Quienes han plantado pasto elefante en sus predios en el país, que no son muchos, han declarado su beneplácito por los cambios positivos en la opción forrajera que se abre para su ganado. Pero la interrogante que despierta este artículo es por qué no se ha masificado a nivel de Uruguay, pregunta que fue respondida por el ingeniero agrónomo Rómulo Cesar, coordinador de la Regional Litoral Norte del Plan Agropecuario, en una reciente visita al predio de la familia Brasesco Gómez, en la zona de Paso Guerrero, departamento de Paysandú.
El citado profesional, primero habló de las características de este pasto. “Es un material generado por INIA hace ya muchos años, tratándose de una forrajera de origen tropical, que se caracteriza fundamentalmente por su alto porte. Es una especie que logra alcanzar alturas que superan los 3 metros y medio, asociado a una alta capacidad de producción, una alta productividad”.
Recordó que en el Plan Agropecuario “por el 2009 o 2010 empezamos a trabajar sobre esta alternativa forrajera, apuntando fundamentalmente a los predios de menor escala, de escala reducida, donde sabemos que es fundamental contar con una alternativa como la del pasto elefante, en el entendido de que permite en un área pequeña del predio, contar con un módulo de alta producción, tan alta como que el potencial productivo pueda alcanzar las 35 o 40 toneladas por hectárea”. Y eso “es muchísimo”, enfatizó el profesional.
Explicó que el periodo de producción de pasto elefante “va desde agosto, setiembre hasta las primeras heladas. En ese periodo de tiempo se alcanzan esos altos niveles de productividad. Una hectárea de pasto elefante puede significar tranquilamente tres o cuatro hectáreas de un verdeo de verano”, aclara Cesar. Y además, tiene la ventaja adicional de que “es perenne”. Esto significa que “una vez que se instala, como en este caso de la familia Brasesco Gómez, que ya tiene tres años, pero la vida útil es mucho mayor”.
El técnico del Plan Agropecuario reafirmó la idea de que “una vez que se logra instalar el pasto elefante, es un recurso forrajero de largo aliento, porque además lo hace muy atractivo para integrarlo a la paleta de opciones forrajeras que los sistemas productivos presenten”.
Desde el punto de vista nutricional “se parece bastante, por ejemplo a los sorgos forrajeros, Es decir, no es un material de excelente calidad, pero sí de una calidad aceptable”. Y precisó que esa calidad no es tan exuberante, pero sí lo compensa con los niveles de productividad que genera”. En términos técnicos “hablamos de niveles de proteína de 12, 13, y 14 por ciento. Este nivel es del entorno de 60%. Esos son indicadores de un forraje de calidad media, que por supuesto puede ser mejorado en función del objetivo productivo de cada sistema”.
Rómulo Cesar explicó que el estado fisiológico de las plantas “ha avanzado cuando se maneja a nivel comercial; la recomendación es no dejarlo ir tan alto y entrar a pastorear cuando se ubica entre el metro y medio, a metro 80”. Pero además, aclaró que “lo que se recomienda siempre es comerlo en el entorno de hasta 20, 25 o 30 centímetros, de forma de favorecer el rebrote, que incluso es muy rápido”.
Eso implica, en términos prácticos, que en ese periodo de setiembre a abril, “es esperable que se puedan hacer hasta cuatro o cinco pastoreos”, como es el caso del predio visitado, que en este caso estaba en el cuarto pastoreo. “Eso explica la productividad, y una parte central de esa velocidad de rebrote, tiene que ver con el remanente que se deja en esos 20, 25, o 30 centímetros, que es importante que se se mantengan luego del pastoreo”.
PASAR EL INVIERNO
Al tratarse de un material de origen tropical, es importante tener en cuenta que no se debe utilizar durante el invierno. “Es importante que a esta altura del año no se arrase, sino que se deje un área de cobertura en el entorno de los 30, 40 a 50 centímetros como la forma de protegerlo del invierno”, sostiene el profesional.
La forma para que sobreviva el invierno “es dejar un material que después se va a quemar con las heladas, pero que a su vez va a proteger la planta y eso va a permitir el rebrote cuando se empiecen a alargar los días con la llegada de la primavera”.
La perennidad de la pastura “es una ventaja bien importante”, enfatiza Cesar. “En Uruguay muchas veces a nivel de las praderas, hablamos de gramíneas perennes, pero sabemos que en la práctica, por distintas razones, es complicado que las leguminosas, por ejemplo, o las gramíneas pasen los tres o cuatro años de vida productiva. En el caso del pasto elefante, hemos visto en varios predios que acompañamos desde el Plan Agropecuario desde el año 2010, que las pasturas se mantienen y no tienen graves problemas de sobrevivencia”.
Otro aspecto destacado por el profesional, es que “el punto crítico es la instalación. Lograr buenas implantaciones va asociado a buenas elecciones de chacras, suelos profundos bien drenados. Aquellos productores que tengan la posibilidad de asegurar el nacimiento con riego en veranos que puedan venir secos, es clave”. Pero puntualizó que eso es el primer año, ya que “una vez instalado el cultivo, hemos visto sobrevivencia muy buena con altos niveles de estand de plantas y eso es bien importante”.
El profesional indicó que la herramienta del riego “es válida para cualquier alternativa forrajera, y el pasto elefante no es la excepción”. De todas maneras, precisó que “en estos veranos pasados ha habido un déficit hídrico importante en el país y la instalación del cultivo ha permanecido”.
¿POR QUÉ NO SE EXPANDE?
Consultado por qué esta interesante alternativa forrajera no se expande entre los productores, el responsable de la regional Litoral Norte del Plan Agropecuario explica que “seguramente hay varios factores. Sin duda que la principal limitante que tiene a la hora de instalar el cultivo es que no se puede hacer por semilla. Entonces no hay más remedio que la propagación de forma vegetativa, es decir, desde una planta madre se generan lo que nosotros llamamos los macollos, a partir de los cuales se hace el trasplante de los mismos y la nueva instalación en nuevas áreas”.
Entiende que desde el punto de vista operativo “es costoso, teniendo en cuenta los tiempos del trabajo de plantarlo, hasta si fuera a contratarse mano de obra para hacerlo. Esa es una de las principales restricciones por las cuales no se alcanzado una masividad en el uso”.
DESCUBRIENDO SUS BONDADES
Desde la familia Gómez Brasesco reconocieron a EL TELEGRAFO que los resultados obtenidos “han sido más que satisfactorios. Lo hicimos pensando en que necesitábamos en un menor área, un sistema intensivo para alimentar nuestra majada de la raza Highlander –raza carnicera y muy prolífica–, y fundamentalmente los novillos para engorde que criamos en el predio”.
En un principio fue plantado el pasto elefante en un área de unos 10 metros de ancho por 30 metros de largo, y ampliado el año pasado unos 20 metros cuadrados más. “Ahora pensamos extenderlo en media hectárea más, porque realmente los resultados han sido excelentes”, indicaron José Brasesco y Elizabeth Gómez.
Incluso, en el lugar que plantaron las primeras plantas del pasto elefante, instalaron un sistema de riego, que “este año no debimos utilizar por las interesantes precipitaciones que tuvimos”. Respecto a la altura que llegó en estos días, cercano a los 4 metros, expresaron que “ya lo estamos moliendo con micropicado y dándoselo al ganado en las bateas, y lo comen con muchas ganas. Pero también les gusta ir a las plantas, así que esperamos que lo coman rápidamente”, dijeron. → Leer más