Solicitada: Por más quijotesco que parezca, no hay que darse por vencido

Días atrás todos nos quedamos atónitos con la triste noticia que recorrió la prensa y las redes sociales; una abuela sanducera de 84 años asesinada a golpes en su propia casa por su nieto, un joven consumidor de drogas.
Soy madre, me falta tiempo para ser abuela, pero créanme que sentí el hecho cerca, como muchos sanduceros. Pensé en los momentos que esa abuela habrá compartido con su nieto, los cumpleaños, las alegrías, las tristezas, la vida misma. No se merecía morir así y a él, con veinte y pico de años, no es vida la que le esperará en la cárcel.
¿Y qué hacemos como sociedad frente a las drogas? Muy poco. ¿Y saben qué es lo peor? Naturalizamos el riesgo, y por tanto lo minimizamos. No reconocemos el problema y las drogas están, y nadie se anima a ponerle el cascabel al gato.

Nadie en su sano juicio puede negar que consumir drogas en edades tempranas tiene riesgos, pero el sistema educativo no se lo dice a nuestros niños ni a nuestros jóvenes. Hay un silencio que es ensordecedor. ¿O vamos a pensar que por hacer unas pocas intervenciones puntuales en las aulas, lograremos cambiar los mensajes?
A menor percepción del riesgo, es mayor la probabilidad de consumir y/o abusar de una sustancia. A la inversa, si soy consciente de los daños que traerá aparejados a mi vida, al menos actuará como barrera al consumo temprano.

Sumemos a lo dicho, que el Uruguay en el año 2013 legalizó el consumo de cannabis, que además se vende en las farmacias, lugares que en el consciente o inconsciente colectivo están ligados a la salud. También tenemos legalizado el alcohol y el tabaco, considerados drogas.
En estos tiempos posmodernos, de posverdades, de relatos construidos por los personajes de turno, en épocas donde la personalidad se va moldeando sin muchas herramientas más que unas pocas horas en familia, cuando existe, y la mayoría del tiempo con la mirada fija en el celular, conectados a tik tok y con una educación en el tema casi ausente, la tarea a la que nos enfrentamos como sociedad es quijotesca. Tenemos un gran desafío y es darnos cuenta del problema para actuar en consecuencia. Darnos cuenta que la educación ya no pasa sólo por matemáticas o física, pasa por otro lado. Pasa por implantar valores, por educar las emociones, por fortalecer la autoestima. Cada vez se está adelantando el consumo de sustancias problemáticas en edades más tempranas en nuestro país. La VIII encuesta nacional sobre consumo de drogas en estudiantes de enseñanza media publicada en el año 2020, demuestra que el alcohol es la más utilizada por los adolescentes, seguida del tabaco y la marihuana.

¿Qué tanto más va a seguir esperando el sistema educativo para actuar? Es desde ahí donde se consiguen las transformaciones más significativas y duraderas. Se habla de la obesidad infantil creando hábitos saludables, se han llevado mensajes contra el bullying escolar y así tantos otros, pero los mensajes sobre el daño que provocan las drogas siguen esperando su turno.
¿Y cuál es el mensaje esperado? Que los alumnos desde la infancia hasta la adolescencia sean conscientes, sepan del perjuicio que provoca consumir en edades tempranas. No será el mismo mensaje que se le dará a un niño de 5 años que a un adolescente de 14, pero el mensaje hay que comenzar a darlo. No es el prohibicionismo el camino, el camino es educar para prevenir. No podemos seguir dando la espalda a un asesino silencioso que hace rato está entre nosotros cobrándose vidas, destruyendo familias y mandando cada vez más gente entre rejas. Esc. Sabrina Buono