Mujeres en obra: cuando ellas construyen sus propias casas

Los sucesivos gobiernos han implementado diversas formas de acceso a la vivienda, pero el sistema cooperativo capta una mayor cantidad de mujeres que construyen sus casas. Dentro de los padrones sociales, en los últimos años se registra un incremento de las mujeres jefas de hogar y la monoparentalidad forma parte de la realidad de las obras en construcción.

Asimismo, se integran a las comisiones, lideran los procesos de compra y ejecución de tareas, al tiempo que se capacitan en talleres para la toma de decisiones. Todo eso, en un marco de convivencia que debe trabajarse día a día.

El proceso

“La construcción, en general, es un espacio muy masculinizado. No estamos acostumbrados a ver mujeres participando activamente en las obras. Y ahí empieza a desglosarse la relación entre las tareas y el espacio de las mujeres”, señala la licenciada en Trabajo Social, Agustina Minetti, integrante del Centro Cooperativista Uruguayo (CCU).

Explica que no simpatiza con la idea de “ocupar el mismo lugar e intentar igualar tareas con los hombres. Porque no se trata de hacer lo mismo, ni ser igual, sino de conquistar esos espacios. Por eso, intercambiamos con las socias de las cooperativas que encabezan hogares monoparentales o parejas con activa participación de la mujer, en una reivindicación de las tareas que se asignan”.

Minetti señala que “estamos acostumbradas a escuchar que los hombres tienen más fuerza y las mujeres una mayor habilidad para el trabajo más fino, como las terminaciones. En realidad, no está determinado por ser mujer o varón, sino que hay que trascender ese pensamiento”.

Las mujeres no atraviesan por situaciones únicas, “sino que hay tantas variaciones como personas. Cada realidad es diferente pero vemos que quieren ser titulares, no solo por la ayuda mutua sino en el trabajo de obra. Además, vemos muy a menudo que se hacen cargo de las tareas de cuidado de sus propias familias y –además– trabajan y hacen las horas de la obra”, dijo a EL TELEGRAFO. Por eso, “la pregunta es cómo encontrar ese lugar, conciliar todos los aspectos de su vida y llevar adelante la obra. Así es que reivindicamos los espacios que históricamente han sido masculinos y aportamos sin pensar que son iguales a los varones, sino que pueden ocupar sus propios espacios. La solución habitacional no es solo disponer de cuatro paredes y un techo. Es mucho más que eso, porque son mujeres que acceden a la estabilidad y permanencia en la vivienda, frente a otras situaciones que viven diariamente como la violencia o el maltrato”.

Desde el estado

La Agencia Nacional de Vivienda (ANV) es un brazo ejecutor del Ministerio de Vivienda (MVOT), con llamados administrativos y acuerdos interinstitucionales que potencian otros planes de la secretaría de Estado.

El encargado de comunicación de la ANV, Nelson Gianoni, recordó que a los programas “actualmente accede una persona sola o un núcleo familiar. Las mujeres jefas de hogar acceden a cualquiera de los programas del MVOT o la ANV por cumplir con los requisitos. En la agencia vemos todas las situaciones y, en base a eso, se estudian las soluciones habitacionales”.

Agregó que “ahora está a estudio y aún no confirmado, un llamado orientado a mujeres jefas de hogar. Es novedoso porque sería la primera vez que se genera esta instancia en la ANV”.

El ministerio y la agencia, participan en acuerdos interinstitucionales con el fin de facilitar el acceso a la vivienda y los colectivos vulnerables. “El Plan Avanzar busca llegar a las familias en situaciones de vulnerabilidad y asentamientos, con el realojo o reacondicionamiento si se encuentran en terrenos acordes. En la ANV tenemos llamados para situaciones de alta vulnerabilidad, además de llamados comerciales para viviendas, garajes o locales y los llamados sociales que apuntan a una franja diferente. Hoy están abiertos los llamados a expresión de interés para acceder a vivienda a reparar”.

Gianoni aclaró que “las mujeres jefas de hogar en situación de violencia de género u otros casos de vulnerabilidad, van al Ministerio de Desarrollo Social (Mides), presentan su caso y se busca con el MVOT un subsidio de alquiler. Una vez que la situación se ingresa en el MVOT, la ANV –como brazo ejecutor– ayudamos a buscar esa vivienda. También el MVOT hizo un acuerdo con Mevir. Es decir, también se apunta a acuerdos inetrinstitucionales”.

