Falleció en las últimas horas el arquitecto Juan Carlos Siázaro (1939-2022), a los 83 años, figura clave del cooperativismo de viviendas por ayuda mutua en todo el litoral, y especialmente en Paysandú; Ciudadano Ilustre de Paysandú.
“En algún momento de mi vida fui montevideano, los primeros 31 de mi vida. Vine a nacer en Paysandú en mayo de 1970”, dijo en el ciclo “Protagonistas” de Fucvam Uruguay.
Se recibió como arquitecto en 1969 cuando trabajaba en la mutualista Asociación Fraternidad, como administrativo, en Montevideo. Pasó a una mueblería de diseño de interiores, con un sueldo superior y tarea más adecuada a su título. “Me picaba aquello que tanto se decía en la Facultad: el arquitecto debe estar al servicio del medio”. Así que a unos amigos, de su misma generación universitaria que ya trabajaban en el Centro Cooperativista del Uruguay (CCU) les pidió trabajo. Pasaron los meses y en 1970 le llegó la oportunidad. En Paysandú cuatro cooperativas de vivienda por ayuda mutua (Covisan I y II y Municipales I y II) estaban a punto de obtener el crédito que les permitiría construir. En un primer momento Siázaro viajaba semanalmente no solo a Paysandú sino al resto de la zona de lo que sería la Oficina Regional de CCU, desde Artigas a Soriano, y que posteriormente incluyó Tacuarembó.
Pero en 1970 se trasladó a Paysandú donde se instaló la Oficina de CCU y sacó “ciudadanía” sanducera. La comunidad, la ciudad lo hicieron sanducero, por propia decisión. La oficina comenzó a funcionar el 2 de mayo de 1970. Con Siázaro en la dirección, y junto a técnicos de la región, cercanos a las realidades del norte del país, logró una mayor proximidad con los cooperativistas de la región tanto en el medio urbano como rural.
Al poco tiempo de instalado también comenzó su interacción con la, entonces, Casa Universitaria, vínculo y trabajo que ha sostuvo a lo largo de todos los años subsiguientes. Asimismo con otras áreas del cooperativismo.
En 2006 escribió el libro “Aportes para una crónica del cooperativismo sanducero”, con la historia de las sociedades asociativas del departamento, desde la Cooperativa Agropecuaria Limitada Queguay-Araújo (Queguayar) en 1950; pasando por el surgimiento de la empresa de transporte Copay en 1953; la fundación de Calpa, en 1959; las cooperativas de vivienda, desde 1970, con el apoyo tanto de CCU como de Fucvam.
Todo este relato demuestra la gran importancia de que los vecinos trabajen unidos para obtener lo que necesitan. Hemos visto que lo han hecho formando cooperativas y que, a su vez, han sabido juntar a sus cooperativas para adquirir más fuerza en el camino hacia sus metas”, escribió Siázaro en su libro.