Que sea la vencida

Durante su reciente visita a Paysandú el presidente Luis Lacalle Pou dijo que en “algunos meses” dará inicio la construcción de la planta de tratamiento de efluentes cloacales de esta ciudad, agregando –en alusión al largo periplo de más de 20 años de los trámites para su concreción– que “la décima es la vencida”. “Se ha anunciado muchas veces la planta de tratamiento de efluentes y en algunos meses se va a dar inicio a su construcción”, dijo el presidente, quien también entiende que es una obra muy necesaria.

En Uruguay en 2018, según cifras oficiales, no recibían tratamiento adecuado las aguas residuales del 30% de la población conectada a las redes de alcantarillado de OSE y la Intendencia de Montevideo. En este sentido, el propio Plan Nacional de Saneamiento señala que se requiere contar con mayor número de plantas de tratamiento de líquidos residuales, ya sea para los sistemas colectivos o exclusivas para el tratamiento de líquidos barométricos (lo que implica disponer de recursos para inversión y de capacidad de ejecución).
No obstante, los avances han sido muy lentos y ciudades importantes del Interior, carecen de estas infraestructuras tan necesarias para la salubridad de la población y la disminución de la contaminación en nuestros recursos fluviales. En Paysandú se aguarda desde hace prácticamente un cuarto de siglo la construcción de una planta de tratamiento para los residuos cloacales que en la actualidad se vuelcan crudos al río Uruguay.

Hace más de un año, en marzo 2022, el presidente de OSE, Raúl Montero, junto al intendente departamental Nicolás Olivera, anunció en Paysandú la adjudicación de la obra de construcción de pozo de bombeo principal, impulsión y primera etapa de planta de tratamiento de aguas residuales, más la operación y mantenimiento de ambas instalaciones, por un monto superior a los 14 millones de dólares. Este proyecto ya había sido licitado en 2020 pero luego fue anulado por OSE, realizándose una nueva licitación, cuya apertura se realizó en setiembre de 2022 y fue adjudicado a la empresa Espina Obras Hidráulicas, de acuerdo a lo informado oportunamente en conferencia de prensa.
A pesar de la importancia atribuida por el presidente de OSE, quien dijo que era “la obra más importante que OSE realizará en Paysandú desde la fundación del servicio (de agua potable y saneamiento) en 1917”, la construcción no se ha iniciado.

“Es una mala señal que se da que el organismo ha demorado demasiado en dar este paso; tómenlo como un pedido de disculpas. Pero han ocurrido muchas dificultades desde económicas, burocráticas y aspectos externos. Las empresas que iban a postularse no podían tener respuesta de las casas centrales que producen las bombas y los equipos debido a la pandemia; nadie se animaba a dar un precio, los fletes se multiplicaron por diez”, agregó Montero. Y aseguró que “lo antes posible estaremos aquí en Paysandú firmando el contrato. Ya no es una promesa. Ahora queda la firma y comenzar la obra”. Evidentemente los plazos se han dilatado demasiado porque ya pasó más de un año sin que se hayan visto hasta el momento las concreciones que se vienen reclamando desde hace un cuarto de siglo.

La obra, cuyo inicio ha sido anunciado varias veces desde 2013, ha motivado diferentes reclamos, gestiones y planteos directos, formulados por ejemplo, por parte de grupos ambientalistas locales en reuniones con el exministro de Ambiente, Adrián Peña, y ante OSE –que tiene competencia en cuanto a la construcción de este tipo de obras–, así como también reclamos a la Intendencia como autoridad máxima en el departamento para “tomar la posta en este tema y presionar para que se realice”.
En ese sentido también han expresado cuestionamientos a la Dirección Nacional de Medio Ambiente respecto a la falta de controles a la empresa estatal OSE sobre este tipo de vertidos crudos y directos. “Dinama controla a las industrias para que sus efluentes estén dentro de los estándares permitidos, ¿por qué no hace lo mismo con la empresa estatal OSE? Hoy los efluentes industriales que ya vienen tratados desde la industria se mezclan con los efluentes cloacales y todos estos terminan directamente en el río Uruguay”, expresó tiempo atrás el grupo ambientalista Gensa, que también divulgó un video para mostrar cómo los efluentes domésticos terminan en el río sin tratamiento previo.

Se trata de una situación preocupante, con abundancia de marchas y contramarchas, declaraciones de buenas intenciones pero poca eficacia que están retrasando a Paysandú en cuanto a incorporarse a los avances que se han comenzado a generar en la región en cuanto a la reducción de los vertidos contaminantes al Río Uruguay.
Vemos desde aquí como ciudades vecinas como Salto ya cuentan con plantas de tratamiento, en tanto que en la vecina orilla avanzan planes de construcción de infraestructuras similares en las ciudades entrerrianas de Colón y Concepción del Uruguay en el marco de un Programa de Saneamiento Integral de las Ciudades de la Cuenca del Río Uruguay, que se ejecuta con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo, del que son ejecutores el Ministerio de Planeamiento, Infraestructura y Servicios de Entre Ríos a través de la Unidad Ejecutora Provincial y la Municipalidad.

La actual crisis hídrica que se vive en diferentes zonas del país pero mantiene en vilo fundamentalmente a Montevideo y la zona metropolitana, donde las reservas de agua son mínimas, no hay pronóstico meteorológico de lluvias para los próximos días y el gobierno nacional acaba de decretar la emergencia hídrica, es más que un recordatorio del capital de primer orden que representan nuestros recursos hídricos.

En este sentido, es altamente probable que en el futuro próximo el agua adquiera una mayor importancia que la actual, por ser un elemento indispensable para la vida humana y la actividad industrial y económica. Si hace no muchos años, pocos pensábamos que en Uruguay nos faltaría el agua potable, la escasa previsión, el rezago del Estado en desarrollar y asegurar las infraestructuras básicas para gestionar mejor el agua y en prevenir adecuadamente la contaminación –que se ha venido intensificando en niveles de afectación–, hoy es un hecho inobjetable que el agua dulce se enfrenta a enormes desafíos y diferentes niveles de amenazas que nos deberían interpelar como sociedad. Es hora de actuar más allá de los discursos y buenas intenciones; de buscar e implementar rápidamente soluciones que apunten a la sostenibilidad y la preservación de la calidad de este recurso finito y vital. Y en los que nos compete más directamente en cuanto a la planta de tratamiento de efluentes cloacales de Paysandú, que de una vez por todas, ésta sea “la vencida”.