Bajaron los trasplantes de órganos por pandemia; esperan llegada de pacientes en etapas avanzadas

En Uruguay, en comparación con años anteriores, hubo un 20 por ciento menos de trasplantes de órganos, luego de la emergencia sanitaria declarada el 13 de marzo de 2020. Durante la primera etapa de la pandemia, continuaron los trasplantes hepáticos y fueron suspendidos los renales, que finalmente se retomaron con los demás aspirantes que conforman la lista de espera de pacientes que esperan por una donación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) instauró el 6 de junio como Día Mundial del Paciente Trasplantado, a fin de promover la donación de órganos y tejidos. En este sentido, Uruguay tiene las tasas más altas a través de la Ley 18.968, vigente desde setiembre de 2013, donde establece que los uruguayos son donantes excepto que expresen lo contrario. Desde 1980 el Fondo Nacional de Recursos (FNR) financia los trasplantes de riñón, hígado, corazón y médula ósea.

Realidad en pandemia

Ante el incremento de los casos positivos del virus SARS-​CoV-2, en los CTI aumentó la atención a pacientes críticos, crónicos, trasplantados y con enfermedades renales. Allí, aproximadamente el 15 por ciento de los pacientes con ventilación mecánica necesitó diálisis para sustituir la función renal y los trasplantados fueron incluidos en abril pasado dentro de la población priorizada para la vacunación.
Con una elevada circulación viral, el período de mayor inmunosupresión de un trasplantado corresponde a los primeros tres meses y, por lo tanto, al espacio de tiempo de mayor riesgo de contraer COVID-19.
Actualmente existen dificultades para la captación de pacientes con enfermedades renales que necesiten un diagnóstico y los equipos de salud constatan la llegada de pacientes en etapas avanzadas. El programa de salud renal, que desarrollan en forma conjunta el FNR, Ministerio de Salud Pública (MSP), la Cátedra de Nefrología y la Sociedad Uruguaya de Nefrología, con el fin de realizar prevención y agilizar el diagnóstico, demostró que un 80 por ciento de los pacientes logró mantener su seguimiento.

Atur

El 1º de setiembre de 2000 fue creada la Asociación de Trasplantados del Uruguay (ATUR) y desde entonces ha incidido en la legislación uruguaya, además del avance del tema en otros países de la región. Su presidente, José Fernández, recibió un trasplante de riñón hace 22 años, tiene 61 y es uno de los socios fundadores de la institución.
“Mi problema renal surgió hace más de 35 años, cuando nació mi hija. Me diagnosticaron una nefropatía y me mantuvo con cuidados, fuera de diálisis, durante 12 años. En aquel entonces era un logro, porque no había medicación que retrasara la enfermedad. Después ingresé a diálisis, se terminaron de atrofiar mis riñones y así estuve 9 meses. Dentro de ese tiempo, a los tres meses ya estaba en lista de espera. Me llamaron el 10 de marzo de 1999 y me hicieron el trasplante en el Hospital Italiano, que es uno de los centros junto al Evangélico y el Hospital de Clínicas. Los trasplantes pediátricos se hacen en la Asociación Española”, relató a EL TELEGRAFO.
Explicó que “esa nueva etapa me llevó a tratar de devolver a la sociedad, algo de lo que me dio gracias a un donante que llevo en mi riñón, pero principalmente en mi corazón. Así fundamos ATUR en el año 2000”.
En su caso alcanzó con una operación, sin embargo, otros rechazan el nuevo órgano. “Conozco pacientes con tres intervenciones. Pero me he ocupado en actividades físicas. Soy deportista y represento a Uruguay en varias disciplinas en juegos latinoamericanos y mundiales para trasplantados. El último evento se realizó en 2019, justo antes de la pandemia, en Newcastle (Inglaterra)”.
Su hija, con 36 años, se encuentra actualmente en diálisis. “No es hereditario, pero tiene lupus y eso puede provocar problemas en los órganos. En su caso tiene un problema renal y también, va camino a un trasplante”.

