Endeudarnos, pero solo para poder crecer

Las interrogantes en todos los niveles, la incertidumbre, son la marca registrada de la crisis sanitaria generada por el coronavirus en la economía mundial, y ya se han escrito ríos de tinta sobre las consecuencias en la producción, el comercio y los servicios.
Hay coincidencias en que evidentemente los servicios, fundamentalmente todo lo relacionado con el turismo y actividades en que se dan aglomeraciones, son las áreas en las que la recuperación será más lenta, en el mejor de los casos, y que por un tiempo todavía imposible de determinar, el tránsito por la nueva normalidad, implicaría cambios significativos respecto a lo que se daba antes de la pandemia.
El Uruguay, que es altamente vulnerable y tomador de situaciones, dependerá en su economía de la evolución que se dé a nivel global, lo que no obsta para que en este período de crisis, dentro de las posibilidades y las circunstancias, se adopten medidas que permitan de alguna manera fortalecer los sectores más problemáticos para no quedar tan mal perfilados ante los desafíos que se deberá afrontar.
Es pertinente traer a colación conceptos vertidos por el nuevo director ejecutivo de Ceres (Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social), Esc. Ignacio Munyo, catedrático de Economía del IEMM-Universidad de Montevideo, quien al formular estimaciones sobre la tendencia a esperarse, indicó que el impacto final en el año va a depender del segundo semestre, “que es la reapertura de la economía. En este momento es imposible saber la forma de recuperación, porque no depende solo de la crisis sino del punto de partida. Eso es lo más relevante, cómo agarra el coronavirus al Uruguay”.
Ocurre que como bien acota el economista en entrevista con El País, la economía venía estancada desde hace bastante tiempo, la inversión venía cayendo hace cuatro años y la inversión extranjera directa venía saliendo del país sostenidamente en los últimos cuatro años. “Había más uruguayos invirtiendo en Paraguay y Bolivia que extranjeros invirtiendo en Uruguay. El empleo venía cayendo fuerte, con 60.000 puestos de trabajo perdidos entre diciembre de 2014 y diciembre del año pasado”, recordó.
“En esa economía era muy difícil encontrar oportunidades de inversión rentables, muchas empresas estaban al límite del abismo. Para muchas empresas este parate en algunos sectores especiales como comercio, restaurantes, hoteles, es una situación imposible de sobrellevar dadas las condiciones de partida. Otro aspecto importante es el punto de partida fiscal con un 5% del Producto Bruto Interno (PBI) de déficit, porque también determina la posibilidad de asistir empresas y personas con mayores necesidades por parte del gobierno y hacer todo lo que sea necesario para evitar que se corte la cadena de pagos. Una deuda mucho más elevada que los países en categoría de grado inversor”, considera.
Es que para saber cómo estamos como consecuencia de la pandemia, es fundamental retrotraernos a evaluar cómo estábamos antes, porque este es el punto de partida al que en el mejor de los casos podríamos retroceder una vez sea superada la crisis sanitaria. Y el escenario era muy poco promisorio en febrero de 2020, por ser benignos en el término, por lo que las medidas a adoptar deberían ser mucho más profundas que los paliativos para hacer frente a la crisis y poner el país en marcha con otras perspectivas.
Munyo expresa que “tienen que pasar cosas relevantes para que la recuperación se materialice, no veo la posibilidad de un rebote a la misma velocidad que la caída de forma espontánea. Se necesita hacer cambios profundos en reformas que viabilicen la rentabilidad de la inversión privada”.
Apunta que “hoy las cifras hay que tomarlas con 15 pinzas, porque depende de cosas inmanejables como que no haya una nueva recaída. Si se diera el mejor escenario que es que el foco (del coronavirus) se mantiene como está, veo una recuperación lenta. Si esto es solo un shock temporal en el que cerramos la persiana, cuando la abrimos está lo que estaba, no cambiaron los fundamentos para que ahora haya crecimiento. El movimiento que uno ve por la calle no es crecimiento del PBI por sí solo. Hay que tener cautela”.
En el marco de las respuestas posibles evalúa que “obviamente todos quisieran estar en la situación de dar más beneficios y dar más asistencia a los que más necesitan y están en una situación crítica. Ahora, hay que mirar la película completa. Es verdad que tenemos financiamiento, es verdad que existe capacidad de financiarse en los mercados a tasas muy bajas. Uruguay está accediendo al financiamiento con multilaterales de forma totalmente fluida, tenemos los mercados de bonos internacionales disponibles como lo ha hecho Perú un mes atrás, tenemos el mercado de capitales uruguayos con ahorristas dispuestos a prestarle al gobierno a tasas bajas. El tema no es el financiamiento, es pagarlo después”.
Para empezar, “hay que hacer un ajuste fiscal el año que viene, éste no es el año para hacerlo por razones obvias, y todavía mayor porque el déficit va a estar en un punto de partida más elevado. Y hay que hacer lo otro, que la economía vuelva a crecer. En aplanar la curva de la deuda está todo: la parte fiscal, la reforma previsional y en la parte del crecimiento económico todo lo que hay que hacer para retomar la inversión”.
Igualmente, aún teniendo en cuenta consideraciones sobre reducir el impacto de la deuda o aunque sea solo mantenerlo, es impensable que el rebote en “V” o aunque sea en “U” pueda darse sin más crédito para encender el motor de la economía con perspectivas que realmente alienten la recuperación.
Y como bien lo sostiene el economista y expresidente de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay, Julio de Brun, para que se dé la salida en V es clave la calidad de las políticas dirigidas a la reactivación, la creación de empleos, para que vuelva a captarse a quienes han pasado al Seguro por Desempleo y crear nuevos puestos por efecto del derrame de la creación de riqueza, como debe ser en una economía sana en la que el Estado sea catalizador y no se apropie insaciablemente de recursos que se pierden en su burocracia.
Y la inyección de dinero por créditos es la clave: “debemos pensar más en fuentes de financiamiento externo, ya sea directa por la capacidad de financiamiento que pueda tener el gobierno por los inversores institucionales. Ahí es donde se puede encontrar la escala suficiente, con productos focalizados”, teniendo en cuenta paralelamente que “hay un sistema financiero en Uruguay que tiene buen nivel de liquidez y está en condiciones de mantener y hacer crecer su volumen de créditos al sector no financiero”.
Pero además, “lo que no puede ocurrir en el momento de la vuelta a la normalidad es que el proveedor habitual de determinado producto no lo fabrique más, o cierto insumo importado no está a disposición porque el importador cerró”, por lo que en este entretiempo un elemento clave “es mantener toda esta actividad latente y en condiciones de reintegrarse cuando se pueda reanudar la producción”.
Bueno, este es el plan A, B, C y D, es decir el único que nos puede dar viabilidad tras la pandemia, pero cuidando que el pozo resulte lo menos profundo posible, para que haga posible volver en “V” y recuperar calidad de vida y sustentabilidad en un período razonablemente corto.