Los 130 años de un faro

El próximo 23 de mayo se cumplen 130 años del nacimiento de Clemente Estable, docente y pionero para la ciencia uruguaya, y con absoluta justicia la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), a través de su Plan Educativo Cultural, denominó al 2024 como el Año Clemente Estable. El lanzamiento de esta iniciativa, que busca reivindicar y recordar a esta figura clave en la cultura nacional, contó con la participación del ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, la presidenta de la ANEP, Virginia Cáceres y la directora del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, IIBCE, Cecilia Scorza.
“Sepan que en el Uruguay de hoy, gracias a gente como Clemente Estable, uno puede dedicar su vida a la ciencia”, dijo Da Silveira, dirigiéndose a los escolares que asistieron al evento, a quienes además alentó a dedicarse a la investigación. Es que además de ser de estricta justicia, este reconocimiento es toda una declaración de intenciones de parte del Estado uruguayo (que no del gobierno solamente), en momentos en que atravesamos tiempos turbulentos para la sociedad del conocimiento, en los que se contrasta –en una supuesta igualdad de condiciones– la palabra de alguien que ha dedicado su vida a una disciplina con la de quien ha visto tres videos en YouTube y está convencido que nos están “fumigando” los aviones cuando aparecen “nubes raras”. Pero además en un momento en el que en algunos lugares del planeta se están desarticulando instituciones científicas en aras de un ahorro de recursos financieros, abriendo la puerta a una caída en picado, porque no hay peor error que amputarse la posibilidad de generar conocimiento genuino y aplicable a la propia realidad. A nadie se le pasaría hoy por la cabeza pretender desarticular el INIA, o el laboratorio Miguel Rubino, a cambio de bajar algunos centavos de dólar el gasoil. Es una tontería que a nadie se le ocurriría porque el beneficio de la aplicación de los resultados de esta investigación es muy superior a este supuesto posible “ahorro”.
Cáceres anunció que se trabaja, junto al Ministerio de Educación Cultura (MEC) y la Comisión de Patrimonio, para que la casa que perteneció al investigador, en la capital del país, ubicada en el barrio del Prado, sea transformada en un espacio cultural-pedagógico, con énfasis en la educación en ciencias. Pero sería bueno que también se fuese pensando, tal vez no en una casa, pero sí en contar con determinados espacios en las capitales departamentales, para difundir el pensamiento científico, así como existen las ferias de Clubes de ciencia, que suponen un formidable movimiento. En el marco de esta celebración se anunció que el Plan Educativo Cultural de la ANEP lanzará un libro sobre Clemente Estable, dirigido a niños y jóvenes e ilustrado por los alumnos de las 19 escuelas que llevan el nombre del investigador, una en cada departamento, así como la reedición de dos de sus obras, y una convocatoria para realizar pasantías en el Instituto.
En este contexto viene al caso citar las expresiones del ministro Da Silveira acerca del rol de Clemente Estable, a quien presentó como un pionero. “Eso suena muy lindo, pero en la época de él eso era algo bastante difícil, significa que él levantó el programa de hacer ciencia en una época donde en el país apenas se hacía ciencia, ni siquiera en la universidad se hacía mucha investigación, porque nuestra Universidad de la República nació, como nacieron las universidades en general, en la época en que fueron fundadas como lugares donde se formaban profesionales; el giro de incorporar la investigación como un componente central al que se destina una parte grande del presupuesto de una institución como la Universidad República no es algo que estuviera desde el inicio, es algo que existe hoy”, expresó. Agregó el jerarca que fruto de esas circunstancias es que el investigador escribiese y dijese tantas frases “dirigidas a convencer a los uruguayos de la importancia de hacer ciencia, de la importancia de desarrollar capacidades para hacer ciencia, de la importancia de destinar recursos a ponernos en condiciones de hacer ciencia”. Afirmó asimismo que “Clemente Estable triunfó, en el sentido de que hoy Uruguay es un país donde todos los días se hace ciencia, se hace ciencia aquí, se hace ciencia en varias universidades, se hace ciencia en otras instituciones. Hoy en Uruguay hay un número importante de científicos que pueden dedicar su vida profesional a hacer ciencia. Eso era el sueño de Clemente Estable. Cuando Clemente Estable empezó, eso no existía. Hoy existe. Con carencias, con limitaciones, a veces con menos recursos de lo que quisiéramos, pero existe. Hoy Uruguay está en el mapa de la ciencia”, dijo.
Una de estas frases del homenajeado es “Con ciencia grande no hay país pequeño”. Esta expresión luce, en letras muy grandes, en el frente del instituto que hoy lleva su nombre, donde se realizó el lanzamiento de este año de homenajes, sobre avenida Italia, en Montevideo, por donde a diario transita un buen porcentaje de la población uruguaya. Es un recordatorio que bien podría estar multiplicado en todas las ciudades del país, para que no lo olvidemos.