Zona franca: una opción para el desempleo sanducero

De acuerdo con la información difundida por el Instituto Uruguay XXI en los últimos días, “el prestigioso medio alemán Spiegel Ausland relató las ventajas que ofrece Uruguay en el marco de la guerra de Ucrania y las diferencias que presenta respecto de sus vecinos”. La nota, titulada “Efectos de la guerra de Ucrania en Sudamérica. Refugio seguro en tiempos de crisis” sostiene que “el país con más posibilidades de beneficiarse de las crisis en Europa a largo plazo es, precisamente, uno de los más pequeños del continente: Uruguay”, ya que exporta alimentos para 30 millones de personas y puede elevar esta cifra hasta los 50 millones. “La inflación es manejable en comparación con los países vecinos, el agua es abundante y el cambio climático no tiene un impacto tan drástico como en los grandes países vecinos”, señala Spiegel Ausland y recuerda que en diciembre una empresa cárnica de Montevideo envió a Europa filetes cien por cien neutros en CO2 por primera vez en América Latina. (…) Además, anuncia que la marca Volkswagen quiere que Uruguay sea el primer país del continente en vender autos eléctricos.
El medio asegura que “todos quieren beneficiarse del auge de los productos agrícolas uruguayos impulsado por la guerra de Ucrania” y consigna que las exportaciones uruguayas aumentaron 30% entre 2020 y 2022, con un incremento del 36% solo en los últimos tres meses. Egipto ha importado 200% más de productos de Uruguay y Argelia un 150%, se trata de países que antes se abastecían de granos de Rusia y Ucrania”.
Sin lugar a dudas el artículo periodístico antes mencionado resulta especialmente alentador, máxime cuando proviene de un país como Alemania, que es un modelo en temas tan importantes como tecnología, estabilidad política, estado de bienestar y transparencia institucional, entre otros. Ese respeto que nuestro país genera en el exterior no nació de un día para el otro, sino que se ha consolidado como consecuencia del accionar racional y responsable de los gobiernos que han estado en manos de los diversos partidos elegidos para tan alta responsabilidad (Partido Nacional, Frente Amplio y Partido Colorado) y que tuvo un especial hito en la decisión del presidente Jorge Batlle de no adoptar la cesación de pagos (el famoso “default”) ante la crisis del año 2002.
Uno de los ejemplos de esa seriedad institucional de la cual Uruguay puede sentirse orgulloso ante el mundo lo constituyen las zonas francas cuyo régimen legal se remonta al año 1923 pero que ha sufrido importantes transformaciones desde entonces que le han permitido modernizarse para adaptarse a un mundo cada vez más competitivo y veloz. Y precisamente esa capacidad de adaptación es mucho más que un recurso valioso en el posicionamiento internacional; se trata nada más y nada menos que de la propia supervivencia del modelo de desarrollo que adoptan los países en las diferentes regiones del planeta.
Tal como lo explicara claramente el científico inglés Charles Darwin: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”. En esa capacidad de cambio constante residen las razones del crecimiento y el mantenimiento de la vigencia de las zonas francas uruguayas.
Uruguay cuenta en la actualidad con 11 zonas francas con diversas especializaciones. Estas son: Aguada Park, Parque de las Ciencias, Zona Franca Colonia, Zona Franca Colonia Suiza, Zona Franca Florida, Zona Franca Libertad, Zona Franca Nueva Palmira, Zona Franca Punta Pereira, UPM Fray Bentos, WTC Free Zone, y Zonamérica. Las zonas francas tienen por objeto la realización, en las mismas, de actividades comerciales, industriales o de servicios, con los beneficios y en los términos previstos en la legislación vigente.
Los usuarios de las zonas francas están exentos de todo tributo nacional, creado o a crearse, incluso aquellos en que por ley se requiera exoneración específica, respecto de las actividades que desarrollen en la misma, siempre que se realicen en el marco de la ley. Es importante mencionar que las exportaciones desde las zonas francas de Uruguay totalizaron en U$S 2.228 millones en 2020, representando el 28% de las exportaciones totales de bienes, aunque es importante mencionar este registro marca una merma de 21% en comparación con 2019 debido a la pandemia del coronavirus COVID-19.
Las zonas francas son un importante generador de empleo bien remunerado: en 2019 el personal ocupado dependiente ascendió a 15.235 personas, con un ingreso promedio mensual de 3.318 dólares. Los servicios es el sector que emplea mayor personal ocupado dependiente, algo más del 70% del total se encontraba empleado en ese sector.
En varias oportunidades EL TELEGRAFO ha expresado desde su página editorial la importancia de la instalación de una zona franca podría tener para nuestro departamento y para la región toda, especialmente teniendo en cuenta su potencial como centro logístico y su capacidad para generar empleo genuino, bien remunerado, decente y de calidad. La instalación de una zona franca en Paysandú sigue siendo un debe que debe ser enfrentado, resuelto y ejecutado a través del esfuerzo de los distintos actores políticos, sociales y económicos del departamento. Durante décadas los sanduceros hemos asistido al penoso proceso de cierre o reducción de empresas (Paylana, Pili, Famosa, Cármica, Sandupay, etcétera) mientras se suceden una cantidad infinita de reuniones bien intencionadas para evitar tales medidas, pero que la mayoría de las veces no han dado resultados satisfactorios.
Al fin y al cabo, con esas reuniones los desocupados no pueden pagar el alquiler, ni la electricidad, ni el almacén, ni la ropa de sus hijos. Ante esta dura realidad (que ya se está viendo agravada por la apertura del puente internacional Paysandú – Colón y las compras realizadas en esa ciudad), está claro que nos espera un invierno duro, con envíos a seguro de paro, despidos y aumento de la informalidad en cuanto al registro de trabajadores ante los organismos competentes.
¿Hasta cuándo Paysandú se mantendrá ajeno a la posibilidad de instalar una zona franca en su territorio? ¿Cuántas fábricas más deberán cerrar antes de que se tome en cuenta una modalidad operativa que resulta exitosa en todo el mundo y que es utilizada hasta por países comunistas como la República Popular de China? Serían muchas las preguntas que se podrían formular al respecto, pero pueden resumirse en una sola: ¿en qué momento las autoridades departamentales y el sistema político sanducero en general van a focalizarse en crear puestos de trabajo genuinos y sostenibles en lugar de limitarse a tratar de salvar los que se pierden, tarea necesaria y noble, pero en la cual tampoco se han obtenido demasiados éxitos?
Es hora de poner manos a la obra y crear empleo. Se vienen meses muy duros social y económicamente para el departamento y no se puede seguir jugando al contragolpe como se ha hecho tantas veces: hay que estudiar, planificar, resolver y ejecutar para que se instale una zona franca en Paysandú. Se trata de actuar aquí y ahora, aun cuando esos puestos de trabajo no van a estar creados cuando lleguen los primeros fríos. Aún así, hay que empezar a trabajar sin demora. Principio quieren las cosas y principio hay que darles.