Cierran tres centrales nucleares, pero el futuro plantea muchas interrogantes

Cuando están aún en proceso las interrogantes y dudas que surgen desde el punto de vista de la disponibilidad energética, debido a la invasión rusa a Ucrania, Alemania ha decidido seguir adelante con su programa de cierre de centrales nucleares y este sábado cerrará las tres últimas que estaban en funcionamiento, por lo que se despide definitivamente de la energía nuclear.

La decisión de abandonar progresivamente la energía nuclear adoptada en 2002 llegará a su fin este sábado con el cierre de las últimas centrales, en tanto las autoridades se ven más presionadas para lograr sus compromisos climáticos, que ahora parecen más inalcanzables.
Con este cierre, la nación germana apuesta a poder cumplir sus ambiciones ecológicas sin energía atómica a pesar de la crisis energética provocada por la guerra cerca de sus fronteras, por lo que la mayor economía europea redobla la apuesta a una transición verde sin reactores atómicos.

Por supuesto, estas decisiones en sintonía con una gestión amigable con el medio ambiente no resultan gratis y generan controversia incluso en Europa, donde hay países que como el caso concreto de Francia siguen desarrollando olímpicamente su programa de generación nuclear, pese al recelo de sus vecinos.

Muchos países occidentales dependen en gran medida de la energía nuclear y apuestan a esta tecnología para reducir las emisiones de carbono. Pero Alemania da vuelta la página, aunque el asunto haya provocado controversias hasta el final y sigue aplicando la decisión de eliminar progresivamente la energía nuclear adoptada en 2002 y que la canciller Angela Merkel decidió acelerar en 2011 tras la catástrofe de Fukushima en el país del sol naciente.
A fines de marzo de 2023, la ministra de Medio Ambiente de Alemania, Steffi Lemke, puso fin a un debate que había mantenido al país en vilo durante muchos años: “Los riesgos de la energía nuclear son, en última instancia, incontrolables y, por eso, el cierre progresivo de las nucleares hace que nuestro país sea más seguro y evita más residuos nucleares”.

El anuncio contó con el apoyo de la opinión pública, en un país donde el poderoso movimiento antinuclear se nutrió primero de los temores de un conflicto vinculado con la Guerra Fría y luego de accidentes como el de Chernobyl en 1986, en tanto más cercano en el tiempo, la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero de 2022, que supuso el fin del gas barato y un recorte drástico de los suministros rusos, obligaron a Alemania a aplazar unos meses el calendario de desconexión final inicialmente previsto para el 31 de diciembre.

Es que la invasión generó incertidumbre en la evaluación de escenarios sombríos, que incluían la eventual parálisis de fábricas o la falta de calefacción en pleno invierno, y de medir el impacto de la crisis en la opinión pública, que estaba fuertemente alineada detrás de la decisión de cierre. El sector nuclear representaba el 30,8% de la energía generada en Alemania en 1997, en su nivel más alto, y solo el 6% el año pasado. Desde 2003, ya cerraron dieciséis de los 19 reactores que llegó a tener el país.
El porcentaje de energías renovables en la producción alemana pasó en cambio de 25% diez años atrás a 46% en 2022.
Lo que ocurre en Alemania, con marcados matices igualmente, es una disyuntiva que tiene alcance mundial, y que tiene que ver con carencias, ventajas comparativas y espalda económica en cada país y región, pero debe tenerse presente que no en todos lados existe la misma determinación para el tránsito y la incorporación de energías renovables dentro de determinado plazo, en el mejor de los casos.

El pionero fue Suecia, que decidió acabar con la energía nuclear poco después de Chernobyl. Italia también decidió en ese momento cerrar las dos últimas centrales nucleares. En Italia se mantuvo la decisión, en Suecia se revirtió la salida en 1996. En la actualidad, seis centrales nucleares producen cerca del 30 por ciento de la electricidad que necesita el país.
Países como Holanda o Polonia tienen previsto ampliar su parque nuclear, mientras que Bélgica viene aplazando su plan de abandono progresivo. Con 57 reactores, Francia siempre ha sido el líder regional en energía nuclear y tiene la intención de seguir siéndolo. A su vez 13 de los 27 países de la UE quieren utilizar la energía nuclear en los próximos años o incluso ampliar las capacidades. Sin embargo, muchos expertos dudan de que esto suceda.

Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), actualmente hay 422 reactores nucleares en funcionamiento en todo el mundo, con una edad media de unos 31 años. Sin embargo, en su reciente informe, afirmaron que no se trata de un renacimiento de la energía nuclear.

Respecto a la producción mundial de electricidad por centrales nucleares dice: “En 1996, alcanzó un máximo del 17,5 por ciento, en 2021, esta cifra cayó por debajo del 10 por ciento por primera vez en cuatro décadas”.
Sin embargo, China, Rusia e India quieren construir nuevas centrales nucleares. China, donde prácticamente no hay sociedad civil que luche contra los nuevos proyectos, quiere construir otras 47 centrales. Incluso Japón quiere volver a utilizar más energía nuclear, a pesar del terremoto de 2001 que hizo explotar uno tras otro varios reactores nucleares. En aquel momento, se cerraron todas las centrales nucleares, pero poco a poco algunos reactores volvieron a la red.

Mientras tanto, en todo el mundo los cementerios nucleares son los refugios donde almacenar y guardar residuos radiactivos, aquellos compuestos que por su naturaleza o por haber estado expuestos a una alta radiación siguen siendo potencialmente peligrosos durante una gran cantidad de años de las centrales nucleares. El principio que rige entonces con estos residuos radiactivos esconderlos y guardarlos, bien hasta que se desintegren dentro de miles de años o hasta que se encuentre una mejor solución (¿?), pero siempre suponiendo una amenaza de contaminación de plazo indeterminado.

Hay residuos de alta actividad, normalmente aquellos generados con el combustible gastado. En este caso se intentan almacenar en la propia central hasta ser transportados en contenedores de metal resistentes a la corrosión. Es aquí donde entran los cementerios nucleares, que no dejan de ser refugios aislados donde guardar estos desechos.
Es decir, que en esta problemática se conjugan necesidades energéticas, disponibilidad de recursos, contaminación ambiental y conflicto de intereses entre economías, incluyendo contar con energía para el desarrollo entre las naciones más poderosas, que son las que mueven la aguja.

Pero sin dudas, evaluando las posturas disímiles entre cada país ante esta problemática, cuesta poco inferir que todavía resta mucho paño para cortar hacia un avance significativo en la producción de energía limpia a nivel global, por cuanto los intereses en juego distan de ser coincidentes y todavía la tecnología no ha cubierto todas las carencias y expectativas para que se de esta necesaria masificación en generadores renovables. Lo que hasta ahora es más una manifestación de deseos que un objetivo accesible en un plazo más o menos cercano.