En plena maratón de las fiestas tradicionales -la COVID-19 exige respeto y cuidados especiales pero no las cancela–, ingresamos en los últimos días del año. Navidad quedó atrás y ahora resta celebrar en burbuja familiar la llegada de un nuevo año, que con muy poco que haga ya será mucho mejor que este que nos abandona, el cual pronto será solo un triste recuerdo.
Entre medio, el 28 de diciembre, que ha perdido popularidad pero que de tanto en tanto algún medio de comunicación lo rescata con una información errónea; que no es considerada “fake news” sino solo un guiño humorístico.
Pero hubo un tiempo no muy lejano donde las bromas del Día de los Inocentes eran habituales. Por ejemplo cambiar el contenido del tarro de azúcar por sal, adelantar o retrasar la hora en el reloj sin que la “víctima” se dé cuenta, asustar a un pobre inocente disfrazados detrás de la puerta o colocar el típico mensaje del Día del Inocente en la espalda de algún descuidado que camina por la vereda. Todas muy divertidas… para quienes las hacían; no para quienes las sufrían.
En fin, como sea, el verano está a pleno, con buen tiempo, muchos Sol y buena playa, sin olvidar los arroyos cercanos. Y el 2020 se va en pocos días. Que el 2021 sea sorprendente de modos más amables.