El peor dato

El último dato del empleo representa una gran preocupación que el propio ministro de Economía, Danilo Astori, admitió que es el “principal problema económico que tiene Uruguay”. Por un tiempo, desde el oficialismo se negaron a reconocer esta falencia en toda su dimensión, a la vez que contrastaban con otros números para que pareciera que las cosas iban sobre ruedas.
Se trata de otro ejemplo de deterioro del mercado laboral, de las pérdidas de puestos de trabajo, de las dificultades que afrontan las empresas –que no pueden con los altísimos costos– que deben despedir personal o directamente no tomarlo cuando alguien se marcha; algo que repercute en el consumo y, por ende, en la caída del movimiento comercial en todo el país.
Los datos difundidos el miércoles pasado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran una tasa de desempleo de 9,8% de la población económicamente activa en junio, 1 punto porcentual por encima del guarismo de mayo y 1,9 puntos más que en junio de 2018. El número es el más alto en un mes. En marzo de 2019 el desempleo había alcanzado 9,5% para luego disminuir.
La cifra de junio muestra un nuevo deterioro del mercado laboral en un país de solo 3,4 millones de habitantes –lo que debería ser más manejable en muchos aspectos–, que atraviesa una fase de estancamiento de su economía, con altos costos en el Estado y de tarifas para las empresas generadoras de mano de obra.
En tanto la tasa de empleo, que relaciona el número de personas con trabajo a la cantidad de personas en edad de trabajar, bajó a 55,3% en junio, 1,7 puntos porcentuales por debajo de junio de 2018 y 1,5 puntos menos con relación a mayo. La tasa de actividad, que relaciona la población económicamente activa con la población en edad de trabajar, fue de 61,3% en junio, 0,6 puntos menos que en igual mes del año pasado y 1 punto porcentual menos que en mayo.
La economía uruguaya viene creciendo desde 2003, luego de la grave crisis económica en 2002, pero el mercado de trabajo se mantiene debilitado y sin señales de pronta recuperación. Los años de bonanza que rondaron durante la gestión de José Mujica se diluyeron ante el despilfarro y las malas decisiones, un Estado que no paró de agrandarse y un déficit fiscal más alto respecto a aquella crisis. Todas variables que terminan por golpear al mercado laboral, que le resta dinamismo y no le permite crecer.
En su cuenta de Twitter, el economista independiente Aldo Lema señaló que en el promedio del segundo trimestre se perdieron 14.000 puestos de trabajo con relación a igual trimestre de 2018. En la comparación mes a mes (junio sobre junio), la caída es de 40.000 puestos de trabajo, indicó. “Se profundizó la tendencia a la caída en la ocupación que acumula más de 4 años: 67.500 empleos menos en junio 2019 vs junio 2014; 57.600 empleos menos en el segundo trimestre de 2019 vs el segundo trimestre de 2014”, añadió. Números que son, simplemente, una barbaridad.
“Se esperaba que el mercado mostrara cierta estabilización en un nuevo nivel inferior al del boom económico previo, pero los datos siguen mostrando un persistente deterioro”, comentó acertadamente el columnista de Subrayado, Nicolás Lussich. “Claramente, hubo una mejora sustancial entre 2007 y 2014, pero luego un persistente deterioro, que lleva los números casi al principio del ciclo de expansión”, agregó para quien tanto la suba como el descenso en el empleo, está muy asociado a la inversión.
Es que la tasa de desempleo subió y ya se ubica en niveles parecidos a los de los años de 1990. “¿Estamos igual entonces? En desempleo, parecería que sí. La gran diferencia entre ambos escenarios es que hoy los salarios son 25% superiores, en promedio. Obviamente, esto también pesa en los indicadores de empleo-desempleo: para la economía implica un mayor ‘esfuerzo’ sostener estos niveles salariales superiores. Además, la política salarial ha apuntado a mantener e incluso seguir aumentando el salario, de manera que cuando la competitividad cae y el escenario externo es más adverso, retrocede el empleo y no el salario. Es lo que está sucediendo”, explicó para brindar más contexto a la actual situación con el empleo.
La debilidad para generar empleo genuino y consolidado se ha acentuado. El desempleo roza el 10%, lo que significa que casi uno de cada dos uruguayos en edad de trabajar, no trabaja. Hace pensar en un Uruguay inviable desde el punto de vista laboral.
Las soluciones a esta realidad se representan complicadas, porque se trata de generar cambios más profundos dentro del funcionamiento de la economía de Uruguay. Hoy los altos costos laborales, la falta de competitividad, el pesado Estado, los altos impuestos, conspiran en la generación de puestos de trabajo y son fuente de permanente frustración.
El próximo gobierno tiene la obligación de comenzar a revertir esto, con paciencia pero sin pausa. Mejorar los indicadores, pero también los puntos que tiran para abajo nuestro desarrollo, donde también entra la calidad de la educación, tan vapuleada últimamente. Porque todo tiene que ver con todo y nos merecemos algo mejor que esta situación.