Solicitada: Nos necesitamos

Te invito a pensar a ti, mujer que estás en casa o trabajando para traer el sustento. A ti mujer fuerte y resiliente, soltera o esposa, madre abnegada, hermana, hija o abuela amorosa, que, con dedicación, aún buscas en este mundo adverso, comprender la compleja maquinaria de este sistema que todavía, en el Siglo XXI, si bien un poco más cerca, algunas cosas para el género femenino siguen siendo demasiado difíciles o imposibles de alcanzar.
A comienzos del siglo pasado, un hombre que comprendía el verdadero valor de las mujeres, y la importancia de sus roles dentro de la sociedad, escribía bajo seudónimo femenino para un diario. Allí se ocupaba de denunciar todo lo que consideraba injusticias sociales. Entre ellos, el poco valor que se le daba a las mujeres entonces, limitándolas en roles donde no podían expandir su conciencia y limitando su nivel intelectual para evitar su participación más profunda, no solo en cuestiones sociales sino además políticas.

Sus palabras no pasaron inadvertidas. Para finales de la segunda década, las mujeres uruguayas, no sólo gozaban de más derechos, sino que este pequeñito país se puso a la vanguardia, y hoy goza del privilegio de ser recordado como el primer estado de américa que permitió el sufragio femenino.

Ese señor fue considerado un feminista sui generis. Ese señor buscaba con su temperamento duro y decidido una equidad social de largo alcance, donde los resultados no se verían de inmediato, sino al transcurrir algunas décadas. De una sociedad bárbara a una más civilizada. Porque su visión le permitió entender que un país que necesita desarrollarse y progresar, debe de tener ciudadanos educados, formados en una labor o profesión sin distinción de género. Un ciudadano que aporte cualquier cosa, pero que sea productivo para la sociedad. Pero también entendía que para lograr todo esto, era necesario orden y disciplina dentro de todos los rincones del país. Pero lo que más lo distinguió, fue su concepción de “justicia social”, donde cada ciudadano o ciudadana uruguaya se sintiera orgulloso de pertenecer. Eso era integridad.

Si eres de la vieja escuela, recordarás que lo primero en casa eran los valores que los padres inculcaban a sus hijos de respeto, de solidaridad, de empatía, de obediencia, de condescendencia, de persistencia, de lucha, de esfuerzo, de trabajo y superación constante, sabiendo que la recompensa de todo eso traería como premio el resultado de tus logros, y, por ende, en consecuencia, la calidad de vida merecida acorde a tu dedicación.
Actualmente las mujeres que son hijas de aquella escuela han logrado abrirse caminos en profesiones que solo estaban reservadas para los hombres. Porque este estado sembró las posibilidades del acceso igualitario a la educación en todos los niveles. Pero aún con todo esto, también quedan algunas mujeres menos afortunadas que aún no han alcanzado esa transición por motivos diversos.

Hoy tenemos una sociedad bastante dividida en cuestiones morales. No es en todos los casos, pero muchos sociólogos, psicólogos entre otros expertos, debaten la decadencia de valores de la sociedad, de las nuevas y futuras generaciones. Se buscan a menudo respuestas, y señalan la mayoría de las veces, que la ausencia de las mujeres en casa, como las madres dedicadas antes a impartir el orden y disciplina de la primera escuela, es la gran culpable de esta pobreza mental y estructural. Pero poco se habla aún, del rol de los hombres y sus responsabilidades como padres compartiendo la crianza de sus hijos.

Te invito a ti ciudadano y ciudadana, a reflexionar sobre todo lo que aquí se ha expuesto. Puedes estar o no de acuerdo. Pero una cosa es segura, cada mujer es importante en el rol que ocupe, y sus logros no siempre están ligados a la dependencia de un hombre. Cada mujer que hoy busca un lugar en la política, busca un espacio para expresar algo que considera una injusticia. Sobre todo, si de ayudar a otras mujeres a descubrir su potencial se trata.

Te invito a pensar querido lector o lectora, si esa sensibilidad no es necesaria. Porque para muchos aspectos de la sociedad, como los niños, los ancianos y todos aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad, son irónicamente más comprendidos por las mujeres.

Te invito a pensar y a no olvidar, que cada hombre importante que tiene éxito en este país, tuvo o tiene a su lado a una gran mujer que facilitó o facilita su despegue, ya sea como esposa, madre o hermana. Y que no se mal entienda, esto no es una apología a las mujeres, simplemente una apreciación que intenta destacar que tanto hombres como mujeres son necesarios en igual medida y que la unión y fortaleza de sus cualidades pueden sumar.

¿No será tiempo de abrir el paraguas?

En pleno año electoral, es menester pensar muy bien lo que cada ciudadano hace con esa herramienta de poder, el voto: ¿queremos aún una sociedad más equitativa donde nuestra recompensa sea el logro de nuestros esfuerzos?, o tal vez ¿queremos seguir justificando la falta de oportunidades ajenas y seguir sosteniendo a otros que sin esfuerzo alguno, viven a expensas de quiénes trabajamos duro para tener lo mucho o poco que alcanzamos?; ¿es eso justicia social?; ¿no podemos construir un sistema que sí ayude a los menos privilegiados, pero que, a cambio, se retribuya con un poco de esfuerzo mientras alcanzan esa transición para convertirse en seres autosuficientes, y se logre esa sociedad más equitativa?

A ti ciudadano, que quizás te encuentres mirando series de Netflix o sumergido en las redes sociales, ocupando tu tiempo con banalidades, para evadirte de la realidad; criticando y quejándote de un trabajo que no te gusta, o que no es bien remunerado. O tal vez criticando a los que intentan hacer algo, mientras tu pasividad carece de acción productiva, ¿no será este el momento de que salgas de tu burbuja?, ¿no será este el mejor momento para que hagas un buen uso de tu derecho democrático?, ¿un voto coherente, donde pienses responsablemente en el país que habitas y el que quisieras? Porque te puedo garantizar que quienes permanecen inertes y jactándose de que no les interesa la política, son tan culpables del presente y el destino de este país tanto como los que están arriba; te hace cómplice pasivo perpetuando una violencia simbólica, y tu voto hace la diferencia. Los ciudadanos son quienes tienen el poder real y quienes colocan arriba a los que dirigen el destino “próspero” o “infructuoso” de este país.

Nos necesitamos todos y todas. Nos necesitamos para mejorar este país, para generar cambios, para plantear propuestas, para elevar el estatus, para ser escuchados. Así como los hombres se necesitan, las mujeres se necesitan menos críticas y más unidas, menos violentas y más dispuestas. Nos necesitamos para seguir abriendo puertas, nos necesitamos para marcar el destino y el rumbo de esta sociedad. Pero por sobre todo nos merecemos, nos merecemos todo lo bueno o lo malo que se nos presente si no abrimos la mente.

Laura

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