El ciclismo artístico y un sueño mundialista

Texto y fotos: Marco Rivero

Dos extrañas bicicletas giran por la cancha del básquetbol/escenario techado del Club Lomas 3, en Lomas de Solymar, Canelones. A la izquierda, en una cancha de gramilla y otros yuyos, más de cien niños repartidos entre bandos de chalecos anaranjados y amarillos flúo entrenan fútbol. Al frente, en unos banquitos de hormigón bajo los pinos, algunos muchachos esperan con sus pelotas de básquetbol a que se libere la cancha; más allá, a la derecha, desde un mural, un gorrión celeste parece alentar el sueño de Camila Bernal de ser la primera en vestir la celeste en un mundial de ciclismo artístico. Hasta encontrar espacio es difícil cuando se practica un deporte que no es nuevo, pero sí extraño para la idiosincrasia uruguaya.

Unos diez alumnos —entre ellos uno con la 9 de Suárez y otro con la 10 de Messi— se acercaron a participar del taller gratuito que Camila ofrece junto a Gracia Sotomayor, una peruana que es la embajadora para Latinoamérica de este deporte que recién da sus primeras pedaladas en todo el continente. Sotomayor viajó a Uruguay por medio de la Indoor Cycling Wold Wide con el único propósito de apoyar la preparación de Camila y acompañarla en su tarea de difundir la disciplina. Pero no solo en esto, la organización con base en Alemania que promueve este deporte también hizo llegar a la Ciudad de la Costa dos bicicletas de las que se emplean en la práctica del ciclismo artístico.

Deporte

En Uruguay el ciclismo tiene una vasta tradición, pero no ocurre lo mismo con esta rama, que a diferencia por ejemplo del Curling (el de las garrafas), no es un deporte olímpico. Que a una joven costense se le haya ocurrido incurrir en ello es una rareza fruto de estos globalizados tiempos. “Empecé a investigar en mayo del año pasado. Me contacté con Gracia, ella me pasó información, y quedé muy enganchada con el tema. Ahí empecé a buscar y buscar y a entrenar con una bici de mountain bike”. Con esa bicicleta empezó ensayar algunas figuras. En octubre subió un reel a Instagram y entonces fue Sotomayor quien se contactó para proponerle traer el ciclismo artístico a Uruguay. “Hoy podemos decir que lo traje, y sí, soy la pionera”. Aun sin saber que existía la disciplina, la afición empezó desde chica, haciendo piruetas como las que han provocado más de un revolcón a varios uruguayos. “Alguna tirada para atrás del pie, esos jueguitos que hacen los niños”. Pero Camila se entusiasmó sobremanera, empezó a investigar por su cuenta y se volvió una fascinación. “Estoy muy enganchada. La meta es poder, en agosto de este año, ir al mundial”.

Talleres

Camila trabaja en la bicicleta más baja y Gracia utiliza la grande, cada una dirige el manubrio y controla la velocidad a la vez que da indicaciones al alumno que se va animando a girar por la pista —seguramente bastante más chica que la que se emplea en competiciones oficiales—. La figura básica, o al menos por la que empiezan, es cruzar un pie por encima del cuadro. Después ensayan colocar los dos pies sobre el manubrio (esta en especial me trae muy malos recuerdos). En una segunda pasada algunos se animan a poner un pie al costado de cada rueda y, ya con la bicicleta más chica sobre un soporte, a poner los pies junto a la rueda trasera y soltarse de manos apoyándose en el sillín, siempre con la asistencia de una de las dos instructoras. Entre diez y doce participantes asistieron a cada taller, Camila estima que de cada uno saldrá uno o dos interesados en seguir practicando.

