La guerra y su impacto en los precios: un conflicto más cercano de lo que parece

En los últimos meses de 2021 y al comienzo del corriente año las tensiones entre Rusia y Ucrania escalaron con niveles cada vez más crecientes de violencia, con amenazas cruzadas y perspectivas de que se iniciara de forma inminente un conflicto armado entre ambos países. Luego de ocho años de guerra civil en el Este de Ucrania, en las regiones separatistas de Donetsk y Luhansk, la conflictividad pasó del plano regional al internacional con el inicio de las operaciones militares rusas en suelo ucraniano el pasado 24 de febrero. A más de tres semanas de iniciadas las hostilidades en el Este europeo, se empiezan a sentir las consecuencias del conflicto en la economía mundial; y es que desde Europa hasta China, el Medio Oriente y Sudamérica, hay consecuencias económicas derivadas del conflicto que ponen en alerta a gobiernos y sectores productivos que ven con nerviosismo la situación, por lo difícil que se hace tener certezas en un escenario tan volátil. Por supuesto que no podemos obviar el drama humanitario, con numerosas víctimas entre muertos, heridos y refugiados, pero veamos por un momento el conflicto y su impacto en el comercio, exportaciones e importaciones y el efecto sobre los precios de algunos bienes de consumo esenciales.

En nuestro país, uno de los más afectados en el rubro exportaciones es el sector lechero. Desde el Instituto Nacional de la Leche (Inale) hay gran preocupación por los embarques que salen de nuestro país con destino a Rusia, debido a que el 60% de la manteca que se exporta tiene a ese país como comprador. Además, el 10% de los quesos exportados por Uruguay también van a Rusia. Más allá de que no sea el principal comprador de los lácteos nacionales, un nada despreciable 10% de toda la producción lechera uruguaya se exportó a Rusia en la última década, predominando la manteca entre todos los productos. La situación es especialmente preocupante para empresas como Conaprole, líder del sector en nuestro país, pues hay pedidos sin embarcar y mercadería ya entregada y adeudada por Rusia, señalan desde el Inale. ¿Qué medidas se deben tomar ante una situación de estas características? Desde el gobierno se habla de facilitar el redireccionamiento de productos que tenían destino a Rusia como medida para evitar pérdidas mayores, pero aún así persiste la preocupación por concretar las exportaciones que fueron contratadas. Quizá el impacto mayor está en el cobro: la salida de algunos bancos rusos del sistema Swift de transacciones internacionales hace más difícil concretar pagos.

Por otra parte las sanciones a Rusia aumentan los costos de seguros y del transporte marítimo para aquel país, a lo que se suma el cierre de puertos importantes en Ucrania. Esto es especialmente grave si ponemos el foco en las importaciones: la guerra ha puesto en peligro el abastecimiento de cereales a nivel mundial, puesto que Rusia y Ucrania representan aproximadamente la cuarta parte del comercio mundial de trigo. En nuestro país, el sector agrícola observa con especial preocupación el aumento en los costos de algunos insumos, sobre todo de los fertilizantes que vienen de la región en conflicto. Las sanciones a Rusia complican el suministro de fertilizantes, elevando los precios internacionales y haciendo complejas las entregas. Según informa el portal Bloomberg, hay cinco empresas navieras de origen ruso que pararon sus actividades.

Los productos agrícolas, los minerales y el petróleo registraron fuertes subas en sus precios a nivel mundial desde el comienzo del conflicto armado, por lo que los efectos de la suba en varios artículos de consumo ya se empiezan a sentir en nuestra región. El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos, habló en rueda de prensa el pasado 7 de marzo para anunciar la creación de un comité que realizará el seguimiento a los precios internacionales de algunas materias primas de alimentos directamente afectadas por la guerra. Según el ministro, se espera una suba en los precios de los panificados y los aceites. El hecho de que Rusia y Ucrania acaparen porcentajes tan altos de algunos mercados, como lo es por ejemplo el del aceite de girasol, hace subir además el precio de productos alternativos como la soja cuya demanda aumenta considerablemente al verse mermado el suministro del mencionado aceite en otras partes del mundo. En el caso de la soja por ejemplo, la suba de su precio tendría efectos inmediatos en algunos productos que se comercializan al público. Con respecto a la carne uruguaya, el ministro Mattos afirmó que su fuerte demanda internacional pone al alza los precios de algunos cortes, lo que llevó al gobierno a evaluar en los últimos días la posibilidad de importar carne desde Paraguay, teniendo en cuenta que dicho país ha tenido una reducción importante en el precio del ganado, con dificultades para colocar la parte de su producción que tenía a Rusia como destino.

El aumento de los precios de los commodities como los granos o la carne benefician en el corto plazo a Uruguay, porque somos exportadores de estos productos, pero perjudican el mercado interno. Además, dado el aumento de los costos de producción –fertilizantes, insumos, repuestos, energía, etcétera–, la logística y prácticamente todo lo que es importado –todo lo cual no depende de nuestro país, que es tomador de precios–, a la larga todo se encarece y afecta el costo de vida de la población en general, que ve incrementos extraordinarios en las góndolas de los supermercados y en los demás comercios.
La situación internacional, en estos primeros meses del año, es compleja y de futuro por demás incierto. Como podemos ver, las consecuencias económicas de la guerra no demoran en hacerse sentir, por lo que resta esperar a cómo evolucionan las negociaciones entre los países en conflicto para saber que esperar en materia comercial y de precios.