Scanavino: “Disfruté como no pude hacerlo hace 25 años”

Scanavino, 25 años más tarde, mirando río abajo durante la travesía del fin de semana.

Estaba nervioso. Después de dar mil batallas en el agua, la experiencia fue diferente. Esta vez fue el referente de 24 nadadores que quisieron homenajearlo. Y se sintió otra vez profeta en su tierra.
Su preocupación no era recibir aplausos. Era saber si habría gente en la playa del Remeros para recibir a “los chiquilines”, como los definió todo el tiempo a estos amantes de la natación que decidieron recrear aquella histórica travesía que hace 25 años llevó adelante en soledad el enorme Carlos Scanavino, uniendo a nado la Meseta de Artigas con la playa Municipal.
“La verdad es que esto es un disfrute”, dijo tranquilo, pausado, mientras miraba desde la cubierta a lo lejos cómo el puente internacional se acercaba cada vez más, y el recorrido se acortaba minuto a minuto.
“La experiencia es enorme. Estar con estos chiquilines, contarle vivencias, las anécdotas y que te pidan algún consejo. Metieron como locos y me emocionó mucho todo esto. Es algo tremendo”, dijo realmente emocionado en la cubierta de la Sacra.
A esa altura Carlitos bromeaba con el que “espero que haya gente” cuando arribara él y sus chiquilines. “Ellos se lo merecen. Se merecen el reconocimiento porque metieron muchísimo”, remarcó.
Y recordó, obviamente, lo que fue su experiencia en 1997, cuando en soledad, acompañado por un pequeño equipo, llevó adelante aquella locura de nadar 100 kilómetros sin parar. “Pasaron 25 años de aquella locura, y ahora estamos haciendo otra igual, pero con un apoyo de los chiquilines que nadan media hora acompañados por kayaks. Y yo no pude vivir esto hace 25 años, porque venía nadando. Ahora estoy disfrutando lo que no pude en aquel momento. Pero volviendo el tiempo atrás reconozco que aquello fue una locura tremenda”, dijo mientras recorría los últimos kilómetros de una experiencia inolvidable para todos quienes la vivieron. La charla, lógicamente, se centró después en aquella locura. Y fue larga, obvio. Porque a todos les gusta escucharla, y a él contarla.
Aquella locura surgió “en conversaciones de familia, para hacer una despedida de mi trayectoria como nadador”. Y recordó que la idea original fue otra, unir Salto con Paysandú. Pero si nadar desde la Meseta a la playa Municipal era una locura, la original era una locura y media.
Para realizar aquella travesía, “éramos menos”, dijo teniendo en cuenta la gente que en ese momento estaba en la Sacra y la que estaba nadando y acompañando en kayak.
Además de repasar quiénes formaron parte del equipo (“ponele que éramos unas 15 personas”), contó que seis nadadores lo acompañaron ante iniciativa de otro inolvidable, el profesor Wilfredo Raymondo. “Fueron tres de Paysandú (incluyendo al actual presidente del Remeros, Andrés Klein) y tres de Maldonado, porque Raymondo me decía que nadar de noche me iba a hacer sentir solo”, repasó. En aquella ocasión Carlitos se topó con varios percances. Incluyendo un eclipse de luna y que encallara la embarcación que lo acompañaba.
Las anécdotas se sucedieron a lo largo de la charla, pero habían nacido mucho antes y terminaron en el momento en el que se tiró al agua para recorrer el último tramo de esta travesía vivida el fin de semana. Llegó, se abrazó con todos y esperó a sus chiquilines, con quienes recordó emocionado, sintiéndose más grande que nunca.