Experiencias

Silvana Almenares preside Coviapp –formada desde hace 7 años–, una de las cooperativas que comenzó a construir hace 8 meses en el terreno de la antigua Paylana. Integra el núcleo desde el principio y “en su mayoría somos mujeres titulares, con hijos a cargo”.

Si bien la cooperativa salió sorteada en una primera instancia, “el proceso para la adjudicación del préstamo fue más largo, porque pasaron 2 años por la pandemia y el cambio del gobierno. En ese tiempo, hubo movimiento en el padrón social, porque había personas con necesidades urgentes”.

Los últimos ingresos fueron de mujeres jóvenes, pero en su mayoría se encuentran en la franja etaria de 20 a 40 años. Recuerda que “cuando hicimos el llamado al capataz –que lo contratamos nosotros– lo primero que le preguntamos es si sabía trabajar con mujeres, porque siempre fuimos mayoría. En realidad, cuando el titular de la vivienda es el hombre, la que va a la obra es la mujer, porque él debe mantener el ingreso de la familia con su trabajo. Claro que tenemos mujeres con hijos y van sus hijos a hacer las obras así como las mujeres que deben cumplir en su trabajo y después hacer las horas de la cooperativa. Ese es mi caso, que voy de mañana a mi trabajo y de tarde vengo a construir”.

Cerca de finalizar

Lucrecia Juncal es secretaria de Covisepi, la cooperativa que construye en Felipe Argentó e Industrias desde hace dos años y refleja una realidad similar a la anterior. “Hay una gran cantidad de mujeres jefas de hogar que tienen que cumplir con las sereneadas, obras y reuniones periódicas. En ese proceso de obra no se ve la brecha entre hombres y mujeres, porque hemos aprendido a hacer todas las tareas. Tanto levantamos paredes como nos encargamos de hacer hormigón, que es una de las tareas más pesadas”.

La franja etaria es más amplia y va desde 18 a más de 40 años, quienes deberán cumplir un proceso total de obras en unos 33 meses. “En mi caso el tiempo es compartido, porque lo hago con mi pareja, pero todos los días vemos mujeres que luchan solas desde enero de 2021 cuando empezó la obra” que estiman finalice en noviembre próximo.
Leonela Erro preside Covisinpay, la cooperativa que lleva un 92% de avance en el plan de urbanización de la antigua Paylana y está previsto que inauguren en unos cuatro meses, aproximadamente.

“Vemos la necesidad de acceder a un techo a mujeres con hijos a cargo. Es nuestra realidad en la mayoría de los casos, por eso damos mucha flexibilidad. Por ejemplo, tenemos un caso de una socia que trabaja y no le da el tiempo para todo y nos pidió que su hijo de 17 años cumpliera las horas. Ha participado en las charlas con la asistente social, sicóloga y técnico prevencionista y está autorizado por los trámites hechos ante INAU”, señaló.

Explicó que “en mi caso, algunas horas me complementa mi primo, que no vivirá conmigo pero permitimos hasta el quinto grado de consanguinidad para ayudar a la mujer a construir su casa. Porque esa es nuestra realidad y si no hacíamos así, muchas quedábamos por el camino”.

El grupo atravesó por “procesos y etapas difíciles” pero “hay que destacar el trabajo de las mujeres en las comisiones que se pusieron la obra al hombro y si no fuera por ellas, no estaríamos a punto de finalizar”.

Ayuda

La cooperativa Covigua inauguró en diciembre pasado su complejo de 36 viviendas en la esquina de avenida Soriano y Guayabos. Silvana Soria es socia fundadora de la cooperativa y una enfermedad muscular le impidió cumplir con las horas de construcción, que realizó su hija en su lugar. Integró la directiva por 4 años y posteriormente varias comisiones. “Mi casa iba a tener medidas especiales pero al final no se hizo. Sí tengo el baño adaptado para discapacitados y la casa es de una sola planta”, agrega.

Durante el período de obra “fueron en su mayoría jefas de hogar pero siempre hubo muchos cuidados y nunca tuvimos problemas.

Nuestro capataz siempre decía que prefería trabajar con mujeres porque tienen un mayor compromiso”. Hoy, “una de las cosas que pedimos es una rampa, pero no solo por nosotros sino para los visitantes”, concluye.