La casta sindical y las “velitas al socialismo”

El pasado mes de febrero el periódico La Diaria informó que “la Cámara de la Pesca solicita el apoyo del gobierno ante condiciones de competitividad que entiende “inviables”; en cambio, la intergremial de sindicatos solicita un seguro de paro especial y señala un vínculo entre el parate de las actividades y la proximidad del vencimiento del convenio colectivo del sector. (…) La industria pesquera se encuentra en un momento incierto, dado que la mayoría de la flota está parada y la mayor parte de los trabajadores se encuentra de licencia o en seguro de paro, según informó Búsqueda la semana pasada.
Consultado por La Diaria, Juan Riva-Zucchelli, presidente de la Cámara de la Industria Pesquera del Uruguay (CIPU), dijo “de los 54 buques que componen la flota industrial uruguaya, sólo seis han retomado actividades, y que, más allá de eso, no hay perspectivas de que los otros 48 zarpen”. En una situación tan comprometida para la industria pesquera, el pasado jueves 18 los sindicatos que integran la intergremial de dicho rubro “impidieron, por medio de un grupo de personas que se presentó en el muelle, el zarpe de un buque pesquero, el cual se encontraba pronto para partir a faenar” de acuerdo con lo informado por Montevideo Portal. De acuerdo con esta página web, la Cámara de Industrias Pesqueras del Uruguay y la de Armadores Pesqueros del Uruguay emitieron un comunicado donde aclara que “un total de 68 trabajadores recibieron pagos y a 40 “se les ha saldado completamente lo adeudado, poniendo prioridad en los de menores ingresos”. Asimismo, sostuvieron que “impedir el zarpe de un buque “es un acto de irresponsabilidad y de desprecio a la masa de trabajadores y sus familias” (…) Condenamos estas acciones de parte de la dirigencia sindical, aunque no nos sorprenden”, añade el comunicado.
“En estos meses en que las cámaras empresariales vienen denunciando la difícil situación que vive el sector, y la inminente pérdida de casi 3.000 fuentes de trabajo, los sindicatos de la pesca, lejos de contribuir a aportar soluciones, se han dedicado a atacar a las empresas, con sus habituales falsedades”, expresa el texto. Finalmente, las gremiales empresariales también condenaron “el destructivo y deliberado accionar” de los sindicatos y “la persistente inacción” de las autoridades, que “no solo habilita los excesos sindicales, sino que contempla, sin inmutarse, la desaparición de una industria completa”.
Lamentablemente, la actitud de los sindicatos de la pesca no es nueva, sino que forma parte de un patrón de conducta de todos los sindicatos, donde el empresario sin importar su tamaño es el enemigo y en función de ello la mejor empresa es la empresa cerrada, porque de esa manera no se explota a los trabajadores. A los sindicatos no les importa el trabajo, les importa que no haya empresas. Clarito como el agua. En este sentido, Uruguay ha sido testigo de varias empresas que han tenido que cerrar sus puertas agobiadas por las exigencias y el “patoterismo” de la casta sindical, que no trabaja y tampoco deja trabajar, violentando los derechos de los trabajadores no agremiados. Como si eso fuera poco, los trabajadores que quieren trabajar son insultados, escupidos, maltratados y escrachados en carteles donde se les trata de “carneros”. Sin duda que esta forma de actuar constituye acoso moral, pero como se trata de trabajadores que no integran el gremio, no existe juez, fiscal, inspector o jerarca del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que los defienda. Los derechos de los trabajadores que no forman parte de “la rosca sindical” son pisoteados todos los días en todo el país sin que ninguna autoridad pública con competencia en la materia haga nada. Así es como la Constitución Nacional y las leyes vigentes se transforman en papel higiénico mojado sin ningún valor real. Después no pregunten por qué a la gente no le interesan los asuntos públicos o tiene tan mala imagen de las autoridades.
En su intención de lograr que las empresas privadas cierren para poder transferirlas al control sindical, el Pit Cnt siempre ha estado apoyado en políticos y dirigentes sindicales demagógicos e irresponsables. La lista de empresas que han pasado por este triste proceso es larga: Cristalerías del Uruguay (Envidrio), Mak (Urutransfor), Paylana (Tessamerica), Funsa (Erfunsa) y también las curtiembres Midobers y El Aguila, así como Molino Santa Rosa y Molino Caorsi, entre tantas otras.
Los sanduceros tenemos bien presentes el ejemplo de Paylana, una empresa icónica de la industria uruguaya ya que llegó a ser la principal textil uruguaya en el ramo, representando sus exportaciones de hilados y tejidos un 70% del saldo exportable del país en esa área. De acuerdo con el informe de Presidencia de la República antes mencionado, acomienzos del año 2013, “los cooperativistas de Cotrapay consiguen que la sindicatura les otorgue el uso precario de la planta. Entre marzo y abril los cooperativistas recibieron un préstamo del Fondes por 6.000.000 de dólares, parte del cual estará destinado a restaurar la planta y a comprar maquinaria. A partir de noviembre, la justicia permitió a 180 operarios textiles entrar a trabajar de manera permanente”.
Lamentablemente esta “vela al socialismo” como le gustaba decir al expresidente Mujica también se terminó apagando como tantas otras. Aunque se tenga dinero (y 6 millones de dólares no es poca cosa), con voluntarismo y lindos discursos no se saca adelante una empresa que pretenda exportar productos de calidad. Basta pasar por el antiguo predio de Paylana para comprobar que el uso de todos esos millones de dólares no dio los resultados esperados. En ese mismo documento oficial publicado durante la presidencia de José Mujica, Mauro Valiente, presidente de Cotrapay, expresa lo siguiente: “Vimos como la familia Soloducho estaba instrumentando el cierre. Eso se veía tanto en sus estrategias comerciales como en las de relacionamiento. El detonante del cierre fue el no pago de los aguinaldos que debiéndose abonar el 20 de diciembre, recién se hizo efectivo el 31. Además, sabíamos que Paylana venía arrastrando fuertes deudas, fundamentalmente con el BROU, al que hoy se adeuda cerca de 25 millones de dólares. Por eso no nos extrañó que, en junio de 2012, la empresa se presentara a concurso judicial, argumentando déficit financiero y carencia de liquidez”.
La actitud sindical se refleja claramente en estas declaraciones: el detonante fue un atraso de 11 días que tuvo que pagar los aguinaldos. Hoy no se pagan aguinaldos, ni salarios, ni licencia, horas extras ni ningún otro rubro laboral porque la fábrica (que tenía 650 trabajadores al momento de su cierre) ya no existe. Una rotunda victoria del movimiento sindical sanducero que luego nos costó 6 millones de dólares a todos los uruguayos.
Más tarde o más temprano, los uruguayos tendremos que entender de una vez y para siempre que en Uruguay existen ciudadanos de primera y de segunda. Los de primera clase son los integrantes de la casta sindical. Los de segunda son quienes no forman parte de esa clase privilegiada. Mientras tanto, las empresas deberán soportar los ataques del Pit Cnt, ya que en caso de que el Frente Amplio gane las elecciones este año, se volverán a encender las velitas al socialismo, aunque la fiestita la disfrute únicamente la casta sindical y la paguemos todos los demás.

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