Roberto Kreimerman: “Tengo las mismas ideas, pero se defienden mejor desde Unidad Popular”

“Ha sido algo que he pensado mucho y ha costado tomar la decisión, pero preferí dar este paso, realizar este cambio tras comprobar que el Frente Amplio ha llevado adelante una estrategia de país que no es la que esperábamos, no solamente yo sino buena parte de la propia base partidaria”, dijo Roberto Kreimerman, quien hasta hace pocos meses militaba en el Partido Socialista, para luego unirse a Unidad Popular con una lista al Senado.
“Me uní a la lista 565 Compromiso Socialista formada inicialmente por un grupo de jóvenes primero estudiantes y luego profesionales, que posteriormente incorporó a militantes de otros ámbitos de diferentes espacios laborales y sindicales”, explicó.
“El gobierno del Frente Amplio se ha aislado totalmente de su gente, de sus bases –aseguró quien ocupara el Ministerio de Industria, Energía y Minería entre 2010 y 2015–, en la toma de decisiones. Una visión que los dirigentes por sí solo pueden tomar todas las decisiones, pues quienes están debajo no entienden lo suficiente. Lo que hizo el Frente Amplio es una desmovilización de sus bases y ahora queda claro lo difícil que es movilizar a los militantes. Lo que era tradicional de gente discutiendo y analizando hoy ya no lo es. Porque llegan las decisiones inconsultas”.

SISTEMA GLOBAL

Asimismo Kreimerman –ingeniero químico– aseguró que “la línea económica no es controlada por el gobierno sino que está determinada por el sistema global, por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que responden simplemente a los votos de las grandes naciones, que son las que hacen los grandes aportes. Se sabe que la presidencia del Banco Mundial es para Estados Unidos y la del FMI para un país europeo. Claro está, esos organismos no tienen la visión de la izquierda”.
“A Uruguay lo tienen como proveedor de materia prima o como mercado, pero nunca como posible competidor en el futuro; como furgón de cola”, destacó antes de agregar que “hay muchos países que siguieron líneas alternativas aún dentro del capitalismo. Uruguay no puede soñar con dar el salto de proveedor de materia prima a país desarrollado”.
“Ese conjunto de políticas hace pensar que las banderas fundamentales del Frente Amplio ya no son levantadas ni son reconocidas por la masa frenteamplista. Además hay diferentes concepciones en temas como verdad y justicia, época de la dictadura, la manera en que se le imponen intereses a las cooperativas, los problemas de la vivienda –en tal sentido Unidad Popular ha presentado un proyecto para tratar de resolverlo–, y la salud que antes tuvo aportes positivos, pero que se ha ido transformando en un sistema nacional en el que hay muchas corporaciones médicas con ingresos muy importantes en detrimento de la atención al usuario”, dijo más adelante.
Roberto Kreimerman, quien fuera convocado por Daniel Martínez para integrarse a su equipo, lo que rechazó, dijo que en Unidad Popular ha sido recibido “con simpatía aunque seguramente no será homogénea la opinión. He trabajado en distintos grupos donde hay coincidencia de ideas. Hay programa, hay ideas y una visión clara que el país va por una senda que el propio Frente Amplio, cuando asumió su primer gobierno, dijo que iba a cambiar. Pero va en dirección contraria, está dejando de ser o ya dejó de ser izquierda. En Unidad Popular se trata de sumar ideas”.

VISIÓN SOCIALISTA

Por otra parte, aseguró que “no me considero un renegado del Frente Amplio, tengo las mismas ideas que tenía, pero que ahora se defienden mejor desde Unidad Popular”.
“Nosotros tenemos una visión socialista del mundo pero somos realistas del aquí y ahora y de los pasos que se pueden dar avanzando en la dirección que queremos. Eso es tener una política activa, cuando uno va a realizar negociaciones o a tratar de captar inversiones”, explicó el novel dirigente de Unidad Popular.
Precisamente, en ese tema, Kreimerman dijo que “la inversión extranjera –y la nacional también, pero especialmente la extranjera– interesa a todos los países porque hay una gran interdependencia. Muchas de esas provienen de multinacionales. En el caso de UPM –por ejemplo– hay una ventaja específica que el país le ofrece, es decir, lo que tiene. Básicamente la forestación a través de un plan muy discutido desde el punto de vista ambiental. Esa inversión extranjera tiene los problemas propios de la pastera pero además las concesiones adicionales, desde la compra de energía eléctrica al ferrocarril central, con las condiciones en que se debe construir. Además la educación porque la empresa determina que hay que hacer determinados cursos y aporta muy poco desde el punto de vista tecnológico. Viene todo llave en mano. A los obreros de la construcción que estarán dos o tres años les va a servir, sin dudas. Pero más allá de eso, el panorama es bastante oscuro”.