Las decisiones del próximo gobierno

Hace justo un año, el desempleo en Uruguay medía 8,5% y hace dos, se ubicaba en 7,7%. Sin embargo, este año y, particularmente, en el último trimestre subió a 9,2%. Solo setiembre registró 9,5%.
Faltan trece días para la segunda vuelta electoral y a los dos candidatos a la presidencia les consta que el trabajo junto a la seguridad y detrás, la educación, son los temas que más preocupan a los uruguayos.
Y fundamentalmente en el Interior, donde se estima que alcanza al 9,4%, si se toma en cuenta que Montevideo tiene 8,9% de desempleo. En los hombres, el problema afecta al 7,8% y en las mujeres trepa al 10,9%.
El ministro de Trabajo, Ernesto Murro, explicó que en esta medición no ingresan los registros de puestos de trabajo creados en UPM y la reapertura del Frigorífico Florida. Sin embargo, en los próximos meses seguramente entrará a afectarnos la crisis argentina por el lado del turismo, porque tal como vaticinan los operadores turísticos habrá menos argentinos veraneando en nuestro país, por lo que la tradicional zafra de la temporada demandará menos mano de obra en servicios. Es que si bien existen criterios dispares sobre su impacto, avizoran un dólar caro que hará más costoso a los argentinos veranear en Uruguay. Por lo tanto, las políticas públicas que encare el nuevo gobierno que asuma en el vecino país el 10 de diciembre, serán determinantes. Para ellos primero, pero también para Uruguay, que depende de los movimientos de piezas que hagan los dos grandes vecinos en el tablero económico.
La reciente devaluación en Argentina ya significó que nuestro país quedara 25% más caro y eso claramente afectará a la próxima temporada. Y el alcance del impacto más temprano que tarde se sentirá en todo el país, no solo en la costa atlántica, porque nuestros vecinos representan unos 500 millones de dólares en comercio de bienes y otros 1.600 millones en servicios. Y la “solución” no es tan sencilla como igualar el cambio con Argentina, porque para hacerlo deberíamos subir el billete verde un 20% más.
Como sea, al mercado uruguayo de trabajo le cuesta recuperar el terreno perdido y el deterioro es notorio en los últimos doce meses. Cuando crece el desempleo es porque más personas se volcaron en su búsqueda y los sectores de más amplio crecimiento, no generaron mayores fuentes laborales.
En este punto, debemos recordar el criterio internacional que utiliza el Instituto Nacional de Estadística (INE) para sus mediciones y no olvidar que si la semana anterior a la encuesta la persona entrevistada trabajó al menos una hora, entonces se los considera dentro de la población empleada.
Debido a eso habrá mucha gente que para la estadística no son desempleados, pero en los hechos no tienen trabajo estable.
De todas formas, es bien sabido que en el quinquenio hubo una pérdida de 50.000 puestos de trabajo correspondiente a las áreas básicas de la economía uruguaya.
Y aunque las sensibilidades están a flor de piel en tiempos electorales, no debe ignorarse que este gobierno se va con muy poco margen para negociar porque debe enfrentar un gasto público que continúa en aumento.
Y al fardo deberá sostenerlo el siguiente –quien sea que asuma– porque tendrá que debatir una reforma de la seguridad social con el BPS y las cajas paraestatales y resolver si encara un ajuste fiscal en torno a un punto del Producto Bruto Interno. Todo esto, con las perspectivas de un bajo crecimiento y un déficit fiscal cercano al 5%.
Tanto desde el oficialismo como de la oposición se reconoce que no debería aumentarse la carga tributaria porque ya no hay margen para hacerlo. De lo contrario, volverá a repetirse lo ocurrido en los últimos años y los trabajadores seguirán pagando por la compleja situación económica.
Y si bien el equipo económico le ha puesto todas las fichas a la futura planta UPM, ésta inversión no implica que necesariamente se se reduzca el déficit fiscal uruguayo y mejoren los indicadores del empleo.
Por otro lado, ahorrar o gastar menos, como lo plantea la oposición, puede producir una contracción de la economía que traerá aparejado un aumento de la conflictividad. Un aspecto que, de hecho, se dará tal como ocurre cada año de discusión presupuestal.
Además existen otros aspectos invisibilizados y que, también, enfrentará la próxima gestión porque después de marzo, Uruguay conocerá los fallos de dos juicios internacionales. Si los pierde, deberá disponer de millones de dólares para pagar a una empresa panameña (U$S 15 millones aproximadamente) con acciones en Pluna, que reclama responsabilidades ante el cierre de la aerolínea.
En forma paralela, se tramita el juicio iniciado por Aratirí (3.536 millones de dólares) y la española Acciona evalúa si lo hace por resultar descartada en la licitación internacional para la construcción del ferrocarril central. Sin dejar de mencionar todos los gastos que derivan de cada uno de esos juicios.
A modo de resumen muy escueto, hay que recordar que en Uruguay, además de las experiencias locales ya desarrolladas en esta página, se sumó el cierre de Colgate Palmolive, Isusa llevó adelante una reestructura laboral, El Maestro Cubano suspendió en forma temporal su producción, cerraron laboratorios, Fleischmann dejó de producir en el país y Lifan hizo una pausa, entre otras empresas que redujeron personal y operaciones o acotaron su producción.
Esto es consecuencia de las dificultades que enfrentan para competir en el exterior, pero también en el mercado interno es notoria la reducción de la capacidad de consumo del uruguayo medio, a partir de las dificultades del empleo y, por ende, de los ingresos disponibles.
A nivel global se observa con desconfianza las consecuencias que tendrá la guerra comercial entre China y Estados Unidos, fundamentalmente en los países emergentes y que ya llegó a estos lares. Por eso, en el próximo gobierno sus responsables deberán sincerarse y llegar a la ciudadanía con mensajes claros, porque la forma de comunicar los pasos a dar harán la diferencia entre las buenas decisiones personales o el enojo que sostuvo este quinquenio.