En uruguay

El segundo jueves de marzo se conmemora el Día Mundial del Riñón. El 11 de ese mes “toda la cátedra y la sociedad científica analizó lo que ocurre con el tema renal en Uruguay, donde el porcentaje de trasplantes bajó cerca de un 20 por ciento a causa de la pandemia. La excepción fueron los trasplantes hepáticos que este año se hicieron 26 y es uno más que en 2019”, dijo Fernández.
Explicó que “el SARS-​CoV-2 ataca principalmente los riñones. Siempre se habla del aspecto pulmonar, pero una vez contraído el virus, a los pacientes hay que hacerles un proceso de diálisis en agudo. Es decir, no tienen insuficiencia permanente sino momentánea, pero hay que hacer que esos riñones funcionen”.
En comparación con el resto del mundo, “Uruguay sigue siendo el número 1 en trasplantes a nivel mundial. Si bien pasamos del cuarto al sexto lugar, es que hubo otros países detrás nuestro –como Francia o Italia– que al pasar la ola de pandemia, retomaron los trasplantes e incrementaron sus cifras. Y así como han disminuido los trasplantes en general, las personas en lista de espera no aumentaron en porcentaje. Hay un promedio de 430 o 450, en su mayoría pro trasplantes renales. De corazón e hígado son muy pocos”, agregó.

Experiencias sanduceras

Marilina Odella tenía 21 años cuando comenzó con palpitaciones, indicios de alta presión y el pasaje por varios médicos. “Un día me pusieron un Holter, me encontraron una arritmia y el doctor Raffo me dio pase a la nefróloga. El origen de mi problema renal no se supo, pero no fue hereditario ni por quistes, sino una aparente infección mal curada. Recuerdo que tuve mononucleosis que me detectaron cuando estaba prácticamente curada. Al poco tiempo empecé con diálisis porque los tratamientos con corticoides no surtieron efecto”.
A sus 22 años comenzó a dializarse y rememora: “Las máquinas causan impresión porque se ponen unas agujas bastante gruesas por donde pasa la sangre. Se modificaron esos equipos, pero hoy se utiliza el mismo sistema. Incluso tengo las cicatrices todavía”.
En hemodiálisis permaneció durante 7 meses hasta que le ofrecieron la peritoneal. “Me fue bien en la hemodiálisis porque el único inconveniente es que me bajaba un poco la presión. Pero probé con esta, que consistía en utilizar el peritoneo como un filtro. La anterior era tres veces por semana, durante cuatro o cinco horas y con esta, era media hora durante cuatro o cinco veces al día”.
Así permaneció durante siete años, hasta que se anotó en una lista de espera para trasplante. “Pasaban los años y no llegaban los donantes, porque en aquel entonces no estaba la ley. En ese ínterín me casé y mi esposo insistió en hacerse los análisis. Resultamos compatibles y –casualmente– el 6 de junio de 2006 nos internamos y al día siguiente se hizo el trasplante. Si bien estuve grave dos meses y salí pesando 38 kilos, después hice una vida normal y a los dos años quedé embarazada. Soy una agradecida de lo bien que me ha ido”.
María Romero tenía 13 años cuando le diagnosticaron hipoplasia renal. “Es una mala formación en un uréter que me hizo perder un riñón. A los 18 años ingresé a diálisis peritoneal, donde estuve 4 años hasta que me hicieron un trasplante cadavérico cuando tenía 21 años, en el Hospital Italiano. Hice vida normal hasta los 36 años, cuando tuve que hacerme un segundo trasplante con un riñón donado por mi hermano”.
Explicó que “un trasplante cadavérico puede durar entre 7 y 10 años. A mi me duró 15 años y como mi hermano era compatible, fue mi donante. Hasta ahora tengo una función renal muy buena”.
A pesar de la existencia de una ley, Romero enfatizó en la necesidad de “concientizar a la población en la importancia de la donación de órganos. Si bien somos pacientes de riesgo en esta pandemia, tenemos que cuidarnos, pero también trabajamos y hacemos una vida normal”.

El indt

El Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Células, Tejidos y Órganos (INDT) es un organismo desconcentrado del MSP que gestionan en forma conjunta el ministerio y la Universidad de la República y funciona en el Hospital de Clínicas.
Anualmente recibe unas 150 comunicaciones de instituciones de salud sobre fallecimientos por muerte encefálica, en tanto este estado permite que los órganos se mantengan oxigenados. Posteriormente releva ante el Registro Nacional del Donante si esa persona expresó su negativa a donar y envía un equipo técnico para analizar al potencial donante. A los pacientes en espera de un trasplante renal, se suman unos 500 que aguardan un injerto de córnea.