El Paysandú post pandemia

El escenario político, económico y social creado en todo el planeta a raíz de la pandemia del COVID-19 ofrece un doloroso y urgente ejemplo de una dualidad en la acción gubernativa: sin importar el país, el continente o el régimen político imperante, las necesidades más urgentes de esa enfermedad se han transformado en un tema de permanente atención y ocupación, pero al mismo tiempo urgen los esfuerzos para que las economías y las comunidades afectadas sigan funcionando y se proyecten hacia el futuro. Presidentes, primeros ministros, legisladores y jerarcas de organismos internacionales de diversa índole, entre otros referentes de la actividad pública dedican gran parte de su jornada diaria a tratar de prevenir dicha enfermedad o al menos de mitigar sus efectos. Todo ello en un panorama en la cual en muchos países se han presentado demoras en la fabricación, entrega e inoculación de las diversas vacunas que se encuentran disponibles en el mercado. En un mundo marcado por la entrega de bienes “a tiempo” (“just in time” según la expresión en inglés), la entrega de vacunas que requieren diversos cuidados en su transporte agrega nuevos inconvenientes al largo camino que deben recorrer hasta sus destinatarios. Aún en países desarrollados y que ya cuentan con vacunas, su efectiva aplicación plantea problemas de diversa índole.
De acuerdo con los economistas Joachim Fels, Andrew Balls y Daniel J. Ivascyn de la empresa Pimco, existen cuatro disrupciones que van a marcar la economía en el mundo post pandemia. Según los autores, se trata de cuatro desafíos macroeconómicos globales con capacidad de ser disrupciones estructurales, es decir, de provocar cambios profundos y duraderos en la economía y en la sociedad: la República Popular de China, el populismo, los riesgos climáticos y la tecnología. De acuerdo con una reseña del informe antes mencionado y que ha publicado “El Periódico” de Cataluña, China “ha logrado mantener el pulso de su crecimiento, gracias a un sorprendentemente rápido control del coronavirus, y está aún mejor posicionada como potencia económica” (…) la mayor robustez de China representa una disrupción “para los productores de alto valor añadido del resto del mundo” e incluso “cuestiona el orden geopolítico establecido” en el que, “hasta la fecha, el trono lo ocupa EE. UU.” al tiempo que “pone de relieve el ‘renovado énfasis’ del país en su plan estratégico, centrado en reducir su dependencia de la tecnología y de los mercados mundiales”. En cuanto a los populismos, “entendido como proteccionismo económico y nacionalismo político, probablemente se verán reforzados por la recesión provocada por la pandemia”. “En los últimos años se ha hecho patente como estas corrientes ideológicas han revivido en la sociedad y en la arena política. Así, de la mano de una polarización creciente del debate público, estos expertos consideran que el aumento de las desigualdades que puede propiciar la pandemia avivará todavía más los sentimientos populistas”. Al referirse a los riesgos climáticos se deja en claro que los mismos siguen estando presentes, pero han perdido fuerza ya que “el cumplimiento de la Agenda 2030 ha quedado relegado a un segundo plano ante la urgencia de dar respuesta a la crisis sanitaria, económica y social que ha generado la COVID-19”. Todo ello a pesar de que “los daños que el cambio climático produce tanto en la vida humana como en la actividad económica ‘se han hecho más evidentes y acusados este año, poniendo el foco en las catástrofes medioambientales’. Por otro lado, se destaca que, ‘a pesar de esa situación de parada técnica, existen también riesgos relacionados con el hecho de que la transición hacia una baja emisión de carbono concentra cada vez más atención de políticos, empresas e inversores’”. El último de los factores señalado por estos especialistas es la incorporación de las nuevas tecnologías, la cual “está actuando como agente beneficioso en diversos escenarios, desde el sanitario en cuanto a la respuesta global a la pandemia, como el industrial o financiero. Y la tecnología ha visto amplificada también en estos meses su intervención como agente disruptivo (…) que aunque es probable que los patrones de trabajo y consumo tiendan a regresar a los niveles previos a la crisis una vez superada la pandemia, ‘el poder económico adicional que han ganado las empresas tecnológicas, tanto las establecidas como las nuevas, las convertirá en un factor de disrupción aún más potente’”.
Ante esta situación que combina la acción concreta y efectiva en el presente con la planificación necesaria para los desafíos futuros, Paysandú debería estar trabajando en la situación económica y social del departamento de cara a un escenario post pandemia. Es verdad que nadie sabe cuándo terminarán los efectos más perjudiciales del COVID-19 y hasta qué momento sus efectos continúen aumentando las tasas de desempleo e informalidad laboral y desprotección social en todo el mundo y en nuestro propio departamento, pero precisamente por ese motivo debemos abocar nuestros esfuerzos a pensar cómo será el Paysandú que emergerá de esta situación. Si bien se trata de un esfuerzo cuyo principal responsable es el gobierno departamental, sería conveniente que estos nuevos retos sean pensados más allá de las paredes del Palacio Municipal, cuyos ocupantes transitorios están destinados en mayor o menor tiempo a dejar paso a otras personas que ocuparán su lugar. Lamentablemente los múltiples y endémicos problemas que tiene nuestro departamento no desaparecen cuando los actores políticos se retiran del antiguo edificio de Sarandí y Zorrilla de San Martín sino que continúan esperando por soluciones muchas veces anunciadas pero nunca concretadas. Quienes rotan en sus cargos son los políticos, pero no los problemas, los cuales una vez sí y otra también se trasladan de generación en generación sin ser solucionados.
Ante este panorama, resulta urgente que el gobierno departamental y los actores sociales y económicos del departamento comiencen a trabajar en el Paysandú post COVID 19, para lo cual habrá que pensar en nuevos paradigmas departamentales y convocar a referentes que tengan las ideas y el impulso para concretar las iniciativas que puedan adoptarse en ese importante ámbito. No debemos ni podemos olvidar que nuestro departamento arrastraba desde años anteriores una acuciante situación de desempleo y subempleo que la pandemia agravó, sumando más cierre de micro, pequeñas y medianas empresas y la consiguiente pérdida o precarización de puestos de trabajo. Más allá de los temas diarios que puedan existir en la agenda política que llevan adelante el oficialismo y la oposición departamental, existe una impostergable necesidad de comenzar a trabajar para tener soluciones concretas para cuando esta pandemia global sea tan solo un mal recuerdo, objetivo que sólo se logrará combinando soluciones de mediano y largo plazo.