Evaluaron trabajo ecosistémico en el combate al Aedes Aegypti en Paysandú

En la Dirección Departamental de Salud se realizó el encuentro.

Con la presencia del profesor César Basso, de la Universidad de la República, el equipo de trabajo de la Dirección Departamental de Salud, encabezado por el Lic. Juan Gorosterrazú, analizó la problemática del combate al mosquito Aedes Aegypti en Paysandú, en el marco de las acciones preventivas respecto a la eventual aparición de brotes de enfermedades tropicales como el dengue, el zika y el chickungunya.
Juan Gorosterrazú destacó a EL TELEGRAFO que “con el profesor César Basso venimos desde hace un tiempo haciendo un trabajo de vigilancia con enfoque ecosistémico adaptado a nuestra realidad y ahora intercambiamos sobre los resultados de este trabajo y de unas encuestas realizadas por antropólogos para su equipo de investigación”.
“A su vez, hemos hecho una evaluación de la encuesta LIRA con enfoque ecosistémico de otoño 2018 a otoño 2019. Bajamos los índices a la mitad, con un trabajo bien focalizado y ajustado a cada realidad. En algunos cluster hicimos el proyecto de tarrinas seguras, en otros descacharres, con el Comité de Emergencia y un fuerte compromiso de los vecinos, en tanto en noviembre evaluaremos el trabajo realizado en el invierno”.
“TRABAJO EN RECIPIENTES CLAVE”
Por su parte, el profesor César Basso, al concurrir a la jornada de trabajo e intercambio con los actores locales, destacó que esta tarea se ha venido efectuando desde hace unos dos años, con un enfoque ecosistémico. Apuntó que “nosotros trabajamos con los criterios de los recipientes clave, porque entendemos que en el escenario de prevención en el que se encuentra Paysandú, y todo el Uruguay, tenemos que tratar de medir el riesgo y por lo tanto reducirlo”.
“Para eso tenemos que conocer los factores de riesgo y, desde el punto de vista de la multiplicación del mosquito, el punto sería la existencia de recipientes con agua”, expresó.
Amplió que “en el caso de Paysandú, existen cuatro tipos de recipientes que son peligrosos: las tarrinas en las que hay familias que juntan agua, los baldes, los tarros y los neumáticos. Se trata de los cuatro recipientes de mayor riesgo, y luego lo que se ha hecho es localizar en la ciudad cuáles son las áreas en las que predominan esos recipientes, además de trabajar en esas áreas para tratar de reducir el número de recipientes que son potencialmente de riesgo para criaderos”. “Esa es la estrategia que se ha marcado y que ha dado excelentes resultados, o sea que se tiende a reducir los recipientes de riesgo como una forma de reducir el peligro de la generación de focos de esta enfermedad”, apuntó el jerarca.

EN 10% DE LAS VIVIENDAS
Dijo además que “lo que comprobamos es que a pesar de eso siguen habiendo, tal vez en un 10 por ciento de las viviendas, recipientes con agua que son potencialmente de riesgo. Por lo tanto hay que reafirmar la convocatoria a la población en el sentido de que evite que existan recipientes con agua que potencialmente puedan albergar criaderos”.
Consideró paralelamente Basso que “este es el mensaje, trabajar con recipientes de riesgo sobre todo en las zonas donde están ubicados en la ciudad y tratar de convencer a la población de que reduzca la existencia de estos recipientes”.
Acotó el jerarca que si bien son importantes en este sentido las jornadas de descacharre, “luego queda la actitud personal, porque si bien en la jornada se eliminan muchos recipientes, si después en la vida cotidiana se dejan nuevos recipientes con agua, poco efecto tienen. O sea que a la larga estamos ante actitudes que son de carácter personal, de las familias en las viviendas respecto a estos recipientes que potencialmente albergan más criaderos de este mosquito”.
“Por lo tanto, lo que estuvimos haciendo hoy ha sido analizar en el conjunto de la ciudad cuáles son esas zonas en las que hay más de esos recipientes, con vistas a poder delinear políticas para tratar de reducir ese riesgo”, acotó Basso, quien reafirmó que “el eje es la educación de la población y a veces comprobamos que las personas tienen conocimiento genérico”.
“Hicimos una encuesta y mayoritariamente las personas manifestaban estar en conocimiento de estos factores, pero luego ello no se traduce en la acción del día a día. Los antropólogos dicen que no existe una memoria colectiva de estas enfermedades, contrariamente por ejemplo a lo que ocurre con el sarampión, donde hubo una respuesta muy masiva de la gente; estas enfermedades son como exóticas para nosotros”, reflexionó y agregó que en muchas personas “esto no se tiene presente, incorporado, como un problema”.