Las elecciones legislativas de Francia de 2024 se realizaron en dos vueltas. Y si la primera despertó temores inquietantes, la segunda vuelta devolvió el alma al cuerpo, y en buena medida ha reconfortado a una buena parte de la sociedad con valores sociales muy arraigados.
Ya es historia, pero es bueno recordar, para entrar en materia, que la primera vuelta se desarrolló el 30 de junio, y la segunda apenas una semana después, el domingo 7 de julio. Estaban en juego la elección de los 577 miembros de la decimoséptima Asamblea Nacional de la Quinta República Francesa.
El antecedente inmediato que forzó la decisión del presidente Emmanuel Macron, fueron los malos resultados electorales para el Parlamento Europeo y el temor de que se repitieran los mismos resultados al momento de votar por la integración de la Asamblea Nacional.
Describir la alternativa
El resultado de la primera vuelta fue una señal de emergencia nacional. No sólo para la izquierda francesa. También para Macron, más bien un centrista.
Así, nunca tan oportuna la columna que, en la edición de ayer, sábado 13, publicó Thomas Piketty en el diario Le Monde titulada “Il est temps que la gauche se remette à décrire le système économique alternatif auquel elle aspire”; en una traducción (un tanto libre), podría leerse como “es hora de que la izquierda empiece a describir el sistema económico alternativo al que aspira”.
La síntesis de esta columna de ayer, podría resumirse de la siguiente manera: Piketty aconseja o desafía a la izquierda que, no se vuelque a un radicalismo dialéctico, “retórico de fachada”, inconducente, que se embarque en la articulación de una federación democrática “capaz de organizar la deliberación y resolver las disputas”.
Este es un punto clave en el propósito de alcanzar una plataforma política capaz de promover los cambios necesarios. El tema de la organización de la base social de los cambios es uno de los aspectos claves de la resolución de las propuestas en clave electoral.
De mínima, no hay propuesta política representativa que exprese las aspiraciones de sectores de la sociedad si éstos no son capaces de organizarse, de que dicha estructura sea funcional a los esfuerzos por la construcción de una base social de intereses compartidos, de formulación de alianzas a partir de coincidencias priorizadas.
La pauperización del debate político también ha llegado a nuestra geografía. En este sentido, se refiere por parte de actores y estudiosos del sistema político y de las causas públicas, sociales, a un agotamiento de la democracia representativa como sistema político, que desnuda una crisis de las organizaciones que sirvieron para ordenar los alineamientos ideológicos y partidarios, siendo ellos uno de los sostenes fundamentales en los que se sustenta la democracia y el desarrollo y debate de ideas y propuestas. Todo, o casi todo, en ese andamiaje complejo y sofisticado, es parte de esta crisis de la teoría de la representación que ha sido su puntal filosófico.
Todo proceso de transformación, incluso en cualquier sentido, requiere de una organización que le de sustento: formule una línea de prioridades, las argumente dándole solidez y convicción, así como también lo prepare para desarrollar un despliegue territorial que le dé dimensión para los cambios que propugna. Y de todo ello, una identidad que les dé carácter y personalidad, que lo haga único frente a los diferentes.
Dicho de otra manera, todo lo anterior hace a la unidad dialéctica y propositivo, y de una organización que refleje y potencie esos objetivos.
Nuevo Frente Popular
Los dirigentes de los movimientos políticos de fines del siglo XIX y principios del XX, comprendían a cabalidad la importancia de la organización de los partidos políticos, incluso aún cuando no se tuviera la misma claridad acerca de la nueva organización y sus estructuras y su democracia interna. Por ello, todas las organizaciones políticas se plantaban claro en favor de dos principios de acción: la unidad y la cohesión.
Después del resultado de Marine Le Pen en la primera vuelta, la izquierda francesa reagrupada en el Nuevo Frente Popular (NFP), revirtió el shock electoral y anímico al ganar la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia del domingo 7.
Así las cosas, los números de Marine Le Pen en primera vuelta, “resbalaron” y la izquierda quedó arriba, luego el presidente Emmanuel Macron y en el tercer lugar, Le Pen.
Pero el resbalón tiene un componente de ingeniería electoral: la victoria de la coalición de izquierda, en parte, responde a los acuerdos con Ensemble, la agrupación de Macron.
En efecto, éstas acordaron retirar de la segunda vuelta a aquellos candidatos que dividían, fortaleciendo la opción frente a Le Pen.
Reflejos
Jean-Luc Mélenchon, líder de NFP, reaccionó de inmediato y exigió a Macron la designación de un primer ministro de izquierda: el de Macron ya anunció su renuncia. Ahora la fuerza parlamentaria del Nuevo Frente Popular, suma 182 escaños, más 13 independientes de izquierda.
Los 182 corresponden a socialistas, comunistas, ecologistas y a la Francia Insumisa.
La iniciativa de Mélenchon le puso nombre y género al reclamo: Hugutte Bello, presidenta del consejo regional de Isla Reunión. Feminista antirracista, de 73 años, entre 1974 y 2012 militó en el Partido Comunista Francés. Mientras se procesa el debate, Bello va sumando adhesiones, que la aproximan al objetivo de alcanzar la posición de primera ministra.
Fortalecer al NFP
La izquierda está aún reaccionando del derrape de la primera vuelta y en general, tratando de rearmarse sin cometer errores “conocidos”.
En línea con esa idea, de construir una experiencia nueva, Thomas Piketty ha lanzado un desafío; “es hora de que la izquierda empiece a describir el sistema económico alternativo al que aspira”. En su columna de este sábado, aconsejó no recorrer el camino de un radicalismo retórico, de fachada y, por el contrario, se aboquen a pleno, a construir una federación democrática capaz de organizar la deliberación y resolver las disputas”.
Piketty advierte que “las ganancias registradas por la izquierda en términos de votos y escaños son en realidad muy limitadas y reflejan un trabajo insuficiente en el programa, así como en las estructuras”.
Por ello, agrega, “sólo abordando con determinación estas carencias los partidos de izquierda podrán superar el período de turbulencias y gobiernos minoritarios que se avecinan y obtener algún día una mayoría absoluta que les permita gobernar el país a largo plazo”.
Seguramente estamos en el fin y el comienzo de dos tiempos, uno agotado y desgastado, el otro desconocido y amplio. Que sea más democrático depende de la claridad de análisis, de la capacidad de actuar con amplitud e inclusión.
La democracia no es una construcción solitaria, sino del cuerpo social. Tiene sentido sólo si suma, no si resta o divide.
Para el futuro, para que haya futuro, asumamos la llegada de un nuevo ciclo con nuevas pautas y consensos de creciente socialización, impulsado una base tributaria diferente en sus resultados, como propone el NFP, o rechazamos cualquier aumento de impuestos por ideología, y entonces nos ponemos en manos de la financiación privada, sinónimo de desigualdades de acceso y de una más que dudosa eficiencia colectiva.
Francia puede estar al inicio de un camino nuevo, o de repetir radicales discursos impracticables. → Leer más