¿Uruguay, una histórica dicotomía?

Lo primero es saludar y conmemorar estos 20 años del Centro de Estudios Paysandú. Su fundación un año después de la crisis del 2002 no fue seguramente casualidad, era un momento de juntar miradas y aportar a una salida del país.
Una Institución, preocupada y ocupada del quehacer de Paysandú. Con su diversa conformación ciudadana, intenta hacer realidad algo que todo el mundo reclama; ponerse de acuerdo en aspectos fundamentales que hacen al conocimiento e impulso de políticas de desarrollo para el departamento. Es verdad, que también se reclama, “dejar las diferencias de lado”, y eso, no deja de ser un deseo, porque esas diferencias proponen distintas miradas. El desafío es que, a pesar de las diferencias, seamos capaces de identificar las causas o soluciones comunes para llevarlas en conjunto.
Pero el motivo de esta columna, es ver si esa fragmentación, separación del país en dos realidades desiguales, permanece en el tiempo o ha tenido cambios, y hoy, 20 años después contamos con otras herramientas, estamos en algún escalón más arriba que nos permita mirar el desarrollo de Paysandú y su región con otras esperanzas.
Esa vieja dicotomía se expresa desde los orígenes, desde la génesis de nuestro país. Pradera – Puerto, una importante contradicción que representó distintos intereses, que se expresaron en distintas divisas, y distintos partidos políticos. Esa contradicción inicial fue tomando nuevos conceptos: capital-interior, campo-ciudad. Esos conceptos expresaban desigualdades entre el sur, con un mayor PIB per cápita y mejores servicios, y el norte más empobrecido y menor acceso a servicios de políticas sociales y empleo.
El desarrollo no se decreta, es acumulativo y multidimensional. Como lo dice la etimología de su palabra, viene de desarrollar y desenrollar, que viene de rollo, del latín rutulus, que significa rueda. Por tanto, el desarrollo no es estático, es giro, es camino, es proceso, es búsqueda, y, por eso, es necesario proyectar, evaluar escenarios, potenciar recursos y elegir los caminos que nos lleven a ese futuro deseado. No se puede talentear o solo estar atento a lo que cae del cielo y aprovecharlo, el desarrollo se construye con tesón y disciplina y grandes acuerdos sociales y políticos. Ejemplos sobran Corea, Finlandia, Nueva Zelanda, Suecia y muchos más.
Por eso es importante que existan instituciones como el CEP o el CES (Concejo económico y social de Paysandú), y su Agencia de desarrollo, es en estas instituciones donde se logran acuerdos a pesar de diferencias. Es el lugar donde lo público toma conocimientos de los privados, empresas, trabajadores, cooperativas y organizaciones sociales. Es el “Estado enraizado” de Peter Evans, no un estado absolutista, alejado de la realidad, sino una autonomía enraizada en el conocimiento de la realidad junto a los actores. Por eso es importante seguir trabajando siempre el “Paysandú que Queremos”.
Se deben intentar aproximaciones consensuadas, pero, es fundamental contar con instituciones que lideren los procesos de planeamiento ejecución, evaluación y síntesis, en un permanente rodar, para desenrollar la ruedita y desarrollar las políticas.
El desarrollo necesita cuatro cosas esenciales, buenas instituciones, capacidades locales, aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, y la inversión tanto pública como privada. ¿Cómo han evolucionado estos aspectos en estos 20 años?
Miremos la institución pública líder del departamento, la Intendencia, hoy se encuentra fortalecida económicamente, sin deudas y con posibilidades de invertir en obras y en sus recursos humanos, miremos la inversión en infraestructura, en rutas, en el puerto, el dragado del río, las vías férreas reconstruidas, y la inversión en fibra óptica, que con la masividad del Plan Ceibal, nos deja un servicio imprescindible en esta era digital, que no tiene límites para encontrar oportunidades de desarrollo.
Miremos la descentralización educativa, tanto de UDELAR, como de UTEC, o de DGETP-UTU con sus tecnicaturas; que generan enormes posibilidades de capacitación a las nuevas generaciones. Miremos la diversidad de nuestros recursos naturales, que, si bien hoy se encuentran ante una sostenibilidad amenazada, están ahí. Desde el basalto criador, a los suelos agrícolas y forestales, desde nuestros recursos turísticos termales a las bellezas de nuestros ríos.
Si los procesos de desarrollo como mencionamos son acumulativos y multidimensionales, volviendo al título, considero que hoy, 20 años después de la creación del CEP, estamos mejor preparados para enfrentar desafíos, y se han minimizado las desigualdades con el sur.
Si el Mercosur es el barrio, nosotros estamos en una de sus manzanas. No vamos a poder mudar a Paysandú a las cercanías del puerto de Montevideo. Es importante mencionar que somos parte de una región y de una frontera con una multitud de oportunidades. Hoy se encuentra con dificultades, pero en el mediano y largo plazo, debemos recuperar la centralidad Artiguista, capital de la Liga Federal, a la capital de oportunidades del Litoral Binacional del Río Uruguay.
Una región atractiva para el desarrollo de servicios e inversiones, de no lograrlo, corremos el riesgo de no poder retener los valiosos recursos humanos formados en la región. El momento requiere trabajo, dinamizar las instituciones, sacrificios y ganas de encontrar nuevos caminos.