Trabajo, tecnología y envejecimiento poblacional (I)

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha difundido un informe titulado “El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe: ¿una oportunidad para la región?” cuyos autores son los investigadores Mariano Bosch, Carmen Pagés y Laura Ripani y que incluye valiosa información y conclusiones sobre un tema de indudable importancia.

1.TENDENCIAS

Según este documento, el futuro del trabajo estará marcado por dos grandes tendencias: el tsunami tecnológico y el envejecimiento poblacional, ya que, “aunque existe el mito que América Latina y el Caribe es una región joven, la realidad es que su población está envejeciendo más rápido que en el resto del mundo”. (…) Hay que tener en cuenta que, según estos investigadores, “tecnología y demografía son dos tendencias radicalmente diferentes. La primera tiene un gran impacto mediático y, aunque sucede en tiempo real, sus efectos son todavía muy inciertos. A menudo, los avances tecnológicos pueden estar impregnados de un cierto grado de asombro y optimismo sobre la capacidad humana de progresar, aunque también pueden observarse como una amenaza para la propia humanidad. Por el contrario, el envejecimiento ocurre de manera gradual, si bien, como se indica más adelante, está avanzando más rápido de lo normal. Sigilosa e inexorable, la evolución demográfica va transformando a su paso el tejido social y económico de los países de la región, aun cuando no sea noticia. En ese sentido, ambas tendencias comparten un aspecto común: provocarán cambios profundos en la manera de trabajar y organizarse de las sociedades”.

2.TSUNAMI TECNOLÓGICO

De acuerdo con el informe, “el pasado nos muestra que los cambios tecnológicos impactan fuertemente en el mercado de trabajo. Si estuviéramos escribiendo esto a mediados del siglo XIX (con pluma y tinta), sería difícil predecir que, en poco más de un siglo, desaparecerían más del 90% de los trabajos agrícolas en Estados Unidos. A mediados del siglo XX (esta vez con una máquina de escribir), probablemente tampoco hubiéramos creído que, en apenas tres décadas, entre 1950 y 1980, desaparecerían más de la mitad de los trabajos en un sector como el de la manufactura. (…) Lo que diferencia a la cuarta revolución industrial de las anteriores es la velocidad de los cambios. Aquellos que predicen alteraciones radicales en el mercado de trabajo argumentan que vivimos en tiempos exponenciales, en los que todo parece cambiar más rápido. (…) “Es lo que podemos llamar un verdadero tsunami tecnológico”. El crecimiento del poder de los microchips (se duplica cada dos años), el crecimiento del acceso a teléfonos inteligentes o el desarrollo de redes sociales como Facebook o Twitter son ejemplo de ello.

3. ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL

Para los autores, “la región no solo verá un incremento del número de adultos mayores: también crecerá el porcentaje de personas que alcanzan la ‘cuarta edad’. Al aumento del número de ancianos se sumará el hecho de que las personas vivirán más allá de la tercera edad, por lo que requerirán cuidados adicionales. En paralelo, la reducción de las tasas de natalidad hará que el tamaño de las familias (que tradicionalmente representaban una red de seguridad para el bienestar de las personas, en especial, de los mayores) se reduzca notablemente. Ante este escenario, parece probable que las personas deban prolongar sus vidas activas y trabajar durante más años. Esto a su vez implica que los mercados laborales, que hoy son hostiles con los trabajadores de más de 50 años, deberán adaptarse para darle oportunidades de trabajo a este sector de la población. (…) El reto es mayúsculo porque los países de América Latina y el Caribe no están preparados para el envejecimiento”.
Según este trabajo, “si algo ha tenido un crecimiento exponencial en las últimas décadas ha sido la población. Durante la mayor parte del Siglo XIX y XX se puede hablar de una explosión demográfica, debida en gran parte a los avances médicos y de salubridad de las ciudades. Este incremento poblacional ha sido una fuente de crecimiento al brindar a las economías de la región un mayor porcentaje de personas en edad de trabajar con respecto a aquellas dependientes (niños y ancianos). Esta baja tasa de dependencia (hay pocos dependientes por cada persona en edad de trabajar) hoy se encuentra en el punto más bajo de los últimos 100 años: es lo que se conoce como el fin del bono demográfico, y se traduce en que, a partir de ahora, la región envejecerá muy rápidamente. Duplicar el porcentaje de adultos mayores (del 10% al 20%) tardó entre 50 y 75 años en países europeos. En algunos países de América Latina y el Caribe, este mismo incremento en el porcentaje de adultos mayores se producirá en muchos menos años, como en Nicaragua (20 años) o en México (22 años)”. Dr. Rodrigo Deleón