Bebe Velázquez descansa en su tierra, tras una intensa vida llevando la música de Los Iracundos por el mundo

Ayer, un puñado de sanduceros se hizo un espacio en su día para pasar por el teatro Florencio Sánchez por la mañana y primeras horas de la tarde para tributar póstumo homenaje a Juan Carlos “Bebe” Velázquez, cuyo cuerpo fue velado en el coliseo sanducero. Posteriormente, el sepelio se realizó en el Cementerio Central.
Sus hijos Diego y Sebastián (quien vive en Estados Unidos) estaban presentes, despidiendo a su padre, al baterista histórico de Los Iracundos. También la viuda de Leonardo “Bocha”, Franco, Rosario Paz y sus hijos. Sobrinos, nietos de Bebe y otros familiares. Y muchos sanduceros que aman la música de Los Iracundos. Entre ellos, el intendente Nicolás Olivera y el secretario general Fermín Farinha.

El féretro fue colocado en la puerta central a la sala y permaneció cerrado, cubierto con la bandera de Paysandú. Cerrado por decisión familiar. Por eso no se pudo ver por última vez a Bebe, vestido de traje y con dos palillos de batería en sus manos. Lo rodeaban varias ofrendas florales, en el hall de ingreso al teatro.
El murmullo característico en un velorio, el pasar de quienes concurrían a rendir tributo al integrante original de Los Iracundos que se mantuvo activo hasta los últimos días de su vida, al frente del grupo, haciendo que la música de Los Iracundos se mantuviera vigente. Diego permaneció de pie, prácticamente todo el tiempo, acodado al mármol de Boletería. Sebastián en el ante foyer, tras un agotador viaje, por avión primero y ómnibus luego.
Las horas fueron pasando lentamente. Algunos simplemente de pie o sentados, en silencio, en sus propios pensamientos, recordando quizás que fue allí cuando el 10 de octubre de 1961 los siete integrantes de los Blue Kings dieron su primer recital.

Seis de ellos iniciarían luego un camino que los llevó por el mundo, que los hizo triunfadores a nivel continental, que sin que haya sido un cometido específico los hizo embajadores de Paysandú.
O quizás estaban pensando que fue en ese escenario cuando el 11 de octubre de 2021 Juan Carlos Velázquez y Los Iracundos dieron lo que ahora es el último recital en el Florencio Sánchez. Posteriormente en la noche del 17 de abril pasado en el Anfiteatro del Río Uruguay el Bebe y Los Iracundos ofrecieron a Paysandú el último recital de la banda.

Y luego, felices viajaron a Estados Unidos, para varios recitales, tanto en la costa Este como en la oeste. Fue el sábado 30 de abril cuando cumplieron con el último compromiso en Nueva York. “Fue un recital como siempre, con toda la energía”, recordó Diego Inzúa, tecladista del grupo.
De allí a Ecuador. Bebe ya sentía síntomas, pero simplemente no los tomó en cuenta. Hasta que fue necesario concurrir a un clínica, cuando ya estaban en Guayaquil donde eran esperados en varios escenarios. Entonces, lo conocido. Bebe se aprestaba a enviar un mensaje grabado en video diciendo que estaba recuperándose y que en tanto Los Iracundos –con un baterista reemplazante– iban a cumplir con los shows.

Simplemente no pudo hacerlo. No le dio el tiempo. Llegó la muerte. La sorpresa primero y el dolor luego recorrió América y países de otras regiones. El jueves 5 de mayo de 2022 quedará grabado como el aciago día del fallecimiento de Juan Carlos Velázquez.
Ayer, domingo 8 de mayo, Bebe volvió a su tierra natal para quedarse aquí, en su lugar, al que de hecho volvía siempre, donde pasó buena parte de la pandemia. La música de Los Iracundos está donde siempre, en todos lados, en cualquier sitio donde haya quienes la conozcan y la disfruten.
Pero de sus integrantes originales solo queda Hugo Burgueño, quien reside en Buenos Aires. Bebe descansa tras una vida intensa y significante. En el lugar donde quería, en su Paysandú.

EL ENTIERRO

Pocos minutos antes de las 15 comenzaron los preparativos para el sepelio. Se acercaron sus hijos, y por un momento en el que el tiempo no cuenta, todos permanecieron en silencio, ante el féretro ya sin la bandera. Luego, con Sebastián y Diego delante se inició el traslado del cuerpo hacia el coche fúnebre. Estallaron los aplausos, despidiendo al artista, al vecino, al sanducero del teatro en el que tantas veces actuó con Los Iracundos. Un último recorrido por las calles de Paysandú, en una tarde soleada y con muy escaso tránsito en el centro. Hasta el Cementerio Central. El coche fúnebre ingresó, lentamente, y detrás familiares, amigos, sanduceros que saben que les es propia la música de Los Iracundos. Un largo camino, en silencio, hasta el sitio donde iba a ser depositado el féretro.
Juan Carlos Velázquez no tenía panteón familiar ni nicho. En consecuencia, fue colocado en el nicho 75 del Panteón Social de Adeyom.

Aplausos en despedida al fundador, director y baterista de Los Iracundos. Luego abrazos, expresiones de condolencia y el camino de retorno, dejando en soledad el lugar, silencioso. Un lugar de descanso eterno.

Juan Carlos Velázquez ha terminado su vida terrenal. Prácticamente una vida dedicada a Los Iracundos. Un baterista de excelencia. Un sanducero orgulloso de serlo. Salió de Paysandú para conocer el mundo y volvió a su tierra. Descansa tras su muerte en la ciudad donde nació. No hay mejor destino para un sanducero.