Escribe Ernesto Kreimerman: A seis meses, es tiempo de negociadores

En las décadas del 30 y 40 del siglo pasado, el ascenso del nazismo en Alemania, del fascismo en Italia, del franquismo en España, del régimen colaboracionista de Vichy en Francia, la abdicación de Eduardo VIII y su simpatía por el nazismo, entre otras situaciones (Polonia, Austria, la URSS, etc.), abanderados del odio y la violencia arrastraron a la humanidad a una tragedia profunda. Algunos historiadores hablan de más de cien millones de víctimas.

Para el mundo era un momento terrible; para los judíos eran tiempos trágicos. Buena parte de la intelectualidad jugaba opinión por las libertades y la democracia; también la judía. El ascenso del autoritarismo y del odio fueron ampliando los miedos, avasallando las libertades. Albert Einstein formulaba por aquellos días una pregunta que aún no ha encontrado una respuesta convincente: “¿Cómo es posible que esta pequeña camarilla doblegue la voluntad de la mayoría… al servicio de sus ambiciones?”.

Octubre, muerte y secuestros

“La despreocupación, lo sabéis ya, es la gran enemiga de un mortal”, supo advertir Hécate, en Macbeth. Aplica bien para los hechos del 7 de octubre último. En el inicio, en 1948, Israel aceptó la decisión de Naciones Unidas de establecer dos estados, uno árabe y otro judío. Pero el mundo árabe no, y se inició la guerra de independencia. Entonces, Israel, Estados Unidos y la URSS calificaron el belicismo de los ejércitos árabes como “la primera agresión armada” post Segunda Guerra Mundial. Israel logró sobrevivir a esas guerras.

La historia hasta aquí ha sido larga y dolorosa, para todos. Pero la mañana del 7 de octubre Hamás da comienzo a una operación de brutal insania, causando más de 1.200 muertes, miles de heridos y 240 secuestrados. Imposible describir los sentimientos de aquella mañana. Una dolorosa mezcla de pánico, temor, angustia, frustración, rebeldía.

La reacción de las FDI, inesperadamente, tardó. Una arraigada sensación de seguridad se resquebrajó. ¿Qué pasó? En algún momento, cuando se revisen objetivamente los hechos, lo sabremos. No se trató de un error humano, sino una consecuencia del cambio de paradigmas en las estrategias de seguridad que generó zonas de indefensión.

Hay una primera fase que va del 7 de octubre, que la inicia sorpresivamente Hamás, aunque Israel habría sido alertado por servicios de inteligencia aliados que “algo” estaba sucediendo, y este 1º de abril cuando Israel bombardea el edificio anexo al consulado iraní en Damasco. Con la respuesta iraní, lanzando cientos de misiles y aviones no tripulados contra territorio israelí, ese frente del conflicto se estanca o neutraliza. ¿Qué pasó?
Me temo que el desarreglo del 7O es la contracara de la inteligencia estratégica del 1A. ¿Por qué? Esta guerra 2024 es diferente a los anteriores; se trata de conflictos interrelacionados. La revisión crítica de la experiencia del 2006 fue clave para un nuevo diseño defensivo, que en parte ya estaba en desarrollo, y que en parte siguió madurando cualitativamente.

En efecto, de la reflexión estratégica de la guerra del Líbano del 2006 y la evolución de la situación en Gaza, se verifica que la organización y logística de las fuerzas antiisraelíes eran diferentes: “ejércitos terroristas difusos, equipados con cohetes/misiles”. De ello se concluye que sería muy poco probable que Israel debiera enfrentarse a fuerzas terrestres convencionales, y esos grupos armados disponen de una capacidad militar limitada respecto a Israel. Lo relevante es que ya no se trata de milicias de escasa vocación militar, sino de adversarios mejor entrenados y con una motivación ideológica más negativa, con mejor armamento, operando en redes complejas y con capacidades desarrolladas para interconectar sin restricciones.

Para este escenario proyectado, la planificación defensiva a desarrollar preveía que Israel optara por enfrentamientos de pequeña escala, de forma inteligente, decidida y rápida. No hay que dejar de mencionar el uso intensivo de IA, para lo cual Israel ha hecho una inversión muy importante. No se trata solo de colectar información originada en los satélites, sensores, e inteligencia, sino del procesamiento, transformando datos en información inteligible, sistematizada y útil para los trabajos de inteligencia.

Por eso, además del factor sorpresa del 7O y estas redefiniciones estratégicas, cuesta encontrar consistencia a los anuncios del gobierno de Netanyahu y los nuevos paradigmas de defensa. Ni Hamás, después de 200 días, desapareció, ni tampoco, lamentablemente, se han liberado (vía negociación u operación comando) los rehenes. De hecho, aún hay 133 secuestrados, con paradero desconocido.

Irán, en su dimensión

Los incidentes con Irán han despejado dudas y confirmado certezas: las responsabilidades de Irán quedaron expuestas, detrás de Hamás, en su respaldo. La acción israelí desnudó la debilidad defensiva iraní, que no pudo prevenir ni evitar la muerte de calificados jerarcas militares, de la Guardia Revolucionaria. Sin embargo, para neutralizar el anunciado ataque iraní fue necesaria la rápida articulación de una cooperación defensiva liderada por Estados Unidos, con Inglaterra, Francia, Italia y Australia, además de asistencia jordana, emiratí, saudí y bahreiní. Un esfuerzo muy significativo de Biden.

Por ello, cobra mayor valor la necesidad de construir una alianza regional de moderados, en la que también deben estar incluidos ciertos palestinos, para neutralizar futuras tentaciones bélicas.

Cuál es el futuro

Más de seis meses después del 7 de octubre, Israel no ha asegurado el regreso seguro de sus rehenes, no ha eliminado a Hamas, está en tensión con Estados Unidos y, además, se ha retrasado la normalización de las relaciones con Arabia Saudita. En contrapartida, de la mano de Biden y en defensa de Israel se articuló una coalición anti iraní que cambia objetivamente las condiciones: cobra valor el hecho de que Israel haya calibrado su respuesta con sus socios, pensando en el significado de una lucha más amplia contra Irán.

Ahora mismo hay una propuesta en manos de los negociadores. Integrar un alto el fuego de mediano plazo (5 años), la resolución de la situación de los rehenes, la aceptación de unas fronteras seguras (según avances), y concluir en dos estados, es ambicioso. Y los próximos días serán fundamentales para saber de avances y acuerdos.

Quedarán pendientes otros asuntos que hacen a cuestiones de fondo, tanto para Israel como para la Autoridad Nacional Palestina. Para empezar, restablecer estándares de gobernanza que revaloricen la institucionalidad democrática, la convivencia.
Pero ahora, lo más urgente, es ni un muerto más.

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