No es un secreto para nadie que Paysandú ha visto incrementadas año a año las dificultades y los desafíos para superarse y más aún, para tratar de seguir ocupando un lugar de destaque por laboriosidad y espíritu emprendedor en el concierto nacional y regional, como ocurriera con particular fulgor en las décadas en que se instalaron y funcionaron las grandes fábricas, e incluso para generar oportunidades de trabajo digno dentro de sus fronteras.
Lamentablemente, desde hace ya muchos años, nuestro departamento se encuentra entre los que presentan mayor índice de desempleo a nivel nacional, con altibajos coyunturales por una u otra razón, pero siempre dentro de la misma tónica de reducción de la oferta laboral, porque el impacto del cierre gradual de las fábricas, de los miles de puestos de trabajo que generaban, no ha podido ser suplido por otras actividades y menos aún con oferta de empleos de calidad.
Es decir, la reconversión no ha sido fácil, porque aquellas políticas de la década de 1940 en adelante, que generaron condiciones para la radicación de capitales en Paysandú, cerca de los centros de producción de materia prima, resultaron sostenibles mientras se aplicaban en el país políticas proteccionistas (en realidad el mundo seguía esta tendencia), con fuertes subsidios directos e indirectos, para permitir que el consumo local se hiciera en base a esta producción y exportar con ventajas comparativas por este abaratamiento surgido de las condiciones administrativas dispuestas por los gobiernos de turno.
Pero estas condiciones de encierro económico no podían durar para siempre, sobre todo en un país de pequeña economía como Uruguay, y menos aún porque los capitales protegidos para mantenerse o radicarse en el país, no tuvieron margen o no optaron por reinvertir y actualizarse, por lo que nos quedamos con fábricas obsoletas, que en el exterior no podían competir y sin incentivos para desarrollarse.
Cuando la realidad llamó a la puerta, y nuestro país debió abrirse al mundo ante una situación insostenible, muchas de estas empresas fueron desapareciendo como consecuencia de la realidad, y en el contexto general, Paysandú fue uno de los más afectados, sufriendo duros golpes con la pérdida de emprendimientos que significaron miles de puestos de trabajo bien remunerado. Mucha agua ha corrido bajo los puentes, pero una cosa debió haberse aprendido: no es posible crear fuentes de trabajo si no se generan atractivos para los inversores, a los que hay que tenderles puentes de plata para que vengan con su capital a dar trabajo mediante emprendimientos viables, y que las condiciones favorables para ello deben encararse a través de medidas de estímulo desde el gobierno nacional, respetando las consecuentes normas y controles medioambientales, pero asimismo con una cuota parte significativa de los gobiernos departamentales, como el caso de Paysandú, para que los sanduceros tengamos oportunidades de trabajo y de reciclar riqueza en nuestro medio.
Y captar inversores no significa “entregar soberanía”, como suelen enrostrar grupos fundamentalistas defensores a ultranza del medio ambiente, ni “arrodillarse” ante el capital extranjero, sino simplemente hacer lo que se debe hacer para convenir que Paysandú es la mejor opción para el emprendimiento, bajo la condición del cumplimiento de las normas vigentes y sopesando criteriosamente la ecuación costo – beneficio.
Y entre los beneficios directos sin duda figura la creación de puestos de trabajo, ya sea durante el desarrollo de las obras como durante el funcionamiento regular, con el agregado del reciclaje de riqueza en materia de logística, proveedores y un largo collar de infraestructura conexa, con el común denominador de oportunidades de trabajo para los sanduceros.
El caso de la empresa HIF Global, que está explorando firmemente la posibilidad de hacer realidad su proyecto de instalarse en Paysandú para aprovechar ventajas comparativas que se dan en nuestro departamento, es paradigmático, porque el sentido común indica que la ecuación costo – beneficio es ampliamente favorable, pese a que determinados grupos de interés insisten en buscarle la quinta para al gato. Y no solo es un buen negocio para Uruguay; por ejemplo, no es por casualidad que la España del socialista Pedro Sánchez en estos momentos busque posicionarse como el gran productor de hidrógeno verde europeo. Paradójicamente acá los principales palos en la rueda surgen desde la izquierda, tan afín a llevar la contra a todo lo que signifique desarrollo.
La perspectiva del empleo es un factor fundamental, y en este contexto resulta poco menos que delirante la posición del Plenario Departamental del Pit – Cnt al señalar que “la promoción de esta tecnología ha sido impulsada, en gran medida, por las mismas empresas que han fomentado históricamente el uso de combustibles fósiles. Dicha promoción no responde únicamente a inquietudes ambientales, sino principalmente a razones económicas vinculadas a la perspectiva de agotamiento y encarecimiento de estos recursos”.
Entre otras consideraciones, además, entiende la central sindical que “esta dinámica responde a una geopolítica del hidrógeno que configura ciertas regiones del planeta como proveedoras de este recurso, mientras otras se posicionan como receptoras, utilizándolo para mitigar la emisión de gases de efecto invernadero mediante el reemplazo de combustibles fósiles”, en tanto “se reaviva la histórica discusión sobre la relación entre el Norte y el Sur globales”. Además, “no compartimos la decisión de transformar una zona de alto valor ambiental, como la elegida para la posible instalación de la planta, en un área de características suburbanas, sin una evaluación exhaustiva y transparente de las consecuencias que esta transformación podría acarrear”, lo que da la pauta de una mirada desconfiada y escéptica, que desestima todo el estudio que se ha hecho con este fin.
Por lo pronto, hay varios argumentos que o son obvios que suenan infantiles, o carecen de información. Que las empresas no vienen Uruguay a hacer de nuestro país un Edén sino a producir para generar dinero, ¡eso es obvio! Respecto a la “relación global entre el norte y el sur”… Por lo pronto España está en Europa, es una de las principales economías del viejo continente, y ciertamente está en el hemisferio norte. Y sobre que hay capitales de empresas multinacionales del petróleo entre los posibles inversores, si bien lo hacen ver como una “mala palabra”, lo cierto es que países nórdicos como Noruega han logrado una excelente calidad de vida para sus pueblos con las jugosas divisas que le proporciona la actividad petrolera, sin las cuales el estado de bienestar del que gozan –y que la izquierda uruguaya quiere para nuestro país– no podría sostenerse.
Por supuesto que esto no debe ser un cheque en blanco para destruir el ambiente, ni explotar los recursos sin su debido retorno, pero las cosas hay que ponerlas en su justa medida. Por ejemplo cuando los ambientalistas hablan del impacto que tendrá el movimiento de tierra cerca el río, con posibles arrastres durante las lluvias, eso no parece haberse tenido en cuenta para la construcción de la planta de etanol de ALUR, prácticamente en el mismo lugar. Tampoco se dice nada del proyecto de construcción de un puerto por parte de Ancap, también junto al área protegida, que eso sí removerá mucho los suelos del lecho del paterno.
Entonces, claramente sólo molesta lo que haga “esta” planta. Si vamos por el camino de apoyar los emprendimientos que nos simpatizan y torpedear lo que no por razones ideológicas, Paysandú tiene el destino sellado. → Leer más