Postales del verano 2021

Si hay algo que el mejor amigo del hombre disfruta a pleno, es el agua en su estado natural. El río para ellos es como Disneylandia para un niño, y pueden pasarse el día jugando sin parar, algo que es muy bueno para gastar energías antes de volver a casa. En esta foto aportada una lectora a través de nuestro WhatsApp (099334433) vemos a Mapuche, Nala, Saymon, Chocolate y Akira “locos de la vida” arriba de una tabla de paddle surf.

Eran otros tiempos cuando terminando enero la ciudad se pintaba la cara, afinaba su voz, se subía al tablado. A las puertas de febrero, era lo mismo que estar a las puertas de la fiesta de Momo, la más popular. “Siempre habrá carnaval” se decía al final del más extenso del mundo. En cierta medida es real, el calendario lo marca.
Pero llegó un virus con corona y todo cambió. Probablemente algunos espectáculos se desarrollarán, para que las agrupaciones despunten la ilusión y el público carnavalero disfrute de chanzas y crítica sana, aunque muchas veces no tanto. No estará este año eso que se estableció mucho después que el carnaval cobrara fuerza, el famoso “concurso oficial”, que en alguna medida intenta suplantar al concurso popular, ese en el que la gente decide quién es mejor simplemente porque le gusta más.
Volverá seguramente, cuando el virus pierda su corona. En tanto además de carnaval, febrero tendrá playas, arroyos, noches plácidas y frescas. Porque el verano está a pleno. Aunque a lo lejos no se escuchen los tamboriles ni las voces del coro de murga.

Con buen distanciamiento físico y en un espacio al aire libre, rodeado de comercios, las noches
de verano transcurren lentamente, mientras el calor se retrae al menos hasta el día siguiente.
Agustina Echenique es el nombre de esta joven que también aprovecha las tardes de verano para disfrutar de la playa, la arena y el eterno sol. Seguramente espera un buen bronceado de su piel; probablemente por eso su sonrisa.

La lluvia arruina un buen día de playa, deja desierta la arena y los guardavidas elevan la bandera roja, advirtiendo que no está permitido bañarse en el río Uruguay. En cambio, para Juan Grecco y Rodolfo Batista, es un buen día. Con sus equipos detectores de metales, pacientemente recorren la zona, buscando “tesoros” escondidos. Un sueño que mueve a la humanidad desde sus albores.

Generaciones disfrutaron de las planchada del Club Remeros a lo largo de incontables veranos. Utilizada para lanzar al río las embarcaciones deportivas, también sirve como trampolín para los jóvenes que aprovechan el calor del verano, y la ausencia de clases, para pasarla bien.

Spikeball, roundnet o trivolle, llámese como quiera, el juego entretiene a los tres jugadores. Usualmente se juega en dos equipos de dos, pero también se puede, como en este caso, dos contra uno. Una red en el suelo –pero también puede usarse en el agua– y muchas ganas de entretenerse. No se requiere gran destreza física y es apto para cualquier edad.
Juan Suárez y Joaquín Lezcano pasean en sus motos eléctricas patonas, idénticas en marca y modelo. Buena luz, alarma y la capacidad –de acuerdo al peso corporal de los conductores– de alcanzar los 50 kilómetros por hora. Lo curioso -en prácticamente todos quienes utilizan estas silenciosas motos– es que no es obligatorio el uso de casco protector. Aunque uno de ellos utiliza uno de ciclista.

La familia llevó el mate, pero faltaba algo más. Para eso están los emprendedores, para brindar servicios. Así que pasteles entregados directamente en la burbuja familiar.
Parece una pequeña tabla de surf, y en realidad es pariente cercano. La patineta o “skate” en la que este joven se desplaza con rapidez, proviene de la inventiva de dos surfistas estadounidenses en Maibú, California, en un día sin olas. Originalmente se la conoció como Surf Roll.