Un paso en la buena dirección para nuestra riqueza forestal

Aunque no tuvo la difusión que correspondería a un emprendimiento de esta magnitud, y sobre todo a sus connotaciones, es altamente significativo para el país la inauguración, la semana anterior, de una planta de debobinado de madera, en la localidad de Villa Sara, departamento de Treinta y Tres. En el acto se hizo presente el presidente de la República, Dr. Luis Lacalle Pou, quien destacó en la oportunidad la generación de puestos de trabajo y el progreso de la actividad forestal.
Asimismo el mandatario destacó la visión que tuvieron los autores de la ley forestal de 1987, como génesis de ciertos sucesos del Uruguay de hoy, a la vez que valoró la cohesión social de los uruguayos y los logros a partir de la citada norma, como la creación de puestos de trabajo.
El jefe de Estado elogió el progreso de la actividad forestal a lo largo de más de tres décadas y dijo entre otros aspectos que el trayecto de la ruta 8 se verá beneficiado, por lo menos, con tres emprendimientos que la emplean como materia prima. También indicó que se proyecta un destino distinto para la actual logística nacional, que permita reducir la dependencia del puerto de Montevideo, lo que influirá en la ecuación de las inversiones.
“Estamos ante un proceso importante”, aseveró, y recordó los usos de la madera para actividades como la elaboración de celulosa o la construcción. Sobre este tema en particular, sostuvo que en la actualidad Uruguay apela a utilizar dicho material, al igual que países como Canadá o Estados Unidos, donde se han obtenido excelentes resultados.
La planta de debobinado de madera de Olimar Forest Products prevé originar más de 45 empleos directos y cerca de 100 indirectos. La construcción demandó dos años y medio de trabajo y una inversión cercana a los 7 millones de dólares.
Se trata de la primera planta de contrachapados de la empresa española Garnica fuera del continente europeo y en este caso ha sido levantada en el Polo Logístico e Industrial de Treinta y Tres, sobre la Ruta 19.
Según la empresa, esta nueva fábrica les “da acceso a una nueva especie de madera, el Eucalyptus Grandis, cultivada en plantaciones locales certificadas FSC®” y destaca que eligieron Uruguay “por la elevada profesionalización de su sector forestal, su estabilidad y acceso a materia prima de calidad con los máximos estándares de sostenibilidad”.
Agrega que para los inversores “es una oportunidad increíble para continuar creciendo y fortaleciendo nuestra presencia internacional. La localización estratégica de esta nueva fábrica en Uruguay nos permitirá aumentar nuestra capacidad de producción, diversificar nuestra materia prima y aumentar el porfolio de productos”.
No se trata de una única incorporación, por cuanto la empresa forestal Lumin también hizo público el anuncio de la instalación de una nueva planta de tableros contrachapados en el país (la tercera de la compañía), situada en el departamento de Cerro Largo, la que empezaría a producir plywood en los primeros meses de 2026.
Es de destacar que a partir de la Ley de Desarrollo Forestal de 1987 –que por cierto no fue votada por el Frente Amplio–, se ha generado un avance revulsivo en el desarrollo de la industria forestal uruguaya, con un gran crecimiento tanto en infraestructura como en capacidad productiva, sustentada en la producción y extracción de madera, alcanzando aproximadamente 25 millones de metros cúbicos este año. Este volumen implica que Uruguay, pese a su escasa extensión territorial, es el segundo mayor productor de celulosa en América Latina. Asimismo, como derivación de los emprendimientos forestales, se ha dado una significativa contribución a la diversificación de la matriz energética, al cubrirse el 7% de la demanda energética del país a través de la biomasa forestal.
Decíamos que el Frente Amplio, estando en la oposición, no apoyó la Ley de Desarrollo Forestal y no la votó en el Parlamento, pero cuando asumió el gobierno, mantuvo como política de Estado el apoyo al sector forestal, porque más allá de posiciones filosóficas y la postura de los sectores más radicalizados dentro de la coalición de izquierdas, asumió la importancia de la actividad forestal como impulsora de la dinámica de la economía, con creación de polos de desarrollo, e incluso otorgó facilidades y exoneraciones fiscales de magnitud para que se concretara la inversión de la planta de UPM 2 en el país, en una postura que cambió respecto a la de 1987 a fuerza de la realidad y lo que implican las responsabilidades de gobierno.
Hoy el desarrollo forestal, con matices, es una política de Estado y como tal la han seguido todos los partidos a los que les ha tocado ejercer el gobierno, porque inversión significa crear puestos de trabajo, generar infraestructura, volcar polos de desarrollo en el Interior en las zonas de implantaciones forestales, y también contribuir a combatir la emigración de familias desde las zonas rurales a los emplazamientos urbanos.
Pero, naturalmente, también la realidad ha demostrado que la industria forestal no solo conlleva la implantación de montes, el traslado de troncos a las plantas de celulosa y la exportación de esta materia prima –como hace Entre Ríos en Argentina, justamente porque se opuso a la construcción de plantas de celulosa, a partir de de la instalación de la primera planta de UPM en Uruguay–, sino que nuestro país debe apostar a la etapa de industrializar la materia prima dentro de fronteras, que es lo que crea mayor numero de fuentes de trabajo genuinas, con empleo de calidad.
Está por lo tanto pendiente, como hemos señalado en más de una oportunidad desde esta página editorial, el gran salto de calidad, el de la inversión en plantas de procesamiento de la riqueza forestal más allá de la celulosa, como es el caso de las plantas de contrachapados que se han instalado, así como de aserrado y procesamiento menor para el uso de la madera en la industria de la construcción, entre otras posibilidades, a lo que se agregan experiencias piloto en marcha para la construcción de viviendas de madera.
De eso pues se trata, de apurar el paso hacia la industrialización de la riqueza forestal que se genera dentro de fronteras, dentro de una amplia gama de posibilidades, precisamente, pues además de la transformación mecánica hay grandes oportunidades de desarrollo y de generación de empleo, mediante el agregado de valor a la materia prima a través de su transformación en productos conocidos como los de ingeniería de la madera, entre los que está la madera tratada térmicamente, la madera laminada cruzada, la madera microlaminada, los tableros de virutas, la madera laminada encolada y los paneles y contrachapados.
Indudablemente este es el camino que se debe seguir, el de generar propuestas e incentivos para potenciar el ciclo de valor agregado a la materia prima que se genera dentro de nuestro territorio, porque implica incorporar inversión, tecnología y empleos de calidad, además del reciclaje de insumos dentro de fronteras en el marco de una economía circular que recicla recursos que de otra forma se van del país.