Sangre indígena en el Uruguay

Debo aclarar que para escribir esta nota he leído un texto del licenciado José M. López Mazz y notas de los investigadores del departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades de la UdelaR.
La sociedad uruguaya posee “profundas raíces en sus poblaciones prehispánicas”, pero se dice que este país no tiene indios y que es un producto de la inmigración europea.
Hasta hace unos años se hablaba del “problema indígena”, refiriéndose a la defensa del territorio por los indios hasta su exterminio, en 1833.
Pero actualmente existe un colectivo social descendiente de indígenas, que demanda derechos, como el ejercicio libre de autoidentificación.
Las investigaciones realizadas a partir de 1970 han demostrado que las clases populares uruguayas incluyen directos descendientes de africanos y de poblaciones nativas, charrúas, minuanes, guaraníes y chanás.
Los primeros habitantes del Uruguay, el grupo fundacional, llegó hace unos 13.000 años y son numerosos sus descendientes. En tiempos históricos sus herederos serían los grupos charrúas y guenoas/ minuanes.
Hace unos 2.000 años habría llegado el segundo contingente poblacional, de origen amazónico y lengua arawak. Sus representantes históricos serían los chanás del valle del río Uruguay.
Poco antes del siglo XVI, habría llegado el último contingente de origen amazónico y lengua guaraní.
Con el “Rescate arqueológico de Salto Grande”, 1973- 1980 y el “Rescate arqueológico de la Cuenca de la Laguna Merín”, 1986-2002, se tuvo un mayor conocimiento sobre las culturas y problemas de filiación indígena.
La investigación ha sacado a luz evidencias de una tradición regional de cazadores especializados, adaptados a las tierras inundables, hace unos 5.000 años. Además, en el Este de Uruguay, existen evidencias de la cultura prehistórica de los “Constructores de Cerritos”, en la que se reconocen diferentes niveles de complejidad social, como plantas domesticadas, caza especializada, organización territorial, monumentalismo, y otras.
Desde el siglo XVI, cuenta la historia el desplazamiento de miles de guaraníes misioneros para construir las defensas militares de Colonia y Montevideo, así como indios pampas para Santa Teresa y San Miguel.
En el primer escudo de la Provincia oriental, 1816, se representa a los indígenas con una corona de plumas, reconociendo su rol histórico como fundadores de la Nación uruguaya, entre los imperios español y portugués.
Durante muchos años, en este país se desconoció el protagonismo histórico y la herencia cultural de los nativos. En los libros de texto se describían los rasgos físicos y conductas estereotipadas, según Porzecanski, 1992. Se reconocía su valentía y coraje, pero se decía que eran primitivos y errantes.
Existe la leyenda de que
desaparecieron, pero dejaron el carácter indómito de los uruguayos. Este mito se conoce con el nombre de Garra Charrúa (López Mass, 1985).
A pesar de Salsipuedes, en 1833 y de la agonía de los pueblos guaraníes a mitad del siglo XIX, los indígenas dejaron su huella y hoy “la presencia indígena en el Uruguay es aún una realidad, rica y diversa”.
Los cerritos de indios de Rocha revelaron que los nativos domesticaban plantas hace 3.500 anos, hacían una caza racional de los ciervos, no eran tan nómadas, desarrollaron una clara territorialidad y construían monumentos a los muertos. Tenían una organización política y una eficiente economía. (López Mass, Moreno, Bracco y González).
El historiador Bracco reconoce el rol central del grupo Guenoa- Minuano, y los estudios permitieron identificar el linaje minuano oriental de los Carapé. El primer Carapé, resistiendo la fundación española de Montevideo y refugiándose en las sierras de Maldonado en 1730. El segundo, Felipe Carapé, fue uno de los “33 Orientales”, en 1825.
El estudio de la “mancha mongólica”, permitió discriminar que en el departamento de Tacuarembó alcanza valores próximos al 50 por ciento, y un promedio de 36,46 por ciento para todo el país. “Los habitantes prehistóricos de los cerritos de indios de la Laguna Merín, el cacique Vaimaca Perú y habitantes actuales de la frontera norte y noreste, comparten marcadores genéticos que aún los unen a través del tiempo. El patrimonio cultural indígena ha sido objeto de un intenso rescate y recuperación por parte de los colectivos de descendientes, que comenzó la vuelta a los ‘lugares sagrados’, visitas a sitios arqueológicos, o la conmemoración regular in situ, de los hechos sangrientos en Salsipuedes”.
Otra interesante prueba de la presencia del patrimonio indígena, son los relatos orales guardados por tradición en Tambores, como el de la niña indígena sobreviviente de Salsipuedes y adoptada por los vecinos.
En Tacuarembó hay familias que aún practican el rito de mostrar los recién nacidos a la Luna llena.
Muy interesante: a partir de una investigación iniciada en 2001, cinco uruguayos se enteraron que comparten un antepasado común con Vaimaca Perú, más conocido como “el último charrúa”.
Los charrúas no se extinguieron, hubo un mestizaje, y la sangre indígena sigue corriendo en las venas de muchos uruguayos. Algunos lo reconocen, otros no lo saben.
Ultimamente se ha descubierto que todos los descendientes de indígenas, en toda América, tienen sangre del grupo Cero, universal. Y en mi familia tengo personas con rasgos indígenas, que poseen ese tipo de sangre.

La Tía Nilda