“En ‘¿Qué hacer?’ obra en que el ímpetu de Lenin se encauza en la soltura de una prosa fresca –y una excelente sistematización de argumentos– hallamos esta afirmación luminosa: ‘La historia plantea hoy ante nosotros una tarea inmediata, que es la más revolucionaria de todas las tareas inmediatas del proletariado de cualquier otro país. La realización de esta tarea, la demolición del más poderoso baluarte, no ya de la reacción europea, sino también (podemos decirlo hoy) de la reacción asiática, convertiría al proletariado ruso en la vanguardia del proletariado internacional. Y tenemos el derecho de esperar que obtendremos este título de honor, que ya nuestros predecesores de la década del ‘70, han merecido, siempre que sepamos inspirar a nuestro movimiento, mil veces más vasto y profundo, la misma decisión abnegada y la misma energía”. (Rodney Arismendi; Lenin, la revolución y América Latina… subrayado de Lenin: “la más revolucionaria”).
Reconocer larealidad tal cual es
La encrucijada actual también me recuerda, con gran crudeza, la llamada “carta abierta a su serena majestad Leopoldo II, rey de los belgas y soberano del estado independiente del Congo, enviada por el coronel Geo. W. Williams, de los Estados Unidos de América, en el año 1890, que en su observación general número nueve, decía así: “El Gobierno de Vuestra Majestad ha sido, y sigue siendo, culpable de librar guerras injustas y crueles contra los nativos, con la esperanza de conseguir esclavos y mujeres que estén a las órdenes de los representantes de vuestro Gobierno. Durante esas incursiones para conseguir esclavos, el Estado arma a una aldea para que se enfrente a otra, y la fuerza así conseguida se incorpora a las tropas regulares. No encuentro los términos adecuados para describirle a Vuestra Majestad las brutalidades cometidas por vuestros soldados durante dichas incursiones. Los soldados que abren el combate suelen ser los bangala, sanguinarios caníbales que no respetan ni a la anciana abuela, ni al niño de pecho. Se han dado casos en los que han llevado las cabezas de sus víctimas a los oficiales blancos de los vapores expedicionarios y después se han comido los cuerpos de los niños muertos. En una de estas guerras, dos oficiales del Ejército belga vieron, desde la cubierta de su vapor, a un nativo en su canoa que iba a cierta distancia. No era un combatiente e ignoraba el conflicto que se desarrollaba en la orilla, lejos de allí. Los oficiales se apostaron cinco libras a que eran capaces de acertarle al nativo con sus rifles. Efectuaron tres disparos y el nativo cayó muerto, con la cabeza agujereada, y la canoa comercial se convirtió en una falúa funeraria que se deslizó en silencio río abajo”.
Y proponía serenamente: “contra el engaño, el fraude, los robos, los incendios intencionados, los asesinatos, las incursiones para hacer esclavos, y la política general de crueldad seguida por el Gobierno de Vuestra Majestad con los nativos, destaca la paciencia sin igual de estos, y su alma indulgente y sufrida, que saca los colores a la civilización de la que tanto alardea el Gobierno de Vuestra Majestad y a la religión que éste profesa. Durante trece años, un único hombre blanco ha perdido la vida a manos de los nativos, y en todo el Congo sólo han matado a dos blancos. El comandante Barttelot recibió el disparo de un soldado zanzibarita, y el capitán de un barco comercial belga fue víctima de su propia precipitación y de su injusta manera de tratar a un jefe nativo”.
Y remataba: “todos los crímenes perpetrados en el Congo lo han sido en vuestro nombre, y vos debéis responder ante el tribunal del Sentir Popular por la mala gestión de un pueblo, cuyas vidas y fortunas os fueron confiadas por la augusta Conferencia de Berlín de 1884-1885. Yo ahora apelo a las autoridades que os encomendaron este naciente Estado, y a los grandes Estados que le dieron vida internacional, cuyas majestuosas leyes habéis desdeñado e ignorado, para que convoquen y creen una Comisión Internacional que investigue las acusaciones presentadas en este documento en nombre de la Humanidad, del Comercio, del Gobierno Constitucional y de la Civilización Cristiana”.
Resistir no es suficiente, proponer es necesario
Ningún cambio en cualquier terreno se ha logrado por la resistencia. Por esa vía se logró neutralizar la ofensiva de algún enemigo. Hasta en los textos de organización empresarial se insiste con un aparente nuevo concepto, que es fundamental, pero que más allá de la terminología de época, del baño de marketing coyuntural, es un muy viejo concepto de estrategia. Y nadie lo resumió con tal claridad como Rosa Luxemburgo.
En los campus académicos donde se enseña gestión de negocios se predica que “la resiliencia organizacional (se) refiere a la capacidad de una empresa para resistir, adaptarse y recuperarse de adversidades o cambios significativos. Implica no solo sobrevivir a las crisis, sino también aprender de ellas y fortalecerse como organización”.
Rosa Luxemburgo lo expresaba de otra manera, conceptualmente más intensa, contundente e inclusiva: “Procurar la comunión de la masa con la gran transformación del mundo”. (“Reforma o Revolución”)
Quien llevó a la vieja Rusia a la más profunda transformación como la que se fue desarrollando a principios del siglo XX, y que animó al periodista estadounidense John Reed a escribir un testimonio de época en tiempo real, desde la perspectiva y la curiosidad de alguien que sentía en su corazón la tensión fecunda de un nuevo tiempo. La revolución rusa de octubre de 1917 tuvo su testimonio periodístico de gran impacto, Ten Days that Shook the World, en español, Diez días que conmovieron al mundo.
Para la Universidad de New York, este trabajo de John Reed es el séptimo mejor testimonio periodístico del siglo XX. Es una prueba de la importancia del periodismo de investigación y su trascendencia como instrumento de revisión de la historia reciente. “Puedes ver que el siglo XX se entiende a sí mismo a través de su periodismo”, destacó Mitchell Stephens de la Universidad de Nueva York. Es que “nadie piensa en el periodismo en términos de décadas o siglos”, sino en la tensión inmediata del día a día.
En definitiva…
En suma, el periodismo arroja luz sobre la oscuridad, informa y promueve debates, favorece la elaboración de pensamiento crítico. Con ello, contribuye a la sofisticación de las propuestas. Es todo lo contrario a la opacidad del autoritarismo y al clima de intolerancia. Sería un gesto en el sentido positivo.
El punto es que tal como están las cosas, los países en vías de desarrollo han quedado por fuera de la discusión acerca del Impuesto Mínimo Global y por ello argumentan que afectará la soberanía fiscal de los países de menor desarrollo relativo, justamente, son a los que han dejado por fuera del debate. Otros autores en vez de hablar de soberanía fiscal prefieren llamarlo “principio de autodeterminación fiscal”.
La cuestión central ha cambiado su eje hacia el de los realineamientos y a nueva escala. El desdibujamiento del rol de los estados nación, fundamentalmente, a través del deterioro de los instrumentos jurídicos que aseguren la supremacía del principio del derecho, o principio de soberanía, claves para reordenar el futuro. Entonces, ¿qué hacer? Por lo pronto, reordenar las expectativas, definir prioridades y alinear estrategias para alcanzarlas metas definidas.

