribuir a la salud pública, la propia y la de nuestras familias, eliminando todo tipo de cacharros y objetos que puedan acumular agua y se conviertan en potenciales criaderos de mosquitos.
Como dijo el director del Sistema Nacional de Emergencia en la conferencia de prensa en que se confirmó la circulación viral del dengue en el país: no estamos en una etapa de emergencia ni desastre pero sí preparándonos para lo peor y esperando que no pase. Una frase que, dadas las circunstancias locales y el contexto regional, resulta muy realista y debería ser suficiente para que cada ciudadano asuma una tarea impostergable: colaborar en la disminución de la población del Aedes aegypti, hoy de amplia circulación en el territorio nacional y agente transmisor de una enfermedad que siempre es muy incómoda y puede ser grave e, incluso, mortal.