Misterios matemáticos

Con sólo mirar nuestro entorno natural, nos encontramos con el lenguaje armonioso de las matemáticas, de la geometría, en las formas y las relaciones de la naturaleza.
Así, la mayoría de las flores tienen una simetría perfecta en sus pétalos, también la tienen los caracoles en sus caparazones, los cristales minerales y hasta las galaxias. Existe un número, llamado Phi (φ), un número misterioso que es un código único y armonioso, que se encuentra en todos los seres vivos. No es un número inventado, es un número descubierto.
Usando este número: 1,618… (es uno de esos números que no terminan nunca, que nos hace pensar en el infinito), se construyen las banderas: si dividimos la medida del largo por la del ancho, nos da esa relación.
Lo asombroso, realmente, es que esa relación se da en las distintas partes del cuerpo humano. Por ejemplo, si dividimos la longitud de la falange mayor del pulgar por la menor, nos da ese número, o uno muy aproximado, Y lo mismo sucede en todos los dedos y en todo el cuerpo.
Los rostros más bellos guardan esta proporción simétrica, que se refiere a una belleza que perdura a través de todos los tiempos. En el libro “El hombre que calculaba”, se buscaba una mujer, entre todas las de un harén, que tuviera una belleza perfecta, hasta que encontraron a una mujer que tenía esta proporción en todo su cuerpo.
Distintas culturas de la antigüedad sabían de esta proporción y la utilizaron en la construcción de templos, como el Partenón de Atenas, en las pirámides, en piezas de arte.
Este número se encuentra en las colmenas de las abejas, en las hojas y tallos de las plantas, en los remolinos de agua y de viento, en las espirales de algunos caracoles, en los esqueletos de animales y humanos, en los cuerpos químicos y hasta en las galaxias.
Es el número áureo, que muchos consideran un número sagrado o divino, que es como una puerta para una comprensión profunda de la belleza y la espiritualidad de la vida, un número que revela en gran parte la armonía oculta en el universo.
La naturaleza no necesita regla, ni compás, ni calculadora.
Este número áureo es un concepto matemático que incluye la biología, la arquitectura, la música, la astronomía, la botánica, las finanzas. Se llama así (Phi, se pronuncia fi) por Fidias, el arquitecto griego que construyó el Partenón. Es el número más sorprendente del mundo, infinito e irrepetible.
El científico y matemático Fibonacci, se puso a observar la reproducción de los conejos, y descubrió este número, descubrió la sucesión que lleva su nombre 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, etcétera; dividiendo cada número por el anterior, nos da ese número o uno muy aproximado.
Los números tienen un extraordinario poder que nadie ha podido descifrar hasta el momento.
Una forma geométrica que está en todas partes, en nosotros y en el universo, es el círculo, del cual derivan la esfera y la elipse, que son también muy significativas. Hay distintas interpretaciones de su simbolismo, en las distintas culturas y a través de la historia. En muchas creencias espirituales, el círculo representa la fuerza vital, o espíritu divino que mantiene nuestra realidad en movimiento. Representa la evolución, un proceso de transformación, del nacimiento a la muerte, y de esta al nacimiento, continuamente, el alfa y el omega, porque un círculo no tiene ni principio ni fin.
La figura circular ha sido siempre muy importante en las colectividades humanas. Siempre poseyó una fuerza invisible y poderosa que lo hizo un objeto mágico especial.
Existen vestigios en culturas megalíticas, los círculos de piedra, en distintos lugares de la Tierra. El círculo se encuentra también en las catedrales góticas.
Es interesante notar que los primeros dibujos del niño son círculos, aunque malformados. Y que la forma circular se encuentra en nuestro cuerpo. La palabra circular viene de círculo, y en el cuerpo humano la sangre circula, nutriendo las células y a la vez sacando los desechos. En otras palabras, hay ciclos, empezar, terminar y volver a empezar, que se repiten en la naturaleza y en el universo. Es decir, el círculo es una figura que se repite y está en todo.
El círculo que un niño dibuja representa el mundo interior del yo y su individualidad. Lo que está fuera del círculo representa el mundo exterior, que lo rodea.
Las distintas culturas comparten, en esencia, el significado del círculo, una poderosa imagen que evoca unidad en la diversidad.
Un círculo se cierra sobre sí mismo, por ello representa la unidad, lo absoluto, la perfección. Es símbolo del Cielo en relación a la Tierra, de lo espiritual en relación a lo material, por ello se relaciona con las “protecciones”: círculos mágicos, círculos de poder, coronas, anillos, collares, cinturones. Representa el encuentro entre lo divino y lo humano.
Los budistas hablan de “La rueda de la vida”, que hace girar a la naturaleza entera, con sus ciclos, sus ritmos y su movimiento eterno. El círculo es, por lo tanto, la totalidad, la integridad y la realización.
Los mandalas son círculos que representan el micro o el macrocosmos. El centro del círculo representa la energía del origen, la fuerza que hace evolucionar cuando el círculo gira y gira en el tiempo.
Para el psicoanalista Jung, el centro del círculo referido al ser humano, es el centro del ser mismo, el Sí Mismo, y todo el círculo representa la individualidad del yo.
La fuerza de la figura circular radica en su poder centralizador, porque todos los puntos de la circunferencia son equidistantes del centro. Esto es, el centro es lo que permite unificar y dar coherencia a los distintos aspectos de nuestra personalidad, lo que nos permite el equilibrio interno y la evolución de la conciencia.
Para decirlo con palabras sencillas, se puede decir que cada uno de nosotros puede representarse con un círculo, y que el centro de ese círculo es la lucecita que todos traemos al nacer, una energía que nos hace ascender en el camino de la conciencia de nosotros mismos, durante toda nuestra vida, guiándonos hacia el infinito.

La tía Nilda