“Año nuevo, vida nueva” dice la canción homónima. Lo primero es cierto, lo segundo no tanto, porque seguimos en la nueva normalidad, tomando todas las precauciones para evitar el contagio del temible SARS-CoV2, que provoca la enfermedad que se ha integrado a nuestro vocabulario más usado, la COVID-19.
Pero bueno, el verano está a pleno y eso es algo de lo que alegrarse. Para muchos es sinónimo de vacaciones, precisamente cuando son más largos los días. Tiempo libre, aun cuando este año no se pueda viajar al exterior. Pero se puede conocer el país, o se puede conocer algunos rincones sanduceros que hasta ahora han pasado desapercibidos. Largas horas en la playa o la piscina, maratones de series o, simplemente, no hacer nada.
También es atractiva la deliciosa comida de verano, más ligera, donde la fruta fresca como la sandía (¿será cierto que no se puede tomar vino si se la consumido recientemente?), y el melón se unen a las también frescas ensaladas, sin olvidar por supuesto los deliciosos helados.
Las noches de verano son imperdibles también. En el patio, en la terraza, en una plaza, en la playa a la luz de la fogata. Donde sea. Si estamos al aire libre podemos disfrutar de un paseo a la luz de la Luna y las estrellas, respirar ese aire un poco más fresco que el caluroso del día. Dependiendo el lugar donde estemos, viene bien un aperitivo, cenar, o tomar unas copas, con moderación eso sí.
Una de las grandes satisfacciones del verano –cuando viene acompañado de vacaciones– es el disfrute de tiempo familiar de calidad. Desde comidas, pasando por los juegos de mesa o cualquier tipo de actividad al aire libre. Y claro, siempre todo registrado con selfies del grupo familiar, eso que ahora denominamos burbuja.
Hay un placer oculto. Puede ser en el dormitorio con el auxilio del aire acondicionado o un ventilador. Pero también al aire libre, en una reposera a la sombra. ¿Qué es? Pues la siesta, una tradición heredada de nuestros antepasados españoles, que permite hacer una buena digestión tras el almuerzo para luego, seguir disfrutando de lo que queda del día.
Es verano. Con todas las precauciones, es tiempo de felicidad. Sea por la luz del sol, por el tiempo libre, por la familia, por los amigos. Es enero, y recién comienza. Que no se nos escape sin disfrutarlo.
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El histórico edificio del Yacht Club Paysandú visto desde el Muelle Aníbal Sampayo, mientras un barco se acerca (¿o se aleja?). Un par de veleros en el plano más cercano y en la bahía propiamente dicha, otras embarcaciones. Desde todos lados, bellas postales de una bella ciudad.[/caption]
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El grupo de recreativa Ludo, en la arena, en una zona entre la sombra y el Sol. En estos tiempos, el aire libre y la distancia son imprescindibles. Lo mismo que el tapaboca que los más grandes utilizan.[/caption]
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Una tabla de paddle surf board sirve para una moderna postal. Él, parado, usa diestramente el remo, mientras ella –sentada– se deja llevar. Antes, en la orilla, se habían turnado para inflar la tabla, que esta temporada está de moda entre quienes disfrutan del río.[/caption]
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Como cada año personal de Prefectura de Puerto recorre la playa, en asistencia a quien la demande. Por primera vez, lo hacen con tapaboca. La vida tiene eso, siempre puede sorprender, establecer nuevas costumbres. Ya nadie piensa en salir sin su tapaboca. Sería como salir sin la billetera. Los marinos se cuidan. Nos cuidan.[/caption]
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El Balneario Municipal tiene lugares para todos. Incluso para disfrutar del aire libre y el entorno mientras se toma mate, tranquilamente, en la zona del teatro de verano Eduardo Franco. Seguramente en ese bolso de mimbre habrá alguna delicia para acompañar.[/caption]
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La llegada a la playa. La arena que no siempre hace las cosas sencillas, especialmente si hay que empujar un coche de bebé. Aunque en realidad este va en brazos de la joven en segundo lugar. En el cochecito, una vaca peluche.[/caption]
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Melanie Rodríguez y Carolina Inetti aprovechan para hacer ejercicio, complementándose, en la ciclovía de ruta 90. Mientras una trota, la otra hace un poco de ciclismo. Es que el verano en Paysandú se vive en todas partes. El tiempo sobra, las ganas de disfrutar se aprovechan de eso.[/caption]
[caption id="attachment_115203" align="alignnone" width="680"] La experiencia de navegar en velero debe ser algo único. Confiar en el viento para mover el barco por el río. Cuando el viento es bueno, la vela se hincha, empujándolo hacia adelante. La quilla y el timón canalizan esa fuerza y la utilizan para desplazarse hacia donde lo desean. En silencio, para sentir el golpeteo del agua, para sentirse libre.[/caption] → Leer más