Las medidas “salvadoras” en Argentina

El duro revés que sufrió el gobierno kirchnerista de Alberto Fernández en las PASO, (elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), con la firme perspectiva de que nuevamente el electorado argentino le dé la espalda en las cruciales elecciones de medio término del 14 noviembre venidero, ha sido determinante para que haya decidido llevar adelante la estrategia de “poner dinero en el bolsillo de la gente”, para cambiar el humor social y así tratar de traducirlo en votos para el oficialismo.
Una maniobra clientelística y suicida al mismo tiempo, desde que para que más o menos le vaya bien al gobierno de esta manera van a dinamitar cualquier posibilidad de ensayar una recuperación sustentable del país, para vivir el momento electoral, y que luego sea lo que Dios quiera.
Igualmente, todo paso en esta dirección no está exento de polémica, porque en un rapto de sentido común, hay dentro del propio gobierno quienes si bien se afilian a que esta es la única posibilidad de revertir la tendencia, asumen el fuerte riesgo que conlleva este maquillaje, por cuanto se podría dar el golpe de gracia a las fuentes de empleo que aún quedan, con más inflación y desquiciar definitivamente la economía, pese a los enormes recursos naturales con que cuenta la Argentina.
Mientras tanto, una de las consecuencias de la derrota, pese a tratarse de elecciones primarias, ha sido el choque entre el mandatario y la vicepresidenta Cristina Fernández, “dueña” de los votos que llevaron a Alberto Fernández a la Presidencia, y el saldo del diferendo fue la pérdida de ministros leales al presidente y con el precio de que quedaran al desnudo ante la opinión pública, por si alguien tenía alguna duda de la situación real de poder y las diferencias en el seno del kirchnerismo.
Pero ha podido más el afán de poder –típico del peronismo– y no dan los tiempos ni tampoco la voluntad política ni siquiera para aparentar una mejora real en la situación económica, por lo que de lo que se trata es de meter dinero como sea en la población de menores recursos, apelando a potenciar los “planes sociales” en vigencia, que son pan para hoy y hambre para mañana, como le ocurre a todo gobierno populista e irresponsable.
En cuanto al escenario real, han surgido voces de alerta ante este intento, y por ejemplo desde el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) se analizaron las posibilidades de que el gobierno otorgue un aumento general de salarios y jubilaciones e incremente el gasto social y la obra pública, utilizando fondos del FMI.
Sobre las ayudas económicas que pretenden poner plata en el bolsillo de la gente, como ha pedido la misma vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, con la “idea” de mejoras para apuntalar el consumo con aumento de jubilados, pensionados, beneficiarios de AUH (asignación mensual por hijo) e incluso créditos blandos para ciertos sectores, Víctor Beker, director del CENE, dijo que “la opción que parece ser la elegida es interpretar que la debacle electoral puede contrarrestarse ‘poniendo plata en el bolsillo de la gente’, para generar un shock de consumo. A tal efecto, habría un aumento general de salarios y jubilaciones para las escalas más bajas y se incrementaría el gasto social y la obra pública, utilizando para ello los fondos provistos por el FMI y, llegado el caso, emitiendo una cuasi-moneda para su financiamiento. A ello se sumaría una estricta política de control de precios con fuertes sanciones a quienes no la acaten”, puntualizó Beker.
Consideró que un cambio de rumbo en esta dirección, por moderado que sea, requeriría de un acuerdo con algún sector de la oposición, para darle sustento en el Congreso de la Nación y viabilidad política. “En tal caso, un rápido acuerdo con el FMI, una flexibilización del cepo cambiario, una actitud más amigable hacia la inversión privada y un fomento de la radicación de capitales, sin restricciones geopolíticas, en actividades clave como el litio, Vaca Muerta, la obra pública, las industrias de la salud, la economía del conocimiento y el sector agroindustrial podrían ser parte de una agenda desarrollista, que permita revertir esta nueva década perdida”, señaló.
Pero en realidad, el gobierno de la vecina orilla aparece como más preocupado por su subsistencia, por su suerte tras la comparecencia en las urnas que en la sustentabilidad de las políticas y el beneficio que estas impliquen en el mediano y largo plazo.
Ante el mensaje de las PASO, se optó por actuar con cierto sentido quirúrgico en los puntos en los que el gobierno detectó estaba el problema, como es el caso de la dureza de la cuarentena –“la más larga del mundo”– que dinamitó la economía y tampoco evitó un elevadísimo número de muertes –más de 116.000 a esta altura– y fue así que de un día para el otro se dio por terminada la pandemia, haciendo caso omiso de la cobertura todavía problemática, debido a la torpeza con que el gobierno manejó la vacunación.
Así, la Argentina está abriendo fronteras y levantando restricciones como si tuviera la mejor cobertura del mundo, cosa que está muy lejos de suceder, pero las circunstancias en lo inmediato así lo aconsejan para quienes llevan adelante la estrategia electoral del oficialismo.
Quien lo hace es naturalmente la expresidenta Cristina Fernández, la promotora del “poner dinero en el bolsillo de la gente” como sea, y naturalmente, lo único a mano a esta altura es por la vía ficticia: imprimir billetes para que se tenga sensación de euforia, pero a costa de desquiciar aún más la economía, porque el Estado no tiene caja ni le queda presupuesto, con cuentas en rojo que no tienen alternativa posible en el corto plazo y ni aún en el mediano.
El combo de altísimo endeudamiento, inflación del orden del 50 por ciento, cepo importador y exportador por cerramiento de la economía, unido a la impresión indiscriminada de billetes sin valor real, aumentar subsidios y “congelar” precios, favorecer el consumo con créditos a intereses mínimos con relación a la inflación, desafiando las leyes de la economía, solo puede funcionar –es un decir– hasta las elecciones, que es al fin de cuentas el objetivo inmediato del kirchnerismo.
Las perspectivas ante estas medidas “salvadoras” son más de lo mismo, del intento burdo por retener el poder a cualquier precio y el costo es precisamente seguir llevando al vecino país a la ruina, con “parches” de vez en cuando que se logran gracias a los enormes recursos naturales con que cuenta. Total, después encontrarán a quién echarle las culpas de la miseria a la cual llevaron el país, y por supuesto, será una “causa argentina” volver a caer en default y criticar al FMI, a los tenedores de bonos, a las multinacionales, al imperialismo norteamericano y todo eso que rejunta a los incapaces de ver la realidad.
Pero de soluciones reales, nada, debido a esta lucha por el poder de la política por el nivel más bajo, que con discursos de ocasión y medidas demagógicas sigue pateando la pelota hacia adelante para que se haga cargo el próximo gobierno, del partido que sea, cada vez con menos margen de maniobra.