El Día D: La batalla de Normandía

planeta (2009)
La Segunda Guerra Mundial no nos abandona. Como un mojón que dividió la historia humana en dos, sigue siendo a la vez una referencia como una fuente de revisión. Y a estas alturas puede parecer que ya se haya dicho y escrito todo, que prácticamente nadie podría agregar ni un tilde a las varias bibliotecas formadas por escritores, periodistas e historiadores que se han ocupado del tema. Pero así como siguen apareciendo nuevas miradas y enfoques sobre la historia antigua, evidentemente, sobre un suceso que todavía puede considerarse contemporáneo es inevitable que la mirada del historiador curioso no dedique gran parte de su tiempo a ese período de la Historia.

Antony Beevor no solo es uno de ellos, sino que es un historiador y escritor al que obligatoriamente se acercan todos los interesados en conocer un poco más o simplemente conocer qué fue lo que realmente ocurrió a mediados de la década del cuarenta cuando el mundo se dividía entre los aliados y las potencias del eje.
“El Día D” no es un volumen que narre toda la historia del conflicto sino, precisamente lo que ocurrió cuando el 6 de junio de 1944 las fuerzas aliadas iniciaron el desembarco en Normandía para terminar de una vez por todas con el avance nazi sobre Europa.

Un año y tres meses después el conflicto estaba oficialmente terminado por lo que el avance de los aliados podría considerarse muy veloz, pero ese solo es el primer punto que Beevor desmiente en su libro. La idea de un frente amplio que avanzara unido, que el general inglés Montgomery defendió con uñas y dientes, hizo que, en realidad, el avance aliado fuera mucho más lento que lo que pudo haber sido. Sin embargo, Beevor no se queda en la crítica del sabelotodo sino que da las razones exactas del porqué se obró así en ese y en los demás aspectos de la invasión.

Tal vez uno de los temas en que el autor hace hincapié y demuestra que detrás de la necesidad de hacer lo que se hizo había un precio altísimo a pagar, son las páginas dedicadas a las bajas civiles francesas debido al fuego del propio ejército que llegaba para liberarlos. Beevor en ese sentido no se guarda nada y también pone el foco en las víctimas entre el ejército aliado del “fuego amigo”, o sea los bombardeos por equivocación a los soldados el propio ejército que provocó que gran parte de las tropas dispararan a cualquier avión que apareciera en el cielo, aunque fuese del ejército propio, ya que las bajas provocadas entre el mismo bando también fueron cuantiosas. Son solo dos ejemplos que prueban que el autor tiene como principal objetivo ser lo más fiel a los hechos que sea posible. Tan es así que los que esperen encontrar en “El Día D” narraciones sobre las atrocidades nazis no lo harán. Porque Beevor está escribiendo sobre el enfrentamiento de dos ejércitos y sobre las consecuencias de tal enfrentamiento. El propio Hitler es una figura secundaria, aunque por supuesto decisiva, que aparece en territorio francés solo una vez, antes de la invasión para dar la orden de luchar sin rendirse y luego partir hacia Alemania, desde donde no saldría jamás.

Los personajes principales son, como no podía ser de otra manera, además de los soldados, los generales Montgomery, Patton, Eisenhower o, por supuesto Rommel. En el caso de este último, su brillante capacidad le hizo ver desde el día uno que era imposible vencer a un enemigo tan poderoso como el que se les venía encima, por lo que planteó a Hitler la idea de una rendición que impidiera la masacre que llegó a continuación, algo de lo que Hitler no quiso saber nada, como era de suponer. Es así entonces que este volumen, uno de los varios que Beevor ha dedicado a la Segunda Guerra Mundial, nos habla a la vez de la Historia pura y dura, como también de las historias tanto de los nombres ya reconocidos que protagonizaron el comienzo del fin de esa guerra, como también de millones de personajes anónimos que ofrecieron su vida para que el mundo reiniciara su marcha hacia lo que es hoy.
Fabio Penas Díaz

 

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