Embajadora

Sotomayor señala que no se trata de una disciplina nueva. “Tiene más de cien años de existencia. Es un deporte oficial y reconocido por la Unión Ciclística Internacional, sin embargo no es muy conocido en América Latina”. Tanto, que hasta hace muy poco no tenía siquiera un reglamento traducido al español. La mayoría de los “cicloartistas” proceden de países como Alemania, Suiza, Francia y otros europeos; también hay exponentes de Hong Kong y Japón. “Pero latinoamericanos activos, por el momento, solamente Perú. Mi misión es ver más banderas de Latinoamérica en los campeonatos mundiales”. Pero tampoco es que haya empezado con los Incas. “Yo llevé el deporte a Perú en marzo del año pasado, conversamos con la Federación, hicimos entrenamientos en los que hubo más de veinte o veinticinco asistentes por fecha, fueron cuatro fechas, y actualmente hay un entrenador y dos atletas que van esporádicamente, pero un atleta fijo con la meta de participar en Glasgow este año en el mundial”, en el que la UCI por primera vez reunirá en el mismo evento todas sus disciplinas.

Preparación

El camino hacia la justa no solo es contrarreloj, también es en repecho, porque hay un montón de temas administrativos que resolver. Hoy, a ojos de la oficialidad, es un deporte inexistente en el país y tiene por ahora más bicicletas que deportistas que lo practiquen. Lo primero que debe lograr Camila es la aprobación de la Federación Ciclista Uruguaya, “que lo acepte como un deporte; cuando eso pase, sacarme la licencia como deportista del ciclismo artístico, como pasa en todas las disciplinas dentro del ciclismo, y después empezar a hablar con el Ministerio de Deporte para que me permitan representar a Uruguay internacionalmente”. Estos trámites ya están iniciados, aunque todavía no ha tenido más novedades que un “Recibido” a la carta que se mandó a comienzos de año y que se tratará en la reunión de directiva. Cosas del verano uruguayo.

Convicción

Sotomayor destacó que la determinación que mostró Camila fue clave para que se decidiera darle el apoyo con las bicicletas y su acompañamiento, que se mantendrá después de su regreso a Perú. “Ella no se va a quedar sola, vamos a tener reuniones virtuales periódicamente y a través de videos vamos a continuar con el entrenamiento”. De esa misma manera se está manejando ella en Perú y así se está iniciando también en México y en Colombia. “Hasta este momento esas son los cuatro países que han tenido una introducción, sin embargo la determinación de Camila es fundamental y hemos avanzado mucho más en todo este tiempo desde que empezó a averiguar sobre el ciclismo artístico”.

Las bicicletas tienen muchas particularidades y, hasta donde tienen noticia, estas dos son las únicas de su tipo en nuestro país. “Las bicicletas de ciclismo artístico son completamente de acero. Son bastante firmes y duras. El piñón y la catalina (aquí conocida como estrella o plato) son del mismo tamaño. Entonces eso hace que siempre sea una velocidad constante. El pedaleo es siempre uniforme”. Además el sillín tiene una elevación atrás que permite hacer determinadas figuras “tipo caballito, y sujetarse”. El manillar también tiene esta forma peculiar, similar a las de carrera en ruta pero invertido, y además se lo puede girar completamente, porque no tiene cable, el freno son los pedales. Es lo que se conoce como una fixie total. También tiene unas clavijas o pines en los extremos de los ejes que ofrecen apoyo para hacer los ejercicios. Las ruedas son de tubo antideslizante con una altísima presión de inflado, “hasta dieciséis bares y hasta doscientos PSI”.

Canchas

Como deporte nuevo, el ciclismo artístico no tiene un lugar previsto en la diagramación urbana, por eso lo debe compartir con los “¿ya están terminando?” de los muchachos del básquetbol y las indicaciones que un joven DT imparte a una fosforescente nube de abejitas. “Precisamos una superficie especial, estamos buscando canchas que sean lisas y que no tengan de pedregullo, porque se puede pinchar la rueda”, por lo que va rotando entre los clubes Lomas 1, Lomas 3 y el Club de Tenis de El Pinar.

A la par de la preparación, Camila va a seguir difundiendo el ciclismo artístico con nuevos talleres, en principio abiertos y gratuitos, de los que irá informando a través de la cuenta de Instagram @ciclismoartisticouy, que al día de hoy cuenta con 85 seguidores.