Los cambios dinámicos y desafiantes del mundo del trabajo

Debo empezar por agradecer al Centro de Estudios de Paysandú, a Rodrigo Deleón y al equipo que lo gestiona, por invitarme a participar de esta publicación que celebra los veinte años de este verdadero espacio plural de reflexión, análisis y propuesta.
Veinte años de existencia para un Centro de Estudios localizado en el interior del país es un enorme logro que hay que destacar y celebrar.
Particularmente, debo, además, agradecer por las reiteradas veces que se me ha invitado a participar de sus diferentes actividades. Celebramos, entonces, este aniversario y tenemos la confianza de su continuidad en la generación de los más valiosos aportes al debate regional y nacional.
Como no podía ser de otra manera, se nos ha invitado a reflexionar sobre uno de los temas más relevantes y desafiantes de nuestra vida en sociedad, como es la dinámica cada vez más veloz de los cambios en el mundo del trabajo.
En estos tiempos que vivimos, la incertidumbre y las dificultades para prever el curso futuro de la humanidad han alcanzado niveles de particular significación.
Luego de un siglo tuvimos que enfrentarnos a una pandemia de impacto planetario que cambió las relaciones humanas de manera repentina y radical, un tiempo después llegó una guerra en Europa que hacía setenta años que no se producía con los impactos económicos y comerciales que generó y continúa generando en el mundo entero.
Y, más cerca, en nuestra comarca, estamos enfrentando la mayor sequía en los últimos setenta años que afecta también nuestro crecimiento económico y aspectos directos de nuestra vida cotidiana, reflejo de un cambio climático que sólo permite imaginar, en el futuro próximo, más afectaciones permanentes en el mundo entero de alcances cada vez más asombrosos.
Pues bien, como si algo faltara, la transformación del mundo laboral es otra de las incertidumbres que afronta la humanidad en el mundo entero. Los cambios del trabajo y la transformación del empleo han adquirido una velocidad creciente que cada día nos desafía más.
No es un desafío nuevo, desde la primera gran revolución tecnológica que fue la Revolución Industrial, ocurrida hace más de dos siglos, el mundo del trabajo ha sufrido grandes y sucesivos cambios en los puestos de trabajo y en las modalidades de organización laboral.
La gran diferencia es que la velocidad de los cambios ha aumentado exponencialmente, al punto de que la dinámica ya forma parte del paisaje permanente.
Lo primero que hay que destacar es que los saltos tecnológicos no significan la pérdida de puestos de trabajo; por el contrario, cada salto tecnológico representó el aumento de la cantidad de puestos de trabajo y así parece que seguirá ocurriendo.
El problema, entonces, no es la cantidad, sino las habilidades y competencias que se requieren. Porque en cada proceso de transformación tecnológica un número creciente de roles laborales dejan de ser necesarios y un número importante de trabajadores quedan sin empleo porque sus conocimientos y habilidades se vuelven inútiles. Entonces, el principal problema del mundo laboral consiste en cómo respondemos a aquellos que no tienen las competencias o habilidades para los nuevos puestos de trabajo y sufren o corren un alto riesgo de quedar por el camino volviéndose “inempleables” en el mundo futuro.
En este sentido, es fundamental la capacidad que desde el Estado se desarrolle para ofrecer alternativas de capacitación laboral que permitan que las personas que sufren en “carne propia” el impacto de estos cambios, puedan adquirir a tiempo las habilidades requeridas para incorporarse al nuevo mundo laboral.
El papel de INEFOP, integrado de manera tripartita a través de la participación del Estado, trabajadores y empleadores, es crucial en estos tiempos ofreciendo cursos de capacitación que sintonicen con las oportunidades futuras del mundo del trabajo.
Es muy difícil determinar con precisión cuáles serán las características de los cambios presentes y futuros. Sólo sabemos que inevitablemente ocurrirán y que serán cada vez más rápidos y frecuentes. También sabemos que hay dos tipos de habilidades que serán crecientemente requeridas más allá de los cambios específicos que se verifiquen.
En primer lugar, las habilidades digitales que implican que el manejo de internet, el conocimiento básico de los paquetes informáticos y saber comunicarse a través de las redes sociales son indispensables y cada vez más relevantes en los requerimientos para el desempeño de los futuros puestos de trabajo. En segundo lugar, lo que llamamos las habilidades blandas; esto es la adquisición de conductas relacionadas con los hábitos de trabajo. Capacidad para trabajar en grupo, cumplimiento de horarios y asiduidad, empatía para trabajar en contextos cambiantes, proactividad y capacidad de innovación.
El otro gran actor indispensable para que el proceso de cambio en el trabajo se cumpla con los menores costos sociales posibles, es que el sistema educativo formal lleve a cabo una transformación educativa que modifique los contenidos que trasmite en sintonía con las tendencias del cambio en el mundo laboral.