Manos a la basura

La vorágine de los últimos días del año hace que se pasen por alto, o que por lo menos no se preste atención a otros asuntos que se están resolviendo, y en especial en un año tan complicado como el 2020, ya que hubo que poner insistencia en los mensajes de prevención del contagio de la enfermedad ante la proximidad de las fiestas. Pero pasaron otras cosas. Una de ellas fue la reunión plenaria de la Comisión Técnica Asesora de la Protección del Medio Ambiente (Cotama, integrada por representantes de instituciones y organizaciones del sector público y privado), convocada por el ministro de Ambiente, Adrián Peña.
Fue una sesión virtual, por supuesto, en la que se avanzó en la coordinación para la elaboración de políticas públicas en materia de ambiente y desarrollo sostenible. Entre los diferentes temas que estuvieron sobre la mesa virtual en el encuentro, aparecen la creación de un Premio Nacional de Ambiente, de una Red de Promotores Ambientales, una propuesta de trabajo relativa a las operaciones logísticas vinculadas a plaguicidas y fertilizantes y la creación de un Plan Nacional de Gestión de Residuos.
Peña realizó anuncios en torno a estos temas. El primero de ellos la idea de generar en el transcurso de este año el ansiado Plan Nacional de Gestión de Residuos y para ello se dispone a integrar la Comisión de Coordinación y Planificación sobre Residuos, prevista en el Artículo 17 de la Ley de Gestión Integral de Residuos, con representantes del Ministerio de Ambiente, del Congreso de intendentes y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). Además habrá un Grupo de Trabajo del Plan Nacional de Gestión de Residuos, con carácter técnico, que asesorará al Ministerio en la formulación del Plan. Estará integrado por instituciones públicas y privadas y será el que “tendrá el cometido de avanzar en los próximos 10 meses en la elaboración del Plan para fines del año 2021”.
Peña además comentó que Uruguay tiene “una ley de residuos muy abierta, por lo que su reglamentación es clave y vamos a avanzar en ella”.
Otro de los anuncios que se conocieron en este encuentro digital fue el de implantar este mismo año “la segregación de residuos y clasificación en origen en oficinas públicas para promover el reciclado y valorización. Para luego avanzar hacia la implantación plena de la obligatoriedad para todo el sector público y privado, en un plazo máximo de 2 años, a partir de enero de 2021”. Quiere decir esto que para el año 2023 se ha fijado como plazo el Ministerio de Ambiente llegar a la obligatoriedad de la clasificación en origen. El tiempo dirá qué tanto se avanza, pero no cabe duda de que es buen síntoma que se empiece por querer dar el ejemplo desde el Estado. También hay que ser conscientes de que si bien para las personas no implica un mayor esfuerzo clasificar los residuos en el momento de descartarlos, ya que se trata de simplemente decidir entre arrojarlo en uno u otro recipiente, sí supone en las etapas posteriores un esfuerzo importante para las arcas estatales, ya que trasladar y disponer los residuos clasificados supone, en los hechos, una duplicación de procesos.
Otro anuncio que surgió de esta instancia fueron las restricciones de uso “de materiales plásticos de un solo uso innecesarios”, que se orientan a promover la disminución del consumo y la generación de residuos, entre ellas.
Esto incluye la prohibición del uso de sorbetes (las tan clásicas “pajitas” plásticas con las que se servían los refrescos); la restricción al uso de envases plásticos descartables en la comercialización de frutas y verduras y la promoción de actividades y servicios libres de plástico de un solo uso.
Además se pretende establecer “metas de recuperación de envases descartables de cumplimiento obligatorio al 2023; y metas de integración de materiales plásticos reciclados en distintos artículos”.
No se trata de “demonizar” todos los plásticos. De hecho el plástico como concepto es un material que ha permitido enormes avances en distintas disciplinas, pero en especial en la medicina, mejorando procesos y, así, permitiendo salvar vidas. Pero el impacto de los plásticos de un solo uso innecesario es indiscutible y es una enfermedad directamente asociada a la explosión del consumo que ha ocurrido a escala global en las últimas décadas y que aún persiste como tendencia, porque sí, aún va en aumento, con pandemia y todo.
Estimaciones de la Agencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indican que “si los patrones de consumo y prácticas de gestión de residuos actuales continúan, entonces para el año 2050 habrá aproximadamente unos 12 mil millones de toneladas de basura plástica en los vertederos y en el medio ambiente”, así como que “si el crecimiento en la producción de plásticos continúa al ritmo actual, entonces para tal fecha el 20% del consumo mundial total de petróleo podría provenir de la industria de plásticos”.
De hecho, el 48% de los residuos plásticos generados a nivel mundial en el año 2015 fueron envases plásticos.
Las intenciones del ministerio de Ambiente son muy buenas y apuntan a superar algunos problemas que nuestro país tiene enquistados desde siempre, como la dificultad de encarar proyectos y soluciones que superen la escala unitaria departamental. Pero hoy no se justifica ya tener pequeños basureros en capitales departamentales que distan 100 kilómetros una de otra, multiplicando el problema y los recursos que demanda tener a raya los residuos.
De todos modos, justo es decir que el Congreso de Intendentes logró resolver –con incentivos desde el gobierno central, ni que hablar– un diferendo tan prolongado como el de la guerra de las patentes, por lo que se puede creer en que haya una solución para el problema de la multiplicación de depósitos de basura.
Por otra parte, simultáneamente con las mencionadas iniciativas para promover la clasificación en origen, sería interesante que se pusiera un ojo en experiencias innovadoras como la que desarrolla en Paysandú Ciclo Orgánico, un pequeño emprendimiento que recupera residuos orgánicos para la generación de compost. Tal vez con los incentivos adecuados y el apoyo que se requiera esa experiencia se podría escalar y ayudar a reducir no solamente el volumen de residuos que va a los vertederos, sino también la humedad de los mismos, un elemento que tiene incidencia en el manejo y en los impactos que se ocasionan.